Las letras machistas siguen copando la música y no solo es culpa del reguetón

“Estoy enamorado de cuatro babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna pone pero”. Cuando Maluma lanzó en 2016 la canción Cuatro babys, a cuyo estribillo pertenecen las líneas anteriores, se desató la polémica. El tema y su videoclip fueron acusados de ser “absolutamente denigrante para el género femenino”. No era la primera ni fue la última letra machista del cantante colombiano. Dos años antes, en El punto, había clamado: “Sexo en exceso nunca está de más. Se pone en cuatro y me pide que por el 'ch' la castigue”.

Pero no nos engañemos, ni Maluma fue el inventor de las composiciones machistas, ni quien pasará a la historia de la música como el último exponente en colarse en las listas de éxitos perpetuando y normalizando contenido misógino. Le han seguido muchos más.

Febrero de 2023. Bad Bunny publica La jumpa junto al rapero Arcángel, que reza: “Te escupo la boca, te jalo el pelo. Te doy con el bicho y con el lelo en el jet privado, un polvo en el cielo. Hoy quiero una puta, una modelo”. Noviembre del mismo año. El puertorriqueño, que ha sido el segundo artista más escuchado en Spotify en el mundo y el primero en España del año, entona en su sencillo Monaco: “Que la azafata te mame el bicho en el cielo. Lo que e'tirar quiniento' en el putero. Por eso tu opinión me importa cero”.

Continúa la misma senda Rauw Alejandro, que ocupa el quinto puesto en el ranking de artistas más reproducidos en nuestro país. Diluvio, una de las canciones de su disco Saturno que vio la luz el pasado mes de julio, expuso: “Castígala, dale lo que pide. 'Tamos en la zona que nada se prohíbe. Dale duro pa que nunca se olvide. Castígala, castígala”. Los tres temas de reguetón fueron señalados hace unas semanas por la campaña lanzada por la Federación Mujeres Jóvenes, para concienciar sobre las violencias que sufren las mujeres en su ocio nocturno. Ahora bien: ¿Qué denota que sigan difundiéndose este tipo de letras, que se griten y bailen cada noche en tantas discotecas, y que se inyecten a través de los auriculares de los millones de personas –muchas de ellas jóvenes– cada día?

“Es preocupante que a estas alturas, y después de llevar años hablando sobre este tema, siga sucediendo. Incluso a través de artistas que se supone que habían limpiado su ideario e imagen, y siguen cayendo en escribir e interpretar letras que perpetúan ya no machismo en general, sino violencia física y sexual”, valora a este periódico Almudena Heredero, presidenta de la Asociación de Mujeres de la Industria de la Música (MIM), que incide en que se trata de versos que no dan opción a equívoco por lo explícitos que resultan: “Son clarísimamente violentos contra las mujeres”.

Begonya Enguix, catedrática de Antropología Social en la Universitat Oberta de Catalunya, critica ante elDiario.es a quienes cantan este tipo de canciones “porque tienen la responsabilidad social de transmitir otro mensaje, que no sea sexista o de utilización sexualizada de la mujer que debe estar a entera disposición del hombre. Están proponiendo relaciones no igualitarias y no consentidas. Todo lo contrario de lo que propone el marco legal y social”. La experta señala el ejemplo de Bad Bunny como llamativo por ser un cantante que “hace muchos guiños de género. No es un machirulo al 100% todo el tiempo. Por eso genera todavía más shock que precisamente una persona que no va de machirulo tradicional tenga esas letras tan sexistas y violentas”.

Aun así, no atribuye a los artistas toda la responsabilidad de lo que entonan en sus temas. En un viaje de ida y vuelta, comenta que son composiciones que reflejan a una sociedad que es “machista y sexista, y que sigue objetualizando a las mujeres”. En la misma línea se postula la psicóloga Amparo Calandín, que ya alertó en un artículo sobre el calado que este tipo de música tiene en los jóvenes, al valorar la importancia inherente a la música: “Sus mensajes influyen por cómo los recibimos y cómo nos sentimos identificados con ellos en nuestra vida. Y sobre todo, nos influyen a normalizar y definir qué es lo correcto, o lo que se está viviendo una sociedad en un momento determinado”.

En concreto, expone que en los jóvenes es más acuciante por su edad, dado que “la parte racional del cerebro, la que juzga y es más crítica, no se desarrolla completamente hasta los 20 años”. Eso sí, advierte que esta es una problemática que va más allá: “Si se están sintiendo identificados con estas letras machistas es porque están de acuerdo con esos valores y son los que están practicando en su día a día, y lo único que hacen estas canciones es normalizarlo”. Para la psicóloga, que haya quien continúe estos “patrones conductuales está modificando la sociedad del presente y la del futuro”.

Un problema no solo del reguetón

Las letras expuestas en este artículo pertenecen al reguetón, pero el problema no se reduce solo a este género. Almudena Heredero insiste en que no es el único tipo de música que merece una revisión. “Efectivamente hay un problema del reguetón que perpetúa los mensajes machistas, heteropatriarcales y violentos. ¿Pero por qué no se pone el foco en otros estilos musicales? No es solo porque se cante en español y se entienda las letras, también porque va asociado a una procedencia geográfica y social determinada. Culpar al reguetón como el único problema no es justo”, sostiene la presidenta de MIM.

Begonya Enguix mira hacia atrás en la historia y explica que “al analizar la música como instrumento de transmisión cultural, prácticamente ningún periodo está libre de culpa”. Y propone como primera muestra de ello “cómo se ha conceptualizado el ideal de amor romántico”, ya que advierte que, mal entendido, “puede funcionar como subordinación de la mujer respecto al hombre”.

“Hay ejemplos en el rock y en el pop. Si buscas en internet hay miles de ejemplos de canciones de artistas de lo más insospechados que son profundamente violentas y machistas. No se trata de hacer una lista negra pero hay que ser muy consciente de lo que tenemos alrededor en todos los ámbitos. Y de poner ese foco en todos los ámbitos, porque hay un problema estructural dentro de la industria musical y de la sociedad. Este tipo de cosas no solo se escuchan en la música, también en declaraciones de políticos. Estamos viviendo auténticas barbaridades”, suma Heredero ampliando las fronteras del problema.

La presidenta de MIM recuerda que la responsabilidad tampoco debe recaer únicamente en los artistas, ya que no son los únicos que copan la industria. De ahí que subraye la necesidad de que haya más mujeres en puestos de poder tanto encima como detrás de los escenarios. “En el momento en el que ellas estén al frente de las discográficas, de los festivales y de las oficinas de management, todo se va a ver con más cuidado”, opina la que fuera directora del Primavera Sound Madrid celebrado el pasado verano. “Ya ha habido festivales, que son un buen escaparate para mirar las cuestiones de paridad, que están dando pasos adelante”, afirma.

La censura no es la solución

Las letras machistas siguen existiendo pero, ¿cuál es la manera de erradicarlas? “La política de la cancelación es profundamente peligrosa, y precisamente por ese peligro no tenemos que ir hacia la censura, sino hacia la visibilización”, argumenta la presidenta de MIM. La catedrática Begonya Enguix opina parecido, ya que recuerda que “la libertad de expresión es un elemento característico de la sociedad democrática a la que no deberíamos renunciar fácilmente. Además: ¿Quién pondría los límites? Para la profesora, debería incidirse en ”implementar mecanismos, sobre todo educativos, para que se sepa distinguir. Para construir una sociedad sana hay que dar herramientas críticas a la población“.

“Está muy bien que haya campañas como la de la Federación Mujeres Jóvenes porque sacan los colores a quienes tienen que sacárselo. Con la polémica en 2016 por la letra de Maluma, hubo quien se paró a pensar sobre ello. Es necesario que se visibilice lo negativo, pero aún más que se visibilice lo positivo”, indica Heredero, que reivindica a nombres feministas del reguetón como Villano Antillano y Tokischa por estar demostrando que este género “puede ser un elemento de libertad, de liberación y de visibilización de otras realidades”.

Ellas forman parte del grupo de artistas femeninas que “están haciendo mucho y muy fuerte para demostrar que el reguetón va mucho más allá de las figuras machistas. Que no se lo apropien”. La presidenta de MIM aprovecha para defender que, ante las críticas que han recibido cantantes como Aitana, a la que hubo quien acusó de hipersexualizar a los menores por bailar sexy en sus conciertos: “Las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos”.

“Si una mujer como artista decide libremente mostrarse de una determinada forma, bailar de una determinada forma o escribir un determinado tipo de letras sin que haya sido presionada por nadie, debe ser absolutamente libre de hacerlo. Es importante que ellas se empoderen en cuanto a su físico, cómo mostrarse y que sean quienes pongan los límites sobre ello. No tiene que venirles impuesto hasta dónde tienen que enseñar o hasta dónde un baile es o no explícito. Ahí el reguetón es un espacio de libertad que muchas mujeres han ocupado”, asegura.

Entendiendo la música como reflejo de lo que sucede en la sociedad, la presidenta de MIM aboga por un futuro que no contemple dar pasos hacia atrás, reclama: “Nuestra vida está íntimamente ligada con lo que escuchamos. Que ese íntimo esté ligado con avances sociales y culturales; y no con caspa”.