La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Lana del Rey llega a un acuerdo con dos artistas españoles para evitar un juicio por plagio

Otro sorprendente caso que engrosa la lista de disputas en torno a los límites de los derechos de autor. Y es que la creatividad de los grandes artistas también puede dar signos de falibilidad; un descuido, una apropiación, una inspiración que raya la copia y todo su loado prestigio queda en entredicho. La historia está repleta reclamaciones y las más sonoras son las que acaban en juicio. No será este el caso: la prensa estadounidense ha publicado que ha habido un acuerdo amistoso entre dos artistas españoles (uno sonoro y otro visual) y Lana del Rey para evitar que una demanda de plagio se dirima en un tribunal de California.

Así es como se ha hecho público que Lucas Bolaño (Estrella Fugaz) y Julio Drove, de Toledo y Madrid respectivamente, demandaron a Elizabeth Woolridge Grant (nombre real de Lana del Rey) hace ahora un año alegando que esta habría usado sin permiso un fragmento de 17 segundos de una de sus piezas audiovisuales, Sky (2009), para su videoclip de Summertime Sadness (2012), concretamente en el arranque de este. Estrella Fugaz es un conocido proyecto de la escena musical independiente, a medio camino entre el folclore y la electrónica, con canciones preciosistas a base de sampleos, capas de sintetizadores, voces e instrumentos reales.

El audio original en disputa se corresponde con Strange Dumpling Cheeks, tema publicado en 2008 por Lucas Bolaño bajo el nombre de su proyecto anterior Experimental Little Monkey (2007-2016), y en cuyo Bandcamp se puede comprobar que dispone de licencia creative commons 3.0. Una modalidad más flexible de protección de derechos de autor que permite la copia e incluso la modificación, con ciertas condiciones, de la obra original: prohíbe su uso con fines económicos y obliga a atribuir su autoría. Es a partir de este corte que Julio Drove realizó, un año después, el vídeo rodado en formato Super 8 objeto de la polémica con Lana del Rey.

De los siguientes vídeos, el primero corresponde a la obra de los artistas españoles, el segundo al videoclip original de Lana del Rey (subido a YouTube por un usuario ajeno a la autora) y el tercero al videoclip sin los 17 segundos objeto de reclamación, publicado en la cuenta oficial de la artista.

En la demanda interpuesta por sus abogados se apuntaba que, si bien la película exhibía “diferencias marginales” por el recorte y la saturación de color con respecto a la original, estas pequeñas alteraciones “no suponen que la copia del material a los demandados sea menos evidente o atroz”. La denuncia, además de incluir las imágenes, también refería la utilización indebida de un corte de voz que susurra “Remember, I will always love you, bye”. El vídeo, que había recibido hasta entonces más de 350 millones de visualizaciones en YouTube, habría “generado millones de dólares en royalties” de los cuales “los demandantes no han visto ni un céntimo” ni tampoco “se les ha reconocido su trabajo”, continuaba.

Intento de desestimación

En respuesta a esta demanda, el equipo legal que representa a Lana del Rey solicitaba, el pasado mes de abril, la desestimación del caso debido al largo tiempo transcurrido pero sin mencionar la presencia o no del fragmento en el videoclip de su defendida. Y apuntaban, para ello, a la existencia de un comentario en la página en YouTube de los españoles, datado en 2015, que advertía, en inglés, “¡esto se usó en el comienzo de Summertime Sadness!”. Los demandantes “ignoraron una notificación clara, indiscutible y específica y esperaron siete años adicionales para presentar esta demanda”, alegaban los abogados de la artista para justificar el sobreseimiento del caso.

Bolaño y Drove, por su parte, afirmaron no haber visto ni el comentario ni el videoclip de la neoyorquina hasta 2022, declaraciones tenidas en cuenta por el juez del Distrito Central de California, Stephen V. Wilson, al denegar la solicitud de desestimación y dictaminar la necesidad de resolver el caso ante un jurado. Juicio que, sin embargo, no llegará a celebrarse. El anuncio del acuerdo amistoso entre los españoles y la artista (del que no han trascendido detalles) ha dado carpetazo al asunto. Los demandantes han declinado el ofrecimiento de este medio para hacer declaraciones al respecto.

Eliminación del fragmento

Hasta aquí los hechos. Pero el asunto merece un mayor estudio. Como puede comprobarse a través de cualquier motor de búsqueda, una nueva versión de Summertime Sadness, de menor duración (concretamente 17 segundos menos), ha sustituido al videoclip original objeto de polémica, prácticamente imposible de encontrar ahora. Se desconoce en qué momento fue editado, eliminado el arranque inicial y todo ello sin perder su número de visualizaciones, que en YouTube alcanza ya los 455 millones. Un suceso sorprendente que no solo demuestra el poder de las grandes compañías como Universal Music para solventar rápidamente este tipo de polémicas sino que, además, reforzaría la versión de los españoles.

No resulta tan sorprendente la reacción del fandom de la autora de Video Games que no ha tardado en posicionarse de lado de esta, rebatir la palabra y datos aportados por los artistas españoles e incluso acusarlos de oportunismo. Su preocupación, más allá de la cuestión legal, parece exclusivamente estética, mostrándose decepcionados por el borrado del fragmento que “añadía algo especial” a la película, tal y como se desprende de los comentarios en la página del vídeo de Julio Drove, Sky, en YouTube.

Pez grande...

Aunque los grandes gastos legales suelen disuadir a los pequeños artistas para interponer demandas que les protejan de los abusos de personajes de poder, recientemente en Estados Unidos un caso ha dado esperanzas. Es el fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos que condenaba al gigante del pop art, Andy Warhol, por el uso indebido de una fotografía de Prince realizada por Lynn Goldsmith y en cuya sentencia se dictaminaba que “las obras originales tienen derecho a protección de derechos de autor, incluso contra artistas famosos”.

Un asunto incómodo, el de los límites entre plagio y tributo, que Lana del Rey ya experimentó en 2018 cuando Radiohead amenazó con una demanda por plagio de su canción Creep, tema que, a su vez, había sido previamente denunciado por The Hollies en un litigio que forzó a los de Thom Yorke a incluirlos en los créditos. Una historia peculiar con final radicalmente distinto al de los hechos aquí reseñados.