Janelle Monáe
Janelle Monáe
Dirty ComputerWEAR'n'B8/10Dirty Computer
“Cuando Frank Ocean, Solange, Beyoncé y SZA empujaron el R&B arty y alternativo hacia el mainstream, Monáe ya estaba allí”, recoge un interesante artículo de la revista Rolling Stone a propósito de la publicación de Dirty Computer, lo cual da una idea bastante aproximada de la posición de Janelle Monáe en el pop actual.
La artista de Kansas creció con la música de Funkadelic antes de convertirse en alumna aventajada de Prince, y su huella todavía es perceptible en este álbum que inicialmente iba a ser producido por su mentor. No solo porque buena parte de las canciones de Dirty Computer comparten la lúbrica vitalidad del genio de Minneapolis, sino porque antes de morir en 2016 aún tuvo tiempo de hacerle el último regalo a su pupila: esa línea de sintetizadores llena de groove que sostiene Make Me Feel.
Prince no es la única cara conocida que encontramos en lo nuevo de Monáe. Brian Wilson aporta unos juegos vocales que son puro Beach Boys en el tema de apertura que también da título al disco, Stevie Wonder lanza un speech de amor en una suerte de interludio bautizado en su honor como Stevie's Dream, y Grimes y la actriz y cantante Zoë Kravitz colaboran con sendos featurings. Aunque posiblemente a día de hoy la aparición más relevante del disco para la aldea global sea la Pharrell Williams en uno de los temas más funkys del disco I Got The Juice.
Pero más allá de todas esas colaboraciones y de un brillante paseo por los diferentes estilos de origen afroamericano -rap, r'n'b, soul, etc.- que hoy por hoy lo parten en radios de todo el mundo, Dirty Computer supone también el disco más confesional de cuantos ella ha compuesto hasta el momento, casi una salida del armario.
En anteriores trabajos, Monáe se escondió tras una máscara como una suerte de Ziggy Stardust contemporánea, creando para ello la figura de Cindi Mayweather, robot con forma de mujer que lejos de ser perfecta demostraba algunos problemas de funcionamiento por la manera de afrontar conflictos humanos.
No había que rascar demasiado para rápidamente entender a quién se refería con esta metáfora la extremadamente metódica y perfeccionista artista de Kansas, que en este nuevo trabajo abandona alter egos e identidades secretas para vencer sus propios miedos.
“Me he quitado un peso de encima cuando finalmente me he definido públicamente como queer, como alguien que ha mantenido relaciones con personas de diferentes sexos”. “Deja que los rumores sean ciertos”, canta en Don't Judge Me (“No me juzgues”), uno de los temas de un disco que por encima de cualquier otra cosa se convierte en una oda a la libertad de elección sexual.
Die Wilde Jagd
Die Wilde Jagd
Uhrwald OrangeBureau B / Gran SolKRAUT ROCK7/10Uhrwald Orange
No son pocos los grupos que aún hoy practican kraut-rock. De hecho, raro es que alguno de ellos no se asome por estas páginas prácticamente cada semana. Un estilo que, sin embargo, resulta inevitable ligar con un lugar -Alemania, por supuesto- y también un momento- la década de los setenta- concreto.
En realidad, la mayor parte de esos grupos se quedan con algunos de los tics más reconocibles del género, como son los ritmos metronómicos o determinado uso de los sintetizadores clásicos, pero su propuesta no profundiza en la tradición kraut. Al contrario sucede con Die Wilde Jagd, en origen un dúo y ahora, a la altura del segundo disco, vehículo expresivo de Sebastian Lee Philip en solitario.
Los ocho temas que componen Uhrwald Orange no sólo resultan fidedignos descendientes de Faust o Amon Düül II, sino que también responden al talante viajero y multicultural de aquella generación de locos maravillosos. Partiendo, cómo no, de la repetición como patrón, los experimentos de Sebastian Lee Philip en el estudio que da título al disco -y regentado por su exsocio- son el resultado de la apertura de miras y de sus viajes por el mundo.
Hay grabaciones de campo registradas en sus viajes por Portugal, pero también mantras, ejercicios de rehabilitación del folclore europeo y vuelos rasantes por el norte de África. Por supuesto que es un disco de género destinado a los amantes del legado de Can, Neu! y compañía, aunque exista un nexo todavía más evidente entre Die Wilde Jagd y la que llamamos “segunda generación kraut”, la de los Kreidler o Tarwater.
Grouper
Grouper
Grid of PointsKrankyAMBIENT-POPâ Grid of Points
8/10
A Liz Harris -o más concretamente a Grouper, el alias artístico de la de Portland- se la viene vinculando con la escena ambient-drone desde su irrupción artística allá por 2005. Y, efectivamente, tan cierto es que buena parte de la abundante discografía de Grouper ha escarbado en las posibilidades del ruido (ambiental) como que en sus últimos trabajos la investigación sonora parece la menor de sus preocupaciones.
Un vistazo a la evolución de sus portadas desde The Man Who Died in his Boat (2013), pasando por Ruins (2014) hasta este Grid of Points muestra un desenfoque gradual, como esa foto revelada en el tanque de líquidos que con el paso del tiempo termina por desintegrarse y convertirse en una mancha borrosa.
Es una metáfora bastante precisa de lo que propone la música de Grouper. En Grid of Point su voz vuelve a estar acompañada únicamente por el piano, y la edición digital posterior, aunque evidente, se limita a añadir a estas ocho canciones narcóticas, de pulsaciones al ralentí e imágenes en blanco y negro, un punto extra de atmósfera.
Grouper no es ni una pianista ni una cantante privilegiada (o al menos no lo demuestra en sus discos) y tal vez sus canciones no vayan a pasar a la historia del pop por sus perfectas melodías o estructuras imposible. Sin embargo, tiene la de Oregón la extraña habilidad de emocionar hasta congoja y llevarnos de la mano a esa dimensión desconocida donde habitan los fantasmas.
Henry Saiz & Band
Henry Saiz & Band
HumanNatura SonorisELECTRÓNICA-POPâ Human
8/10
El madrileño Henry Saiz es, además de uno de nuestros músicos más exitosos, un productor y DJ afortunado por llevar su trabajo a prácticamente todos los rincones del planeta.
De alguna forma, Human busca compartir esas experiencias con sus fans, planteando un disco en el que cada canción ha sido inspirada por una ciudad o un paisaje concreto: Lanzarote, Australia, Dubai, Maasai Mara, Saigon, el desierto del Joshua Tree, Tokio, Europa, los Andes y la Antártida. Ese, en ese mismo orden, es el viaje que Saiz propone con su nuevo álbum, para el que se ha reconvertido en Henry Saiz & Band. Esto es, dejándose ayudar por Eloy Serrano y Luis M. Deltell.
En cualquier caso, que no se echen a temblar sus fans de siempre. Que Saiz haya acudido a buscar inspiración en estos lugares no convierte a Human en un ejercicio de etno-techno. Al contrario. La fórmula está bien asentada desde su reverenciado debut Reality Is For Those Who Are Not Strong Enough To Confront Their Dreams (2013) y esta nueva colección de canciones continúa e incluso potencia la deuda de Saiz con el synthpop ochentero y la épica tal y como la entendieron los pioneros del pop electrónico francés de los 70 (Jean-Michel Jarre, Didier Mouani, Space,…).
Personalmente encontraba más inspiradas las canciones de su disco del pasado año bajo el alias de Hal Incandenza pero, como siempre en el caso de Saiz, el acabado final del disco es incontestable
Javiera Mena
Javiera Mena
EspejoSonyPOPâ Espejo
7/10
Como cada cuatro años desde que en 2006 debutó con Esquemas juveniles, aquí está de vuelta Javiera Mena, en este caso con el que es su cuarto disco de estudio. Pero Espejo supone algo más. Se trata del primer álbum de la chilena publicado por una multinacional y también del disco en el que creativamente rompe con su productor de siempre -Cristián Heyne- para ponerse en manos de un equipo entre el que encontramos varias caras conocidas: Fernando Herrera, Nico Parra y los españoles Juan Sueiro (Fangoria, Enrique Iglesias, Zahara), Alizzz y El Guincho.
La consecuencia de ello es un disco con más aromas, pero que respeta de arriba abajo la esencia del personaje que Javiera se ha construido a lo largo de los últimos años, con el tecnopop dominando el paisaje y puntuales incursiones en el reggaeton (Intuición, con la colaboración de la Bomba Estereo Li Saumet), una balada al piano (Cuando no la esperas) y guiños a la urban music que en nuestro país ahora mismo Alizzz y El Guincho están ayudando a definir.
Temáticamente y tal y como comentaba ella misma en una entrevista reciente en un medio de su país, Espejo resulta un disco de corte más introspectivo que los precedentes. Lejos de las declaraciones a corazón abierto de aquellos trabajos, la Javiera de 2018 reflexiona al tiempo que mira a las estrellas sobre cuestiones igualmente universales como la soledad o sus iguales (Todas aquí).
Los Hermanos Cubero
Los Hermanos Cubero
Quique dibuja la tristezaEl SegellFOLKâ Quique dibuja la tristeza
8/10
Hay que ser muy artista para afrontar la muerte de una persona querida desnudándote en público con una nueva colección de canciones. “Nunca había llorado escribiendo una canción / pero esta me hace daño, me coge el corazón” canta Enrique Ruíz Cubero en Sonrisa inabarcable. Y es que, como otros ejemplos recientes en el terreno del pop anglosajón -el Nick Cave de Skeleton Tree o el Mount Eerie de A Crow Looked at Me-, Quique dibuja la tristeza es a la vez un homenaje a esa persona que ya se ha ido y la historia de un luto, del día después.
“Ya te fuiste de aquí para siempre y a pesar de estar advertido nunca quise pensar en la muerte y el final nos llegó de improviso” (Un suspiro y un beso). Solo hay verdad en los versos de Enrique, descarnados, desprovistos de metáforas innecesarias, reducidos a lo esencial. Devastadores pues. Como esa portada dibujada por la hija de Enrique y de Olga, en la que ella todavía aparece representada como el corazón de la casa mientras otro corazón enorme -el de la niña y su padre, se intuye- se parte en dos pedazos a su lado.
El álbum ha sido registrado en directo en con un equipo móvil en Bodegas LaVeguilla Olivares de Duero de Valladolid, y en esta ocasión a Enrique y Roberto se suman Jaime del Blanco tocando violín y viola y Oriol Aguilar el contrabajo. La apuesta indubitada por el bluegrass, una música que aúna melancolía y aires festivos, sirve de contrapeso para tantísima tristeza.
Toundra
Toundra
VortexInside OutMetal instrumental8/10Vortex
Vortex es la forma latina para la palabra “vórtice” que se refiere al ojo de un ciclón, pero el mismo término también da nombre a una pequeña sala en la ciudad alemana de Siegen en la que Toundra no han parado de tocar desde que hace casi una década comenzaron su aventura europea. Ambos significados sirven para ubicar el quinto largo de la banda madrileña, hoy por hoy una de las más relevantes en el terreno del rock instrumental de ascendencia metalera en todo el mundo.
Tras la exitosa experiencia de IV, el álbum con el que definitivamente se lanzaban a la aventura internacional, los componentes de Toundra emprendieron un experimento junto a Niño de Elche que bautizaron Exquirla. En ambos trabajos había una complejidad y unas ansias por explorar nuevos territorios que les llevó a afrontar directos sinfónicos o presentaciones en teatros y auditorios, espacios bastante alejados del hábitat natural de los componentes del grupo.
De alguna forma Vortex supone una reacción a todo eso. Es su álbum más “rockero” y directo en muchos años, aunque desde el arranque con una ledzepelliniana intro y posteriormentea a lo largo de todo el disco se hace evidente que Toundra se encuentra en un momento de virtuosismo técnico al alcance de muy pocas bandas en todo el mundo.
A partir de esa colisión entre urgencia, brutalidad -espectacular arranque con la dupla Cobra y Tuareg- y una complejidad en las estructuras que recuerdan a ese malabarista que siempre introduce una bola mas en su número, se levanta un disco que no va a necesitar de trucos de magia a la hora de representarse en directo. porque la magia, en realidad, está dentro de las canciones.