El grupo Kiss este verano en Murcia cantando “¡Cartagena!” –la ciudad a la que había ido a actuar– pero con la música de Macarena. Bill Clinton en 1997 bailando la coreografía oficial de la canción durante la campaña para su reelección presidencial. Los del Río en la Superbowl. Macarena sonando durante una demostración de masaje cardiovascular. La farmacéutica de Olot escuchando Macarena en la radio durante su secuestro. Los del Río visitando al Papa Juan Pablo II en el Vaticano. Los del Río entrando en la habitación del príncipe de Asturias mientras su madre le hace maleta para marcharse a estudiar a Canadá. Los del Río saliendo del bar madrileño Palentino cantando Macarena en la calle rodeado de miembros de Sidonie, La Habitación Roja o Izal después de ser anunciados como cabeza de cartel de un festival indie. Los del Río vendiendo millones de copias y ganando una estimación de 60 millones de euros por, ay, Macarena.
Los del Río incluyeron esta canción en su disco de 1993 A mí me gusta y no fue un éxito instantáneo, si no que antes tuvo que recibir algún empujón que la ayudó a conquistar el éxito internacional.
Los componentes de Los del Río la tienen registrada 27 veces en la SGAE: seis de ellas como canción original y el resto como títulos alternativos, que van desde Fuck Macarena a Madalena Macarena pasando por Tiki Tiki Tiki Macarena o Macarena Country Version. En el tema original más antiguo que registraron, Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones se declaran autores (compartiendo los derechos al 50% con tres editoriales musicales) tanto de la letra como de la música. Pero en el año 2011, el artista, comisario e investigador cultural Pedro G. Romero puso en duda que eso fuera así.
“Sin duda son los autores de la letra pero sobre la música existen numerosas versiones”, escribió en su artículo Arqueología de la Macarena, publicado por ZEMOS98 dentro de un proyecto alrededor de esta canción. Pedro G. Romero afirma que en la maqueta, hoy desaparecida, que Los del Río llevó a los productores de A mí me gusta (Manuel Soler y Jesús Bola) la canción tenía una “ridícula letra” sobre la base de una canción infantil que en la zona de los municipios sevillanos de Arahal y Morón de la Frontera se conoce como Trabajando en las minas de pan duro. “La adaptación de temas infantiles, canciones de corro o de excursión” era algo habitual en Manuel Soler, “maestro de Israel Galván, bailaor del grupo de Paco de Lucía o ”hacedor“ del paso que marcan los costaleros de San Gonzalo”, afirma G. Romero.
Muchos adultos recordarán de su infancia la canción, cantada a golpe de rítmico tacón contra el suelo, en cuya onírica letra tres sardinas y un gato se apostaron la manera de meterse en un zapato. Si es cierto que la Macarena de Los del Río se apoya en esta canción infantil, Romero Monge y Ruiz Perdigones se están apropiando del dominio público en su propio beneficio. Explica G. Romero que Soler tuvo la intuición de imbuir la canción infantil de cierto aire militar, acentuando el ritmo. Un tercer productor, Miguel Ángel Magüesin de los Santos, conocido en el ambiente flamenco como Doctor Keli, también trabajó en el tema. La tonadilla original se habría convertido así en un hit más resultón, aunque Los del Río nunca reconocieron ese origen de la canción. Soler le aseguró a G. Romero antes de morir (falleció en 2003) que tanto la melodía infantil como el “¡ay, Macarena!” eran aportaciones suyas.
Con la llegada del éxito, Soler demandó a Los del Río para que se les reconociera algún porcentaje de autoría sobre la canción pero perdió ese juicio porque las diferentes versiones “no eran concordantes” con la de Soler, explica Pedro G. Romero, y además convenientemente se perdió la maqueta original que podría haber probado cómo era la canción en un primer estadio.
Los del Río, no obstante, tienen otra versión sobre el origen de la canción. Según han contado en diferentes entrevistas, la chispa surgió en un viaje a Venezuela. Los músicos contaron que durante una fiesta en casa de un empresario, piropearon a una bailaora local y profesora de flamenco llamada Diana Patricia Cubillán. Según Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones la jalearon de manera espontánea cantándole “dale a tu cuerpo alegría Magdalena”. Según Rafael, Antonio escribió el resto de la letra al llegar al hotel en cinco minutos. ¿Por qué Magdalena? Quizá porque a Diana le faltaba una sílaba para encajar bien en la frase. En cualquier caso, optaron por cambiar Magdalena por Macarena, según ellos, porque una hija de Antonio se llamaba Esperanza Macarena y porque “las magdalenas suenan a desayuno”. Y aquí Los del Río venían a más, venían a merendarse el mundo. La bailaora no dejó pasar su parte del pastel de esta historia y en sus redes sociales y en la página web de su academia de baile se hace llamar Diana Patricia “La Macarena”.
La letra esa que Antonio se escribió en cinco minutos en el hotel contaba cosas como que Macarena engañó a su novio Vitorino con dos de sus amigos mientras él hacía la mili –todavía quedaban ocho años para que dejara de estar vigente el servicio militar obligatorio–, que le gusta la “movida guerrillera” –no se sabe bien qué es eso pero rima con Marbella– y que se compra modelitos en El Corte Inglés para irse a vivir a Nueva York y allí “ligar un novio nuevo”. En la exitosa versión en spanglish todo eso de los novios, los cuernos, Nueva York, y los grandes almacenes desapareció.
Pero la demanda más sonora llegó con los componentes de Fangoria presentándose en los juzgados que puso sobre la mesa la pregunta de si una remezcla es una obra original, o al menos si lo es en alguna medida, aunque sea pequeña. Los del Río encargaron a Nacho Canut, quien en aquel momento colaboraba con Carlos Jean para las canciones de su grupo, unas remezclas de baile. Estas se llamaron Macarena River Fe Mix 103 BPM y Macarena la Mezcla Guerrillera 130 BPM. Fangoria había recibido el encargo de realizar un remix de baile por el que fueron remunerados en 1993 con 300.000 pesetas (menos de 2.000 euros) pero que tuvo un éxito global brutal, sobre todo en EEUU, por lo que solicitaron que se les reconociera como arreglistas en lugar de como remezcladores. Lo pelearon hasta la última instancia (Estrasburgo) durante más de 10 años, sin éxito. Canut argumentó que los arreglos aportaban tal originalidad que merecían una mayor contraprestación por la explotación de la canción. Pero los jueces no lo entendieron así. Rafael Ruiz Perdigones, tampoco: “Como Macarena pegó ese zambombazo tan bestial, todo el mundo quería montarse al carrito”, dijo a este respecto en una entrevista en El País. “Aquello era como el que blanquea un cementerio y le quiere pedir el dinero al muerto” redundó, de una manera más gráfica, su compañero Romero Monge en la presentación de la seria Macarena, creada por la productora de Jordi Évole, en el festival South Internacional Series, según recogió Público.
Dentro de ese proyecto de Arqueología de la Macarena, ZEMOS98 y la discográfica Producciones Doradas lanzaron un disco con reversiones de la Macarena por grupos como Pony Bravo, Manos de Topo, Tarántula o Fluzo. Se tituló Macarena: Versiones Domésticas desde el Procomún, se puso en descarga libre y bajo una licencia de Dominio Público. El objetivo era “denunciar el uso indiscriminado del patrimonio público llevado al terreno de lo comercial”. “La intención de aquello no era tanto cuestionar las autorías, que en este tipo de músicas es un asunto de derechos y este está marcado obviamente por el negocio”, recuerdo Pablo G. Romero a elDiario.es. “La intención era señalar que en el gran éxito global de Macarena, lo que medio mundo bailaba era una marcha militar que inconscientemente los americanos convirtieron en su propia propaganda; ¡¡¡todo el mundo bailando una marcha de los US Marines!!!”, exclama con asombro.
Javi Álvarez es uno de los músicos que participó en le disco, con su proyecto Fluzo. Su canción Step in the Macarena, hace referencia tanto a la canción protagonista de esta historia como a Step in the Arena de Gangstarr. El propio tema tiene un componente “meta” pues en su letra habla de la historia de la canción, desde la popularidad que Bill Clinton le dio bailando el remix de Fangoria “y de ahí tirando hacia atrás”, dice Álvarez a este diario. Hace referencia también a la canción Tengo una pena que me consume, cara B de Saca el güisky, Cheli de Desmadre 75, alarmantemente parecida a Macarena, sobre todo cuando canta “Micaela, Micaela, Micaela”.
“La cosa es tan meta que en el tercer verso llega el propio encargo de la canción por parte de Zemos98, cuento un poco la extrañeza por la sucesión de casualidades, apropiaciones, samplerismos y plagios que conducen a componer la canción que está sonando. Todo ello salpimentando con algunas cositas que nos fuimos encontrando por el camino, un chiste de Eugenio que coincide fonéticamente con ese ”step-a“ (estepa), una entrevista a Los del Río cortado por frases del grupo de rap Zona Norte Posse, y la referencia final al Marijuana de Brujería”, explica el músico, conocido también por otros proyectos como Néboa, Dúo Cobra o por sus colaboraciones de arte sonoro y bandas sonoras.
Preguntado el artista por la presunta apropiación dice que, en su opinión, “tiene poco de presunta, es un fusil como la copa de un pino”. “Personalmente me gusta la circulación de referencias entre diferentes composiciones, épocas, estilos y autores, ¡vivan las reversiones y las perversiones, las referencias cruzadas, los homenajes y las reintrepretaciones! Mientras todo ello suceda en comunidades que cuidan este tipo de material, que acreditan a sus autores originales y que muestran de forma clara su recorrido está genial. El problema es el momento en el que la caspa se apropia del relato para, como no, sacar tajada”.
“Este proyecto extendió el mito Macarena con todas sus contradicciones, abrió un campo musical donde los Pony Bravo son los reyes, por decirlo de alguna manera, e incluso demostró que hasta con un engendro como Macarena se pueden hacer grandes canciones”, concluye G. Romero.