La tiraera que le dedicó Residente a J Balvin fue todo un éxito, pero una de las claves de este éxito fue el lugar donde se grabó. El estudio del productor argentino Bizarrap se ha convertido en la Meca de la música urbana. Una habitación con tres cámaras, una mesa de mezclas, un micrófono y luces de neón que compite en visualizaciones con el videoclip mejor producido.
La prueba está en los números: la Sesión 49 de Residente consiguió 11 millones de escuchas en Spotify, mientras que el vídeo alcanza los 53 millones en el canal de Bizarrap. Y son números modestos para un chaval de 23 años, que lleva apenas dos en la escena musical y tiene sesiones con 250 millones de reproducciones, como la de Nathy Peluso o la del cantante de cumbia L-Gante.
El éxito de Bizarrap se ha disparado en la pandemia, pero se engloba dentro de un fenómeno mayor que no se puede ignorar: el de las sesiones en cápsulas. Colors en Berlín, Gallery en Barcelona, Tiny Desk en Washington y Bizarrap en Buenos Aires son los principales exponentes de un formato que ha sabido tomarle el pulso a la industria internacional antes de que una crisis sanitaria lo impusiera. Son cortos, con una estética concreta y una calidad visual y sonora que supera a la mayoría del contenido musical del streaming. Pero lo más importante: son una marca.
“La pandemia nos ayudó a expandirnos y a consolidar el proyecto. Gusta porque tienes la sensación de que el artista está en tu pantalla cantándote a ti”, desvela Genís Pena, project manager de Gallery. Su seña de identidad es un escaparate con paredes blancas que da al complejo empresarial de Poble Nou. “La primera sesión fue con Amaia y Alizzz, porque íbamos a hacer un videoclip con ella que no salió, así que le ofrecimos esto y vimos que podíamos convertirlo en una serie”, explica Pena. Eso fue en noviembre de 2020, y desde entonces han pasado una treintena de artistas por Barcelona y su canal acumula 33 millones de visualizaciones en YouTube.
Una de las primeras fue Rigoberta Bandini, que presentó allí Perra en 2021. Su representante cuenta que en ese momento no tenían vídeo y les pareció una forma interesante de dar a conocer el sencillo. “Me gusta apoyar los proyectos emergentes que tienen detrás a gente que conozco. Ellos apostaron por nosotros y viceversa”, admite Fernando Yáñez, ya que en ese momento la fiebre por Rigoberta solo se empezaba a sentir.
Fue un quid pro quo. El tema terminó siendo un éxito y el Gallery también, pero con la participación de Rigoberta en el Benidorm Fest la sesión se disparó. “Sabíamos que Perra iba a ser la hostia, pero con lo de Eurovisión ha tenido una segunda vida”, reconoce el productor de Gallery. El propio equipo de Paula eligió el look y el vestuario en aquella grabación. Ahora siempre se encarga Galery, donde todo está milimétricamente medido y en especial la estética.
Detrás de Gallery hay dos empresas catalanas, una de diseño (Folch) y una productora audiovisual (White Horse). “La estética nos preocupa mucho. Solemos tener estilistas, maquilladores y peluqueros asociados que preparan el look del artista. Queremos que sea colorido y que dé contraste: que mezcle la calma del blanco con el dinamismo de fuera; ese es nuestro sello”, define Pena. De hecho, nunca cortan la calle para grabar porque quieren que el músico interactúe con un entorno real pero desde la pecera. Como si estuviesen en una bola de nieve.
Para la directora de Radio Primavera Sound, Marta Salicrú, ese sentido de la belleza es clave para la promoción. “Les ofrece algo que vender”, dice sobre la continua necesidad del artista de estar presente en las redes. De nuevo, el quid pro quo: “Cuando ya tienes una marca construida es fácil que atraigas talento sin tener que recompensarle económicamente, porque ya le estás dando una plataforma donde crear contenido”. “Es una realidad que la música de un artista crece junto a su imagen y Gallery es un espejo de las dos”, coincide Genís Pena, aunque no desvela con qué cantantes ha hecho este trueque.
Bizarrap, en cambio, no necesita un diseño preciosista para atraer: “En cuestión de estética, las sesiones son horrorosas, es lo más feo que he visto jamás con esa luz y el aparato de aire acondicionado siempre en plano. Tiene un punto punky y un poco trap”, distingue el crítico musical Víctor Trapero. Lo que ofrece el argentino es un tema inédito al mes y lanzado por primera vez en su plataforma, “por lo que la expectación y el hype son enormes”.
A pesar de que ahora son una institución, tanto Colors como Bizarrap y Gallery nacieron con un objetivo moral: dar a conocer a artistas fuera del mainstream. “El criterio es variado para radiografiar lo que se escucha ahora. Los fans han hecho el concepto muy suyo, nos piden artistas y a ellos les piden que hagan un Gallery”, explica el project manager de la plataforma.
La única condición que ponen es que la pieza musical sea exclusiva o que les regalen una versión inédita. A partir de ahí, han mezclado desde el flamenco de Israel Hernández, el reguetón de Morad, el trap canario de Cruz Cafuné, el hip hop de la Mala Rodríguez o el pop de Amaia. Pero la sesión que marcó un antes y un después en Gallery fue la del argentino Duki y el propio Bizarrap, que les abrió las puertas de Latinoamérica.
“Yo llevaba tiempo hablando con el manager de Duki y nos dijo que Bizarrap iba a estar en España por esas mismas fechas. Lo teníamos que hacer cuadrar como fuese”, recuerda Pena. Al final lo consiguieron y el resultado se saldó con 3,2 millones de visualizaciones, lejos del récord que sigue ostentando Morad, con casi 8 millones.
Colors, inspiración en pantone
“Colors es imbatible”, dice Víctor Trapero. Lo que comenzó como una startup en 2016, ha convertido el minimalismo en un arma para crear tendencias y ser una parte vital del ecosistema musical. “Tanto Colors como Tiny Desk son referentes, y como ellos hacemos mucho hincapié en la parte estética y en que el artista tenga protagonismo”, dice el portavoz de Gallery. “El músico que no piense en hacer un Gallery, un Colors o un Tiny Desk para promocionarse es que no se está enterando de la movida”, cree Trapero.
Solo seis artistas españoles han tenido acceso al exclusivo estudio alemán. María José Llergo, cantaora y ganadora de un Goya, es una de las privilegiadas. “La propia gente de Colors se puso en contacto con María José a través de su Instagram”, desvela su representante, Laura Llamas. Así crearon en 2021 la icónica sesión de La luz:
“La única indicación era que teníamos que llevar dos temas no estrenados aún. Uno de ellos tenía que ser una versión más íntima y cruda, lo que ellos llaman Encore. Les presentamos La luz y Tu piel y fue unánime la aceptación. Luego nos propusieron los colores de fondo y con ellos diseñamos el vestuario. Para nosotras, la letra importa pero nada es gratuito. Por eso pensamos que era una ocasión excepcional para mostrar su imaginario y sus raíces: Andalucía en un contexto internacional”, explica Llamas.
La estética, de nuevo estuvo en el centro: “El vestido, diseñado por Leandro Cano, está lleno de símbolos recreados en piezas de cerámica, como las naranjas. Son un elemento habitual en Córdoba cuando llega la primavera e impregnan las calles con el azahar. Además, los abuelos de María José vendían berzas y leche en un carro tirado por una burra. Si te fijas, las naranjas cortadas parecen una rueda de un carro, por lo que es un homenaje a sus abuelos además del símbolo del pueblo gitano. Otros elementos del vestido recrean los míticos bodegones del pintor cordobés Julio Romero de Torres, que representó como nadie a la mujer andaluza, de pelo oscuro y 'ojos como pozos negros' que canta María José”.
“El abanico de artistas en Colors es muy amplio, algunos emergentes y otros con mucha proyección”, concede la directora de Radio Primavera Sound. Además, Marta Salicrú cree que su virtud es que priman la expresividad por encima de la fama, por lo que eligen a músicos “que tienen una capacidad de transmitir por encima de la media”.
“Creo que triunfan porque es un lugar en el que ver y escuchar al artista de manera 'desnuda', sin distracciones, focalizando en su actitud, su entrega y su estilo. La cuidada selección, no sólo en términos cualitativos, sino también en cuanto a género, estética y concepto, es algo muy atractivo y fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos”, concede Llamas, la representante de Llergo. Además, “representa una rica y preciosa diversidad cultural, racial, sexual, idiomática y musical”.
“Da la sensación de que la plataforma al principio tenía que pagar para conseguir a un artista pero luego ha pasado lo contrario: o se necesitan mutuamente o incluso el artista lo necesita más”, diferencia Trapero.
Colors no ha perdido su integridad durante todos estos años de triunfos y, aunque ha reunido a artistas de la talla de Billie Eilish, Jorja Smith, Doja Cat o Gunna, ha seguido buceando por los márgenes para ofrecer sonidos nuevos a sus seguidores. De España, además de María José Llergo, los traperos Pimp Flaco, Kinder Malo y Kid Keo, la rapera catalana Santa Salut y el artista urbano Sen Senra han sido agraciados con su propia sesión.
Lo breve y bello, dos veces bueno
“Este formato tiene muchísimos años, en realidad, pero ha ido creciendo y con la pandemia ha despegado. Empezó con sesiones en sitios especiales y ambientes raros, como el asiento trasero de un taxi de Londres o una mesa de oficina, como al principio hacía Tiny Desk. Los artistas estaban hastiados porque les hacían grabar en malas condiciones y con un sonido pésimo. En los últimos años ha primado la calidad”, compara Marta Salicrú. Algo que se ha unido a un cambio en la cultura musical, sobre todo después del coronavirus.
Estas sesiones encapsuladas pocas veces repiten artista, porque su razón de ser es la de proponer una especie de lista variada, un festival online. “En un momento en el que la vida de las canciones es tan breve, la industria está empujando a que haya una novedad cada semana”, explica Salicrú.
“Todo va encaminado a consumir más rápido. Un libro o una película se nos hace pesado, pero podemos ver TikTok y stories de Instagram de forma compulsiva. Un concierto requiere nuestra atención durante demasiado rato y, en cambio, toleramos una sesión de YouTube sin que se nos haga bola. Tiene mucho que ver con que hayan sido el sustitutivo de los conciertos reales durante la pandemia”, intenta esclarecer Víctor Trapero.
“La dosificación del consumo cultural es un hecho, y especialmente en el audiovisual”, concede su compañera en Radio Primavera Sound. Salicrú cree que las sesiones, igual que los pódcast o los capítulos de Netflix, dan al usuario la opción de “dosificar sus píldoras”. Además, “el algoritmo genera un circuito de reproducciones que se va retroalimentando”, añade Trapero. “Esas plataformas están haciendo la labor de prescripción que no conseguimos hacer los periodistas musicales”, se plantea Salicrú.
Estos vehículos entre el artista y su masa de fans han triunfado y lo seguirán haciendo. Muchas veces incluso más que las tradicionales vías de promoción de las discográficas y los medios de comunicación. Víctor Trapero añade otra clave, quizá la más importante: “Es como si vieras algo que no tendrías que estar viendo, algo íntimo, como si te hubieses colado”.