Alba tiene 19 años y es de Vilassar de Mar, un pueblo costero a 25 kilómetros de Barcelona. Por las mañanas estudia diseño de moda y por las tardes, hasta las 19:00, tiene un trabajo que le permite “sobrevivir”. Actividades que cualquier adolescente que haya llegado a la mayoría de edad conoce bien. Pero además Alba, en estos últimos seis meses, se ha dado a conocer como una de las personalidades más relevantes del trap español, un estilo que mezcla rap con ritmos como el reguetón o el dancehall.
Bajo el álter ego de Bad Gyal y junto al valenciano Fake Guido sacó en abril una versión del Work de Rihanna que estalló en YouTube, su medio de difusión natural. Una letra adaptada al catalán y unos ritmos sugerentes hicieron el resto. “A Fake Guido me lo presentó una colega de Barcelona”, comenta por teléfono tras la salida de su puesto de trabajo. “Yo ya tenía el tema de Rihanna en mente, así que nos pusimos a hacerlo por Skype”, explica.
Con este productor surgiría una gran afinidad, algo que le ha llevado a grabar con él gran parte de su última mixtape, Slow Wine, publicada también en YouTube hace diez días.
Comenta que la mayoría de colaboraciones que han ido surgiendo a lo largo de estos meses han sido de forma natural. “Son gente con la que me junto a hacer cosas sin darle demasiada importancia”, declara. La colaboración con Khaled, miembro de PXXR GVNG, surgió de esta manera: un día de fiesta, con un micro cercano.
Canciones que hablan de baile, rutina, amor y dinero. Una completa masterclass de lo que piensan y sienten los millennials españoles de hoy. Sobre sus composiciones explica que deben ser algo rápido y ágil. “Es algo que hablo con Fake Guido: si tardamos más de diez minutos no nos va a salir algo bueno”, continúa. “No tomo notas; me pasan el beat y a partir de ahí me sale una frase y luego otra, es muy espontáneo, como si estuviera rimando”.
Letras claras y concretas como Fiebre, Dinero, Mercadona o Despacio, la colaboración junto a la barcelonesa Mina, con producción de AC3, en la que habla de independencia, sentimiento y sexo. “Hablo de las cosas que me pasan pero con mi propio código”, nos cuenta.
Slow Wine, su último trabajo, está lleno de alusiones a las vivencias de miles de chicas que salen un fin de semana. Relaciones de todo tipo, donde la mujer tiene el control de la situación: “Si yo te doy mi culo es porque te lo quiero dar” / “soy independiente, yo tengo trabajo” / “esta noche vamos a culear”, canta.
“Me dirijo con seguridad al público. Me gusta tener las cosas claras”, comenta sobre un tipo de discurso que podría parecer poco extendido, pero que no es así. “A veces me preocupa que no se entiendan los códigos que se utilizan en el trap. Es necesario que la gente sepa contextualizar lo que está escuchando”. Bad Gyal se refiere a como el lenguaje del trap a veces es transformado por los medios, tildándolo de sexista y violento, obviando su propio contexto.
La música de Bad Gyal se diferencia de la de otras coetáneas como Tania Chanel o La Zowi por el inusual uso del dancehall, estilo importado de Jamaica y popularizado por artistas como Vybz Kartel o Pop Caan. “Nadie de mi entorno escuchaba Dancehall hace dos años, por lo que tengo todo el derecho a usarlo. Busco mucho por internet sobre los bailes y las cantantes jamaicanas”, explica. En su mixtape se mezclan este tipo de ritmos, con una producción futurista, que por momentos recuerda a sellos como Night Slugs o Fade To Mind. En el disco han colaborado el frances King DouDou, Faberoa, Plata, además de los mencionados AC3 y Fake Guido.
Esta jueves por la noche se la podrá ver en Madrid estrenando Slow Wine en el renovado Costello, con las entradas agotadas. Un concierto organizado por Incalling, la joven promotora llevada también por cuatro socios nacidos en la década de los noventa. “Montamos los conciertos a los que nos gustaría ir, nadie monta actuaciones de raperos jóvenes”, relata Pablo Chocrón, uno de los socios. “Pretendemos traer sonidos facturados por gente joven que se escuchan en el resto del mundo, pero están algo abandonados en España, sobre todo en Madrid”, añade.
Jóvenes que tienen muy claro lo que les gusta y hacen lo posible para conseguirlo. Así es esa escena musical que no aparece en los medios, pero que ilusiona a miles de adolescentes que se sienten representados por ella.