El nuevo caballo de batalla del consumidor de festivales de verano están siendo las pulseras cashless. Este trozo de tela con un chip que sirve para moverse dentro del recinto, beber y comer, va en muchas ocasiones acompañado de cláusulas abusivas que podrían vulnerar la ley. Es el caso del Mad Cool, celebrado en la capital entre los días 6 y 11 de julio, y que ha sido denunciado por la asociación de consumidores Facua por cobrar la gestión de la devolución del dinero de sus pulseras.
La empresa cobra a los asistentes que cargaron más dinero del que usaron en el Mad Cool 1,5 euros por pedir su devolución. También ha impuesto un importe mínimo de 2 euros para solicitarlo. El FIB de Benicássim se queda con 3 euros por la devolución y también tiene un mínimo. El festival Río Babel, celebrado unas semanas antes en la Caja Mágica de Madrid, cobró cerca de 2 euros por la misma gestión y estableció un plazo de siete días. El Mad Cool ha abierto una ventana de diez días, hasta la medianoche del miércoles 20, que Facua considera “excesivamente breve para hacer este trámite”.
Por todo esto, la asociación ha presentado una denuncia ante la Dirección General de Comercio y Consumo de la Comunidad de Madrid en la que pide que insten a Mad Cool Festival SL a restituir “de forma automática” el dinero que hay en las pulseras cashless, “independientemente del importe que tengan” y pide al Gobierno regional que sancione a la organizadora del festival.
Facua hace mención a la ley de Protección de los Consumidores de la Comunidad de Madrid, que reconoce como infracciones “la realización de transacciones en las que se imponga injustificadamente al consumidor condiciones, recargos o cobros indebidos, prestaciones accesorias no solicitadas o cantidades mínimas”. Otra infracción sería“la inclusión de cláusulas abusivas en las condiciones generales de los contratos y las ofertas publicitarias”.
La asociación también considera que el Mad Cool ha atentado a la buena fe con un plazo excesivamente breve, “ya que si el usuario no actúa en las fechas indicadas, la organización obtendría un enriquecimiento injusto al apropiarse de la cantidad íntegra de un servicio que finalmente no se presta”, señalan.
El caso del BBK
El proceder con las pulseras cashless es una práctica habitual de varios festivales. La forma de proceder es la siguiente: el cliente la recarga a través de una app móvil o de puestos físicos en el festival. A la hora de solicitar la devolución, muchas veces es una empresa externa la que se encarga de hacerlo. En el caso del Río Babel, fue el proveedor de servicios de telecomunicaciones Idasfest, por eso justificaban la imposición de un cargo por gastos de gestión.
En 2017, la delegación de Facua en Euskadi denunció el festival BBK Live, celebrado en Bilbao, por imponer un mínimo a la hora de solicitar el dinero. Lo mismo que quiere hacer el Mad Cool. Consumo llegó a abrir un expediente al BBK. La promotora Last Tour pedía que se abstuvieran las personas a las que les quedara un saldo inferior a 2 euros en sus cashless y alegaba que estos cargos servían “para cubrir los gastos de las transferencias”.
Según Facua Euskadi, la promotora no informó a los usuarios de ningún coste adicional, a pesar de haber “impuesto” un sistema de prepago a través de las pulsera electrónica como única forma de acceder o pagar en el festival. La asociación pidió al Servicio Territorial de Consumo de Bizkaia que abra un expediente sancionador a Last Tour y recordó que en su página web “quedaba claro que no admitía la posibilidad de uso ni de dinero en efectivo ni de tarjetas”. Este año, el BBK Live eliminó el coste mínimo, pero continúa imponiendo un gasto por la transferencia y un plazo de nueve días para solicitar la devolución.