Javier Herrero.
Madrid, 13 nov (EFE).- Ha habido “mucho látigo” en el proceso de creación del último disco de Maika Makovski, que nace del inconformismo de una mente “que se come todas las calorías” (la define como un “vampiro” en una de las canciones) y que no entendía hasta que hace un año, revela a EFE, le diagnosticaron un TDAH, trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Titulado 'Bunker Rococo' (Cultura Rock Records), el que será su octavo álbum ha sido producido por Ali Chant y se publica el 29 de noviembre, tres años después del celebrado 'MKMK', aunque bajo un rumbo musical muy diferente tras una larga ruptura con su anterior sello que le llevó a “pensar en otras músicas”.
“Me apetecía hacer algo un poco más adulto, algo muy rico sin darle la espalda a a mi manera de entender la música, que muchas veces es muy cruda. Por mi padre, que es músico, desde muy pequeña he escuchado muchísimas cosas, pero nunca había hecho el esfuerzo de intentar unirlas dentro de una misma pieza”, explica la artista.
No fue fácil. “No quería hacer un disco sesudo, que naciera de la mente. Escribí y deseché muchísimo y tuve que aceptar el caos como parte de todo. Ha habido mucho látigo en ese proceso, que ha sido muy solitario, como un búnker realmente, aunque de ahí ha nacido el rococó y la locura de esas canciones, muchas flores extrañas”, comenta sobre el origen del título.
“Había veces que pensaba que nunca más iba a poder emocionarme a mí misma otra vez durante el proceso de composición”, reconoce Makovski (Palma de Mallorca, 1983), hija de madre andaluza y padre macedonio y que por primera vez en su carrera ha logrado incorporar a su música ritmos del folclor heredados por vía paterna, que han hecho “bailar las canciones de manera diferente”.
En un disco que titula uno de sus cortes 'AI' (inteligencia artificial, por sus siglas en inglés), hay mucho de rebeldía contra los estándares que se están estableciendo en la industria, por ejemplo en la duración de las canciones, todas por encima de los cuatro minutos. “Las he dejado suceder”, subraya al respecto.
Se manifiesta ya en el primer corte, 'Muscle Cars', “toda una declaración de intenciones”, por un lado por sus mimbres (“confluye lo orgánico y lo sintético, el rock con la música clásica y la electrónica, aunque es una canción pop con un desarrollo marciano”, dice su autora) y, por otro, como metáfora.
“El nombre es una referencia a unos coches muy potentes de los años 70, para mí representa el triunfo de la mecánica, la mecánica humana y sus habilidades, sobre la tecnología, y habla sobre el atontamiento que nos producen todas esas maravillosas cosas a las que podemos llegar pero que delegamos a un dispositivo”, cuenta.
En tercer lugar del repertorio aparece otro corte especial, 'My head is a vampire', inspirado en lo musical por un sintetizador llamado Oberheim y, en el relato, sobre cómo esa mente inconformista suya a veces puede convertirse en un vórtice imparable.
“El año pasado me diagnosticaron finalmente con un TDAH, un trastorno de déficit de atención con hiperactividad, y fue un alivio, no para esconderme detrás ni resignarme, sino porque explica muchas cosas”, revela la artista. “Creo que puedo comer lo que quiera, que mi mente me mantiene delgada”, bromea.
Cuenta por ejemplo cómo desde niña le costaba concentrarse o sus problemas con la autoridad, siendo ella “una persona dulce”, a la vez que tenía una gran capacidad para poner mucho foco en algunas áreas, por ejemplo la música, en la que encontró el territorio para crecer.
Con una nutrida banda de ocho miembros, que incluye vientos y cuerdas para no perder los ricos matices del álbum, está previsto que su gira de presentación arranque este 30 de noviembre en el Neu Festival de Girona y luego dé un salto al 24 de enero en La Sala del Wizink Center de Madrid, como parte de Inverfest, entre otras fechas.