Alcalá de Henares (Madrid), 17 oct (EFE)- ¿Se puede perdonar a la persona que te ha hecho daño y sin la presencia de Dios? Es la pregunta que una presa le ha hecho a Maixabel Lasa, la viuda de Juan María Jáuregui, el gobernador civil de Gipuzkoa asesinado por ETA. Su respuesta ha querido ser un mensaje de esperanza a las reclusas: puede haber una segunda oportunidad.
Maixabel ha acudido este domingo con la otra Maixabel, la actriz Blanca Portillo, a la cárcel de mujeres de Alcalá de Henares (Madrid) para ver con las internas la última película de Icíar Bollaín, la cinta que habla de los encuentros restaurativos de las víctimas y sus victimarios, del perdón para la reconciliación y, sobre todo, de la oportunidad de reconstruir su vida a la que todas las personas tienen derecho.
Porque ese es el mensaje que se ha querido trasmitir en el posterior debate que ha tenido lugar tras la proyección de la película “Maixabel”, en un salón de actos que ha olvidado la celda y las rejas para que algo más de un centenar de reclusas pudieran ver la cinta, en un silencio que solo ha roto algún sollozo y el aplauso final.
Desde 2017 la cárcel de mujeres acoge, como otros centros penitenciarios, el proyecto de justicia restaurativa, un programa que pretende que los victimarios reconozcan el daño, asuman su responsabilidad y, si ambas partes quieren, mantener encuentros con sus víctimas.
Es la fase más dura del proceso, como bien refleja la película, pero no tiene por qué producirse. Y si se accede, tampoco tiene por qué ser con la víctima más directa.
Actualmente, 16 presas de las 402 que hay en Alcalá siguen este programa. Por respeto a la intimidad de cada una, no se puede revelar si entre ellas está alguna de las dos únicas reclusas de la banda terrorista ETA en prisión provisional en esta cárcel.
EL DERECHO A UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
Ha costado recomponerse cuando ha finalizado la película, como ha reconocido el director de centro, Jesús Moreno, acompañado de Pilar González Rivero, de la Asociación para la Mediación y el Encuentro (AMEE), quien ha recordado las palabras de Maixabel: “El ser humano es capaz de hacer lo mejor y lo peor, pero tiene derecho a tener una segunda oportunidad”.
Y ha llegado el turno de las presas. Ha roto el hielo -como hace casi siempre, según ha dicho-, Rocío, con siete años encarcelada “por tonterías”. “He llorado mucho”, ha reconocido antes de dirigirse a Maixabel para decirle: “Si has perdonado, es admirable”.
Pero Maixabel Lasa no ha querido, no quiere, hablar de perdón, algo “muy íntimo que queda entre dos personas”. Ella prefiere hablar de segunda oportunidad, la que se ha dado a sí misma y la que ha querido dar a los asesinos de su marido, que han hecho un recorrido personal para asumir lo que hicieron y arrepentirse. En 2021 esas personas ya no son las de 2000.
Carrasco e Ibon, dos de los etarras condenados por el asesinato de Jáuregui, quisieron participar en esos encuentros restaurativos con Maixabel, como bien recoge la película. Pero Carmen, desde hace ocho años encarcelada, no puede hacerlo con sus víctimas.
Está condenada por un delito doloso y tiene una orden de alejamiento. Eso no le va a permitir pedir perdón a sus víctimas, como ella quisiera. No puede ver a su hijo, no puede acercarse a sus víctimas... Pero ella se lo está trabajando, se está perdonando a sí misma y confía en poder pedir perdón.
Un testimonio que ha querido expresar en el coloquio, en el que también ha preguntado Catalina, precisamente una de las 16 presas que están en el programa de justicia restaurativa.
Seis años y tres meses en la cárcel lleva ya esta presa, que, con la voz entrecortada, ha agradecido la presencia de Maixabel, a quien ha lanzado esta pregunta: ¿Cuál fue su punto de inflexión?, ¿Cuándo tomó la decisión de encontrarse con los asesinos de su marido?
No tomó la decisión en un momento determinado, pero sí pesó su convencimiento de que su marido hubiera hecho lo mismo porque era dialogante y abierto a escuchar y respetar.
Además, pensó que contribuiría a la futura convivencia del País Vasco y de todo el Estado.
Porque “todos tenemos derecho a reconstruirnos”, como también ha compartido Blanca Portillo, protagonista de una película que para las dos Maixabel “es una esperanza para todas vosotras”, las presas a las que han animado a que la cinta sea como el clavel blanco que Luis Tosar, en el papel de uno de los asesinos, deposita en el monolito a Jáuregui: El principio del futuro.
Por Sagrario Ortega