La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Noticia servida automáticamente por la Agencia EFE

El meteorito que no cayó, en 'El viaje de Arlo'

Será una de la películas familiares de estas Navidades. Un dinosaurio que parece humano, Arlo, y un niño que ladra y se mueve como un perro, Spot, protagonizan El viaje de Arlo, la última aventura de los estudios Pixar, que se estrenará en España el 27 de noviembre. A partir de una idea original de Bob Peterson -creador de Up y Buscando a Nemo- el guión se centra en el proceso de crecimiento de un pequeño y miedoso Apatosaurus, que por una serie de accidentes termina apartado de su familia, y se ve obligado a enfrentarse a sus temores en un viaje físico y emocional a través de los bosques norteamericanos.

“Al principio era más la idea divertida de cambiar los roles entre un niño y un perro, pero al tratar de llevar a la vida a esos personajes, surgió este enfoque en el salto a la madurez”, ha comentado el director y coguionista Peter Sohn. “En Pixar siempre tomamos como referencia nuestras propias vidas y buscamos algo auténtico desde el punto de vista emocional”, ha añadido Sohn, que tras quince años trabajando en la casa debuta como director de un largometraje. Su salto a la primera línea se produjo a raíz de una crisis creativa de Peterson, con quien estaba colaborando en el guión, que ha dilatado el estreno un año más de lo previsto. “Ha sido un proceso muy complicado”, admite la productora Denise Ream. “Había muchas líneas argumentales y había que decidir en cuál nos íbamos a centrar. El mayor reto ha sido sin duda que la historia funcionara. Desde el punto de vista de la producción ha ido todo sobre ruedas, en Pixar hay gente con mucha experiencia”.

Los paisajes extremadamente realistas, inspirados en los bosques de Oregón, Montana y Wyoming, en EEUU, contrastan con unos personajes de dibujos clásicos, eso sí, con mucha expresividad, un requisito imprescindible en una película en la que no abundan los diálogos. “Un animador es como un actor que trabaja con las manos”, dice el alicantino Juan Carlos Navarro, que lleva cinco años trabajando en los estudios de John Lasseter, en las afueras de San Francisco. “En este caso, con tantas secuencias sin diálogo, ha sido un reto precioso comprobar cuánto puedes comunicar sin palabras. En ese sentido -añade- trabajar con Pete ha sido genial. Ha creado un entorno donde los animadores teníamos mucha capacidad para aportar, él ha sido animador y comprende lo que nos gusta, siempre respetando su visión, claro”.

“Trabajar aquí es un sueño”

Navarro, que también ha trabajado en Monstruos University, Cars 2 y que actualmente está volcado en la secuela de Buscando a Nemo, asegura que en cada proyecto trabajan de media unos 800 animadores. “Es un proceso muy laborioso, pero es una pasión”, afirma. “Trabajar aquí es un sueño. Pixar es una comunidad de artistas donde hay una confianza, un respeto y un apoyo unos con otros que es lo que permite que salga el mejor trabajo posible. Te dan lo que necesitas para crear al máximo”.

El viaje de Arlo, eso sí, se enfrenta al difícil reto de suceder en la cartelera a la exitosa Del revés, uno de los mayores éxitos de la historia de Pixar, que cautivó a público y crítica. Lograr el difícil equilibrio de seducir a pequeños y adultos es una marca de la casa desde que se estrenó Toy Story, hace justo 20 años. En este caso, la balanza se inclina algo más a favor del “niño que todos llevamos en nuestro corazón”, admite Sohn.