Era difícil no dejarse llevar por la nostalgia este viernes en el Mad Cool nada más ver sobre el escenario a Billy Corgan. El líder de los Smashing Pumpkins entraba solemne mientras sonaban los acordes del Sarabande de Haendel. Detrás de él, unos muñecos hinchables gigantes con forma de juguete antiguo hacían los coros a la melancolía llamada a impregnar todo el recital.
Corgan aparecía en el escenario vistiendo una sotana negra, con un look que resultaba una mezcla de Neo en Matrix y Varys de Juego de tronos. En el escenario le acompañaban el batería y el guitarra original de la banda formada en Chicago en 1988, Jimmy Chamberlin y James Iha.
De aquella formación faltaba la bajista, D'arcy Wretzky, que tras ciertas tiranteces no ha participado de este reencuentro. Sin embargo, no hizo falta ni un minuto para que la electrizante guitarra de Corgan, gustándose en el escenario, hiciera olvidar cualquier ausencia y mandara la melancolía a tomar vientos.
El potente guitarreo de clásicos como Zero se alternaba con temas de su último disco, Shiny and Oh So Bright sin que esto hiciera que decayera la conexión que se estableció entre la banda y un público entregado y con ganas de disfrutar. Pero era con los grandes himnos como Bullet With Butterfly Wings cuando la marea que llenaba la explanada del Mad Cool (cerca de 50.000 personas según la organización) comenzó a desgañitarse saltando móvil en mano.
James Iha ejerció de puente entre el escenario y el público para animar al personal. Pedía palmas, bromeaba sobre su “deprimente” día a día durante su estancia en Madrid y hasta lograba -¡oh milagro!- que en la cara de Corgan se dibujara una sonrisa.
En un momento, los muñecos coloridos gigantes y con aire circense giraron mutándose en figuras siniestras en blanco y negro, un halo fúnebre que no oscureció el resultado del repertorio. Canciones de Siamese dream (1993), Mellon Collie And The Infinite Sadness (1995) y Adore (1998) transportaron a una audiencia que ya peina canas a aquellos tiempos de grunge en casete rebobinada a bolígrafo donde los Smashing estaban en lo más alto de las listas de éxito internacionales.
Y así, mecidos por el pasado, llegaba la emoción con la desgarradora Disarm y el himno generacional 1979. Con Tonight Tonight directamente llegaría la catarsis.
Corgan se venía por momentos arriba -dentro de su contención- y elevaba los brazos hacia el público entregado, como invocando a un dios que en ese momento sabe que no es otro que él mismo.
El negro de los muñecos daba de nuevo paso a vivos colores mediante luces proyectadas en sus figuras y tras hora y media de concierto, el líder de los Smashing dirigía unas palabras de agradecimiento poco usuales a una “multitud increíble”. Today sería el broche al que sin duda ha sido uno de los “grandes días” del Mad Cool 2019.