La poesía, por cómo se lee y se vive, en soledad o en las comunas silenciosas de los recitales, tiene algo entre lo pornográfico y lo eucarístico. Con el paso del tiempo, en cambio, se ha ido perdiendo su poder popular y ha quedado, quizá, como un objeto 'de lujo', con más prestigio que público. Entonces, ¿dónde han quedado los juglares? ¿Qué ha sido de aquellas estrofas ancladas en la memoria colectiva como un buen rezo?
Con motivo del Día Internacional de la Poesía, recuperamos a algunos de esos trovadores que pusieron pentagrama a las metáforas, cierto DoReMi a los versos, consiguiendo que el público de un concierto coreara (y coreé) los poemas de los grandes nombres: Neruda, Lorca, Celaya... Ellos nunca lo vieron, pero quizá intuían, que en algún momento, con una guitarra atrás y otra voz ante su escrito, la poesía fuera un arma cargada de futuro.
Tu risa - Pablo Neruda -Olga Manzano y Manuel Picón
Pocos han sabido comprender al vate chileno como Olga Manzano y Manuel Picón. Este matrimonio, ella, argentina y él uruguayo, construyeron varios de sus discos en torno a lo que escribió el autor de Residencia en la Tierra. Se adentraron en Los versos del capitán del Premio Nobel hasta dotarlos de una condición de plaza pública, reordenándolos en un disco homónimo indispensable. Por desgracia, a él se lo llevó un mal asma en 1994.
Palabras para Julia - José Agustín Goytisolo - Mercedes Sosa
En la voz de la cantautora sudamericana, Palabras para Julia, acaso una de las obras con más sentimiento del imaginario poético, resuena como un apoyo preciso, un alimento del alma, un pedestal sobre el que ir tomando forma en momentos cabizbajos, para levantarse: “Nunca te entregues ni te apartes/ junto al camino, nunca digas/ no puedo más y aquí me quedo”. Aquel secreto que le contó a su hija es uno de los mejores consejos que la poesía ha legado.
La saeta - Antonio Machado - Nuestro Pequeño Mundo
Aunque Joan Manuel Serrat fue quien la cantó para el gran público, esta pequeña joya del grupo extinto Nuestro pequeño mundo tiene toda la potencia de los versos del sevillano. Irónica como pocas y malcantada en Semana Santa, el poema viene a decir lo contrario de lo que enuncia: Machado no creía en pasos y procesiones, ni el cirio ni en la figura del madero. El “¡Oh, no eres tú mi cantar!”, en teoría, lo dejaba claro.
Romance del Conde Olinos - Anónimo - Joaquín Díaz
Cualquiera de sus canciones hubiera bastado. Olvidado injustamente, Joaquín Díaz hizo del romance un modo de entender la música como forma de comprender de dónde venimos para caminar mejor como un arriero con el destino aprendido. La tradición más pura se hubiera perdido o no sería lo mismo sin este zamorano, enamorado del folclore, de voz suave: lo más parecido a un trovador que España ha dado.
Pequeño Vals Vienés - Federico García Lorca - Silvia Pérez Cruz
Leonard Cohen amaba la poesía de Federico García Lorca. Tanto es así, que a su hija le puso Lorca Cohen. El canadiense le debía muchas cosas al granadino, lo sabía y le rindió su particular homenaje como mejor sabía: poniéndole a su servicio la guitarra con aquel famoso Take this waltz. Esta canción no es otra cosa que el Pequeño Vals Vienés traducido. Aquel pentagrama y la voz de cuchillo de Silvia Pérez Cruz le han dado un nuevo impulso, espoleando a las nuevas generaciones a volver a conocer a quien nunca debió irse.
Para la libertad - Miguel Hernández- Joan Manuel Serrat
Probablemente, no haya verso más capacitado para gritar poesía que el 'aún tengo la vida' del autor de El rayo que no cesa. En la voz de Serrat adoptó el empuje que en la sociedad que salía del letargo, allá por 1972, la convirtió en icono. Aún lo sigue siendo.
Como un dolor de muelas - Subcomandante Marcos - Joaquín Sabina
Le llegó una carta a Sabina y tenía encerrado bajo el lacre todo el poder de las cartas. Y una canción. En el remitente, el Subcomandante Marcos. Decía muchas cosas, cosas de la insurgencia y de la selva, pero sobre el final, mandaba unos versos: la primera estrofa de esta canción. “La tonadita puede ir más o menos así: tara-tarara- tarirara-etcétera, vos lo sabés, Sabina”, decía la carta. Dicho y hecho.
La poesía es un arma cargada de futuro - Gabriel Celaya - Paco Ibáñez
Todo lo que se diga de lo que ha hecho Paco Ibáñez por la poesía es poco o le sobran esquinas. El esqueleto de toda su obra han sido los versos, los poetas, sus amigos y su guitarra, el músculo. Gil de Biedma, Gloria Fuertes, Georges Brassens, Blas de Otero, Rafael Alberti, Jorge Manrique o este Gabriel Celaya han pasado por su voz y han puesto otro grito en el cielo “y en la tierra, son actos”. Como el suyo.