Barcelona, 23 nov (EFE).- Para el mercado del arte, la pandemia de la covid ha sido como llover sobre mojado, pues ha llegado sin que se haya recuperado de la gran crisis de 2008, lo que de algún modo ha hecho que el impacto haya sido menos letal que en otros sectores, pues ya había apostado por la venta en línea o el mercado exterior.
Así lo han expresado a Efe diversos actores involucrados en la compraventa de arte, como galerías, salas de subastas o artistas, que coinciden en señalar que la crisis financiera de 2008 sí supuso una auténtica debacle para el mercado artístico, con caídas generalizadas de los precios, sin que a día de hoy se haya vuelto a la situación anterior.
Mònica Ramon, presidenta del gremio de Galeries d´Art de Catalunya (GAC) ha explicado a Efe que “la situación de parón ya la notamos desde la crisis de 2008, y por ello muchas galerías han enfocado el negocio en gran parte hacia las ferias internacionales, sin olvidar al público local”.
Otra de la medidas ya adoptadas antes incluso de la pandemia ha sido potenciar la presencia en línea y “hacer un esfuerzo para poder vender desde sus propias webs”, aunque Ramon reconoce que a través de internet se vende obra de bajo precio, pues “lo nuestro es un mundo presencial, la relación objeto-persona es esencial y difícilmente sustituible por lo virtual”.
A la supervivencia de las galerías ha contribuido que muchas “son negocios familiares y con pocos empleados”, la reducción de gastos y la renegociación de alquileres, señala Mònica Ramon, a quien no le constan de momento cierres de estas salas, “pero hay que ver a medio plazo qué pasa y si todas aguantan ... el tiempo dirá”.
Sílvia Vila, codirectora de la céntrica galería Jordi Barnadas de Barcelona, explica que durante el confinamiento y las primeras semanas con cita previa la clientela y las ventas fueron escasas, pero que ahora “estamos vendiendo un poco más que el año pasado”.
Añade que los clientes habituales les siguen comprando obra y que han captado otros que, “al estar más en casa, tienen más tiempo de mirar la web y nos contactan por primera vez, así que estas ventas en línea, que se han incrementado, nos compensan la gente que antes entraba en la galería”.
Vila apunta que, durante la pandemia, la gente de cierto nivel económico “ha gastado menos en viajes, restaurantes... y si son aficionados a la pintura o quieren disfrutar más de lo que tienen en las paredes, deben haber descubierto que comprar pintura es una buena opción”.
Por su parte, Enric Carranco, responsable del Departamento de Pintura y Escultura de la sala de subastas Balclis de Barcelona, también asegura que no han notado “ningún cambio” respecto a la pandemia, “básicamente porque la crisis ya la tenemos desde 2008, año que representó una crisis crucial para el mercado del arte a nivel mundial”.
Carranco entiende que la actual situación incluso les ha favorecido porque la clientela “ha ido al mercado del arte que estaba más desarrollado en línea, como es el mercado de subastas, que desde hace décadas está siendo pionero, tanto en transparencia de los precios como en potenciar el marketing a partir de la web”.
En este sentido, precisa que este año las ventas han subido entre 10 y 15 puntos, pues “si el año pasado vendíamos en la primera ronda de subastas el 60 %, este año estamos vendiendo más del 70 %”.
En cuanto a los precios, Carranco dice que se mantienen “excepto en las piezas caras del mercado local, que han bajado, pero esto no es por culpa de la COVID, sino de una tendencia que llevamos arrastrando desde hace 12 años”.
También Silvia Vila indica que los artistas “mantienen precios, pero se avienen a hacer alguna rebaja” pues, como explica Mònica Ramon, “el particular sabe de la fragilidad del mercado y pide mayores descuentos”, lo que hace que ahora sea “un buen momento para comprar”.
“Comprar arte es invertir en el futuro y las galerías ponemos grandes facilidades de pago para llegar al máximo de público posible y romper con esta idea elitista de la cultura y del arte”, remacha Ramon.
En cuanto a la situación de los artistas, Silvia Vila indica que desde hace años la mayoría compagina la venta de sus obras con la enseñanza o algún otro trabajo relacionado con el mundo artístico, con lo que tienen un sueldo fijo alternativo a los vaivenes del mercado.
Otros han encontrado un filón en el extranjero, como el pintor Jordi Pintó, cuyo galerista llevó hace dos años obra suya a la feria internacional de arte de Corea del Sur -Kiaf-, donde lo vendió todo y ahora casi todas sus pinturas recalan en el mercado asiático.
Pintó ha explicado a Efe que, gracias a ello, apenas ha notado los efectos de la COVID y, aunque sabe que “a algunos compañeros les va muy bien y a otros muy mal”, apunta que “esto es así de toda la vida, con crisis o sin crisis, con pandemia o sin ella”.
Hèctor Mariñosa