“El mundo flotante” de Edo (actual Tokio) plasmado entre los siglos XVII y XVIII por el dibujante, pintor y grabador japonés Hokusai tomará a partir de mañana el Grand Palais de París con la mayor retrospectiva nunca dedicada antes fuera de su país.
Junto a sus obras del estilo también conocido como “ukiyo-e”, París propone disfrutar en profundidad de un artista de fama mundial que sigue suscitando gran curiosidad en el país donde a mediados del siglo XIX, un poco por casualidad, fue descubierto y apreciado por primera vez en su justo valor, mucho antes de serlo en Japón.
Entre los primeros admiradores de su inmenso, preciso, espiritual y prolífico trabajo destacaron artistas como Gauguin, Van Gogh y los impresionistas, quienes no solo coleccionaban sus estampas, sino que se dejaron también influir en sus telas por el espíritu oriental.
La primera sala da cuenta del abrumador impacto cultural que supuso en Occidente el descubrimiento del arte japonés y en particular de los “Manga” de Hokusai (1760-1849), “muy lejanos ancestros de los actuales 'mangas'”, precisa a Efe la comisaria francesa, Laure Dalon.
Pueden verse en ese primer espacio piezas inspiradas en un artista que comenzó a dibujar a los cinco años y que decía haber “finalmente” aprendido algo sobre “la verdadera forma de las cosas, los pájaros, los animales, los insectos, los peces, las hierbas o los árboles” a los 73.
Mientras triunfaba en Europa a título póstumo, en Japón, donde hoy es una celebridad y muchas de sus obras tesoros nacionales, Hokusai era conocido como un gran ilustrador, un artesano.
El éxito del japonismo en Europa “despertó las conciencias”, pero en Japón los ilustradores no fueron considerados como artistas al menos hasta la era Meiji, a partir de 1868, y hasta la II Guerra Mundial Hokusai no fue considerado como un gran artista, dijo Dalon.
Integrada por cerca de 300 obras, la exposición podrá verse hasta el próximo 15 de enero, pero entre el 21 y el 30 de noviembre permanecerá cerrada para cambiar por otras similares más de un centenar de piezas, aquellas que no pueden ser expuestas más de siete semanas seguidas dada su fragilidad.
En total, el Grand Palais mostrará medio millar de estampas, grabados, dibujos y pinturas de Hokusai, quien a lo largo de su carrera utilizó medio centenar de identidades, según los períodos, la escuela y el estilo adoptado, como marca la tradición en Japón.
El nombre de Hokusai fue el que le dio fama en vida, cuando ilustró el mayor número de libros, su trabajo fue así difundido por todo Japón y se hizo muy conocido entre los ilustradores japoneses.
El comisario japonés Seiji Nagata, director del Museo Katsushika Hokusai, dividió la muestra en seis etapas claves de su carrera, que corresponden a los grandes períodos de su vida y a sus firmas principales. Sin eludir sus períodos menos conocidos, como los primeros años de creación.
“Intentamos equilibrar el recorrido y cada una de las salas en función de la producción conocida del artista, de ahí que el período Itsu (1820-1834), el más famoso, con obras como ”36 vistas del monte Fuji“ y ”Gran Ola“, ocupe también la sala de mayores dimensiones, pues en muy poco tiempo produjo una enorme cantidad de obras.
Mientras que en los últimos años, cuando en 1834 tomó el nombre de “Gakyo Rojin Manji” (Manji, el anciano loco de pintura), no está ya en el mismo proceso creativo, hace “muy pocas estampas, muchos menos libros y mucha más pintura”, resalta la comisaria.
En ese período, cuando publicó la primera parte del libro “Cien vistas del monte Fuji” y anunció su deseo de vivir más de 110 años para poder alcanzar su plenitud artística, las imágenes del “mundo flotante” y las ilustraciones costumbristas, iban desapareciendo a beneficio del mundo animal, vegetal y de temas religiosos.