La humanidad lleva años preguntándose cuáles son los factores que influyen en el gusto, tanto personal como ajeno. Qué hace que a unos les guste la bachata y a otros el rock progresivo, el cine experimental o las comedias románticas, las novelas victorianas o el best seller del momento. Y por qué esas diferencias provocan a veces que una persona mire por encima del hombro a otra por sus preferencias. La edad, la clase social, la influencia familiar o la propia personalidad (ser más o menos pedante suele ser decisivo en este tema) se postulan como obvios pero no acaban de dar la respuesta definitiva.
Paul Valéry, Walt Whitman, Duncan J. Watts, David Hume, Kant o Bourdieu han sido algunos de los pensadores que han analizado la cuestión. Todos aparecen en el libro Música de mierda. Un ensayo romántico sobre el buen gusto, el clasismo y los prejuicios en el pop de Carl Wilson que Blackie Books acaba de publicar en España.
Originalmente, el ensayo se publicó en 2007 dentro la colección de libros sobre discos llamada 33 1/3, de Bloomsbury Publishing. La mayoría están dedicados a álbumes de rock clásico como el Forever Changes de Love o del discutible pop independiente como el Ok Computer de Radiohead. Sin embargo, Wilson se decantó por el Let’s Talk About Love de Céline Dion, una de las intérpretes más odiadas a la vez que venerada internacionalmente. Con ella ahonda en los entresijos del (mal) gusto guiado por su capacidad inaudita para poner los pelos como escarpias (tanto de placer como de repulsión) a sus oyentes.
Como crítico musical, el ensayista es consciente de la posición de superioridad que muchas veces se toma desde su sector. Su investigación sobre Dion le ha servido para cambiar su forma de trabajar: “Ahora intento centrarme menos en promocionar una agenda regida por mis gustos personales y más en entender los objetivos de los propios artistas y en evaluar lo bien que están dando cuenta de esas ambiciones”, explica a eldiario.es. “Por ejemplo, ya no me preocupa si la música de baile es inteligente o subversiva sino en cómo funciona en la pista, por encima de todo lo demás”, afirma.
En un momento de su estudio, Wilson se pone en contacto con algunos fans de Céline Dion, que le explican la profundidad y el porqué de su pasión por la artista. Teniendo en cuenta el título del libro y el éxito que llegó a alcanzar, podrían haberse convertido en una masa enfurecida. Pero, para decepción del autor, no obtuvo demasiada respuesta por su parte. “He recibido muchos elogios tanto públicos como privados, pero los fans acérrimos de Céline ha mantenido las distancias. Mi libro empieza explicando la mirada que yo y otros críticos teníamos sobre Céline Dion, a la que despreciábamos e insultábamos. Puede que eso les haya alejado. Quizá hayan pensado que mi uso de Céline como un caso de estudio era una venganza personal contra ella y no un análisis sobre el gusto en general”.
Aunque gracias a su estudio Wilson ha cambiado su manera de ejercer la crítica musical, no está muy seguro de que su libro haya influido demasiado en su sector más allá de casos puntuales. Según su opinión, el ensayo se enmarca dentro de una ola de reconsideración de la categoría de lo “popular” por parte de la crítica musical, así que su impacto está relacionado con muchas otras cosas más allá del propio contenido. “Tienes que hacer el esfuerzo de organizar la información y redactarla, pero la mitad del éxito se debe a la suerte de aparecer en el momento adecuado”.
La persona detrás de la diva
En su libro Wilson estudia a fondo la historia vital de la cantante, salida de una película Disney, y la convierte en una parte esencial de su análisis. Céline nació en un barrio francófono y católico de Quebec. Es la menor de doce hermanos y su familia era tan pobre que los hijos tenían que compartir cama. Lo único bueno de ese escenario dickensiano era su afición por la música: todos tocaban algún instrumento. Con cinco años Céline ya cantaba y cuando cumplió doce la familia ahorró para que grabase una maqueta. Esta llegó a manos de René Angélil, el productor que la llevó a la fama y años después al altar. La versión canadiense de Marisol.
Su popularidad se gestó en francés y, siendo ya muy famosa, en 1990 sacó su primer disco en inglés, Unison, con el que conquistó el mundo definitivamente. Los siguientes años fueron un goteo incesante de éxitos (en ambos idiomas) y en 1996 llegó Falling Into You, uno de los discos más vendidos de la historia con 11 millones de copias en Estados Unidos y un millón en Canadá. Según Wilson, también es el favorito de sus fans.
En 1997 publica Let’s Talk About Love, otro bombazo que incluye el tema principal de la banda sonora de Titanic, My Heart Will Go On. La canción ganó cuatro premios Grammy y se llevó el Oscar a la Mejor Canción Original. Después de publicar trece discos en la década de los 90, en el año 2000 se tomó una pausa de dos años. Volvió en 2002 con su primera incursión en los escenarios de Las Vegas y triunfó de nuevo. Su espectáculo A New Day… estuvo en cartel hasta el 2007 y hasta Wilson formó parte del público en una ocasión. Para su sorpresa, se emocionó.
Este es solo un somero recorrido por su triunfante carrera, que sigue con éxito hasta la actualidad. En el libro estos datos se intercalan con anécdotas y detalles que humanizan a la estrella, una especie de disculpa de parte del crítico que fue antes de su investigación. El autor no sabe si la cantante se ha leído el libro: “Mi impresión es que no. Traté de hablar con ella con motivo de una nueva edición americana del libro, pero sus managers me denegaron la petición con rotundidad. Creo que la protegen de todo lo que pueda ser potencialmente crítico o hiriente. La han insultado tanto durante su carrera que lo entiendo. Pero para mí es una pena, porque me gustaría conocer su opinión”.