ENTREVISTA | Rosalía

“Me siento cantaora, pero no en el sentido clásico de la palabra”

Durante un tiempo ha sido poco menos que un misterio: se hablaba de una chiquilla de Barcelona, sin padrinos ni antecedentes familiares en la cosa del cante, que se subía a los tablaos y cantaba como los ángeles. Los ángeles, los mismos que ahora dan título a un debut discográfico en el que se deja acompañar por Raül Fernández “Refree”, músico y uno de los productores más importantes del panorama que ha trabajado con Silvia Pérez Cruz, Las Migas, Rocío Márquez o Christina Rosenvinge.

Entrevistamos a Rosalía en el preciso momento de la publicación de un trabajo conceptual que gira alrededor de la idea de la muerte, llamado a situar a esta joven de 23 años entre la aristocracia de la música popular española. 

Esta mañana leía una entrevista con El Niño de Elche que citaba a John Cage y decía: “Uno no sabe dónde están los límites del arte y de la vida”. ¿Se siente identificada?

Estoy de acuerdo y me identifico con esa frase. Creo que este proyecto con Raül es una declaración de principios, no solo por la vocación de experimentar, sino también por la recuperación que hemos hecho de los cantes antiguos. No es fácil hoy en día encontrar un disco en el que alguien cante dentro de una estética muy concreta y con unas letras que tengan que ver con una tradición flamenca tan antigua. A mí me interesa la composición, en mi tiempo libre compongo, pero para este primer disco he querido rescatar esa tradición, acercarme a unos cantes a los que llegué de la mano de mi maestro, José Miguel Vizcaya “el Chiqui”.

De aquí a unos discos quién sabe si me dará por publicar mis composiciones, que de hecho beben de esa tradición. En cualquier caso no me pongo límites, la música para mí no tiene compartimentos estancos en los que se sitúan unos u otros géneros. Intento avanzar todo el tiempo como músico y colaborar con gente, aunque resulten colaboraciones atípicas para una cantaora. Me siento cantaora, pero no en el sentido clásico de la palabra.

Todas sus biografías hacen referencia a que, sin antecedentes familiares en el mundo de la música, a los 13 años descubrió a Camarón y su vida cambió para siempre. Ese momento tiene algo de magia, de revelación cuasi religiosa.

Estaba con mis amigos en el parque poniendo música en los coches y hubo un hechizo que surgió de su timbre de voz que me enamoró. Su sensibilidad cantando, la expresión y lo primario de su forma de cantar, algo que Camarón compartía con los cantaores más antiguos.

Sin embargo, existe un enorme vacío sobre lo que ocurrió desde ese momento hasta el presente.

A los 13 años empecé a estudiar música, música negra sobre todo. Llevaba las canciones que me gustaban a mi profesor en una Escuela Municipal y las versionaba. También en ese momento empecé a subirme a los escenarios: buscaba la excusa para hacerlo porque desde muy pequeña me interesó tanto el escenario como lo académico. A los 16 años encontré a mi maestro, lo que significó un antes y un después, el momento en que empiezo a estudiar flamenco, aunque al mismo tiempo recibía clases de música moderna: piano, guitarra, solfeo, canto jazz, canto moderno, etc.

La música era mi prioridad, muchas horas, mucha dedicación, y tal vez por eso no tuve una adolescencia típica. Luego tuve que parar durante dos años porque me operé de las cuerdas vocales. Es algo de lo que no suelo hablar. Me hice daño por cantar mucho y como una salvaje: cantaba con mis amigos, cantaba por la calle, cantaba diferentes tipos de música, de forma intuitiva. Pasé un año sin cantar y otro de rehabilitación reaprendiendo a utilizar mi voz. A partir de ese momento entro en la Universidad y arranco una etapa en la que me convierto en habitual de los tablaos. Decido poner toda mi energía en el flamenco porque si no lo hacía, no llegaba hasta aquí. Aunque dejé de estudiar música moderna nunca paré de escucharla ni de componerla.

Conocer a Raül hace cosa de dos años también fue un punto de inflexión. Y tocar con Chicuelo y Alfredo Lago, que son los músicos que más me han hecho avanzar dentro del flamenco. Con La Fura también he hecho alguna cosita y he acompañado a Rocío Márquez.

Se suele hacer hincapié en que es una “estudiosa” del flamenco. ¿Se siente identificada con esa categoría?

Sí, porque cuando yo empecé con mi maestro no sabía nada, partí de cero y todo lo que he conseguido ha sido por haberme implicado, tomármelo muy en serio y convertirme en la cantaora que yo quería ser.

¿Es Los Ángeles un disco de ruptura con el flamenco clásico?Los Ángeles

Yo siempre digo que al mismo tiempo es y no es flamenco. ¿Ruptura? Prefiero que sean los demás los que se pronuncien. No sé lo que es este disco.

¿Cree que el flamenco, música enraizada en la tradición, puede llegar a los jóvenes de la misma manera que el pop, el rap o la electrónica?

Para mí, el flamenco tiene una carga emocional increíble y cualquier persona, de cualquier edad, que vaya a ver un concierto de flamenco si no se emociona un poco es que no tiene corazón. Eso para empezar. Pero también entiendo que es una música compleja, difícil, como un idioma que de buenas a primeras se puede no entender del todo. Más allá de eso intento ser honesta con mi manera de entender el flamenco y cantar desde mí misma.

Tengo la sensación de que cuando se habla de innovación dentro del flamenco siempre se hace referencia a la forma. Las temáticas, la parte lírica, permanece inamovible desde el principio de los tiempos.

El Niño de Elche actualiza las letras ¿no?

Y cuando eso sucede automáticamente se le sitúa fuera del género.

Ese es el tema. ¿Por qué tenemos que seguir hablando de flamenco? Tal vez sea otra cosa. Ahora mismo estamos disfrutando de una escena que no sé muy bien qué es y tal vez no debería recibir la calificación de flamenco, porque intenta buscar caminos distintos. Acabo de tocar en Apolo con Raül y la sala estaba llena de gente joven, cuando todavía ni habíamos publicado el disco. Eso es un orgullo muy grande. No sé si estaremos haciendo flamenco pero canto letras tradicionales elegidas a conciencia para que puedan gustarle a alguien de 20 años o de 50, temas universales y atemporales.  

Eso quería preguntarle. ¿Por qué ha elegido la muerte como tema vertebrador del disco?

Como podría haber elegido cualquier otro siempre que fuera igual de rico y universal.

No se me escabulla. Tiene 23 años y es su disco de debut. No puede ser una elección aleatoria.

A ver, la muerte es un tema universal del que también he aprendido gracias al flamenco. Si te paras a observar el flamenco habla de todo: de lo cotidiano, del amor y el desamor, de la muerte, de la espiritualidad, de celebración, de vida. La muerte es tragedia y en el flamenco hay mucha tragedia, que es algo con lo que me he familiarizado aunque solo sea por haber escuchado tantos discos que hablan de ello. Pero, más allá de eso, desde el primer momento pensamos en hacer un disco conceptual, y en esa lluvia de ideas sale el tema de la muerte. Y a mí cuando me enfrento a un proyecto artístico me interesa a la vez que me inquieta acercarme a algo que es ajeno. ¡Qué gracia tiene hablar de algo que está constantemente en tu vida! Y aunque es cierto que la muerte está siempre presente en nuestras vidas, yo no la he vivido de forma directa en mi familia. El proceso de grabar Los Ángeles me ha hecho aprender sobre el tema.

¿Qué otras cosas le apasionan al margen de la música?

Como dedico mucho tiempo a esta profesión, las cosas sencillas, como estar con mi sobrino. La familia es algo que valoro mucho. También me gusta el cine, me encanta la fotografía. Me cuesta leer porque me cuesta concentrarme: con el estudio tengo muchas cosas en la cabeza. Pero me gusta estar atenta a lo que pasa y, sobre todo a nivel musical, me encanta leer para descubrir cosas nuevas. Como ves, aunque me preguntaste por intereses al margen de la música inevitablemente vuelvo a ella. Me pasa eso, siempre acabo volviendo a la música. Pero, sobre todo, el cine, el arte y la danza contemporánea, que me fascina: Mal Pelo, Israel Galván... Me encantaría poder colaborar con un proyecto de danza contemporánea.

No debería ser complicado, ¿no?

Hay músicos con los que he trabajado que me han llevado a ver a Israel en directo y me lo han presentado. A María de Mal Pelo la conozco también y ojalá algún día podamos hacer algo; de hecho ella ha coreografiado un espectáculo en el que yo cantaba. Pero sí, el movimiento y la danza me interesan mucho. De hecho he bailado flamenco desde los 13 o 14 años.

¿Se considera preparada para el más que posible éxito de este disco y para la popularidad?

Creo que siempre he esperado el momento en que eso iba a pasar. Sentía que mi futuro era este o ninguno y no he dejado de prepararme para ello.