Murcia, 12 oct (EFE).- Ramón Gaya era apenas un niño cuando en 1923 pintó su primer cuadro, “La silla”, un elemento que ha sido una constante en toda su obra y en la historia del arte en general y al que el museo que lleva su nombre en Murcia rinde homenaje con obras de pintores que le precedieron como Goya, coetáneos al primer Premio Velázquez de Artes Plásticas y artistas actuales.
No se sabe el mes exacto en el que el Gaya de 12 años pintó aquel óleo sobre cartón de pequeñas dimensiones, 27 por 23 centímetros, con el que se inició su profusa carrera pictórica, así que el museo de la plaza de Santa Catalina ha elegido este octubre para celebrar el centenario.
La fecha, explica a la Agencia EFE el director del centro artístico, Rafael Fuster, no es casual: Gaya nació el 10 de octubre de 1910 y fue también ese día pero de 1990 cuando se inauguró el museo: el cuadro de “La silla” abría la colección con las primeras obras donadas por el artista, que falleció también en octubre en 2005.
Esos muchos aniversarios que confluyen con el del centenario del cuadro han dado pie a la exposición que hasta el próximo 15 de enero se puede visitar en el museo y que aglutina una quincena de obras en las que las sillas son las protagonistas.
El pequeño óleo de Gaya reposa sobre una especie de altar en la planta baja del museo y en torno a él las obras de una selección de once artistas encabezados por Goya dan cuenta del gusto por los clásicos del protagonista de la exposición.
Se trata de un grabado de la serie de “Caprichos” que representa a dos prostitutas con sillas sobre sus cabezas y la leyenda “Ya tienen asiento”, que hace una alusión irónica a la expresión popular “sentar la cabeza”, explica Fuster.
Se exponen además obras protagonizadas por sillas de cuatro pintores coetáneos de Gaya: Juan Bonafé, Sofía Morales, Vicente Viudes y Ramón Pontones.
Con ellos conviven en la muestra las sillas de cuatro artistas murcianos contemporáneos: Ricardo Escavy, Miguel Fructuoso, Antonio Montalvo y Rubén Zambudio.
Hace de nexo entre una y otra época el reconocido pintor Pedro Serna, de 79 años, amigo personal de Gaya, a quien considera su maestro.
La exposición se completa con dos esculturas del contemporáneo Ángel Haro elaboradas con materiales de desecho.
Pero la muestra no acaba en la planta baja del museo, sino que invita a un recorrido por todas sus salas en busca de otras sillas en la obra de Gaya.
“Al plantear la exposición, nos dimos cuenta de que hay sillas en muchísimos de sus cuadros. Algunas son apenas esbozos, con trazos muy cubistas, o pasan casi desapercibidas, pero siempre están ahí”, subraya Fuster, que considera que este es un elemento “casi tan icónico como la copa” en la obra del artista murciano.
Para completar el homenaje el museo se planteó también el reto de ponerle una banda sonora y lo logró gracias a la colaboración del conservatorio superior de música Manuel Massottti Littel, de Murcia.
El director del conservatorio, Miguel Torres, recogió el guante a pesar del escaso tiempo que tenía para lograr este reto, apenas un mes, ha explicado a EFE, y trasladó la propuesta a cuatro alumnos del último curso de la especialidad de Composición: León Pedro Durán, Pablo González Garrigues, Andrés Fernández Abellán y Esteban Ivars.
Ellos ya habían participado en otros proyectos compositivos, como el que tuvo lugar en colaboración con el auditorio local Víctor Villegas para poner música a fábulas infantiles, y optaron por una “suite” para trío de cuerdas (violín, viola y violonchelo) escrita a cuatro manos y desde el consenso previo para darle una unidad estética al conjunto.
Se trata de una obra breve pero que trata de recoger el sentimiento que transmite el cuadro, según Torres, mientras que para Fuster el resultado ha sido una composición de “gran delicadeza, una maravilla”.