Lo de “Urgente es por lo del Macba: el museo está sin director y sin comisario, después de unos meses donde decir agitación sería una mentira piadosa. El manifiesto ha sido impulsado desde el Observatorio 18M, apoyado por un grupo amplio de profesionales de la cultura vinculados con Barcelona (artistas, críticos, escritores, arquitectos, académicos), preocupado por la deriva de la política cultural en la ciudad en los últimos años y el ”estado de emergencia“ en que se encuentran algunas instituciones.
Los firmantes consideran que la cultura en Barcelona “puede estar entrando en una fase de declive grave” y ponen como ejemplo la crisis del MACBA, aunque no se trata del único caso, aseguran.
En el grupo, que busca “la defensa de la cultura”, figuran además Manuel Huerga, Oriol Bohigas, Frederic Amat, Claudio López de Lamadrid, Álvaro Pombo, Lluís Pasqual, Josep Lluís Mateo, Martha Rossler, Colita, Antoni Llena, Eva Lootz, Maruja Torres, Josep Pons, Nuria Amat, José María Guelbenzu, Victoria Combalía o Jonás Trueba.
Aseguran, a través de un comunicado escrito en catalán y en castellano, que “el manifiesto no está vinculado a ninguna iniciativa política” y, “si se lanza ahora, es por la sencilla razón de que, desgraciadamente, este es el único momento en que los responsables políticos escuchan”.
El manifiesto reconoce que “la inflexión de 1992 dio a la cultura un gran protagonismo en las políticas públicas de Barcelona”, y “uno de sus resultados positivos ha sido la creación de una red de instituciones culturales que, con su fuerte presencia en la ciudad, constituyen un importante patrimonio ciudadano, no de los partidos políticos ni de un determinado sector”.
Destacan tres instituciones en particular por su impacto en la ciudad y su proyección internacional: la Fundació Tàpies, el CCCB y el MACBA, que, a su juicio, “han funcionado como un verdadero servicio público”, con “sólidos programas de exposiciones, el debate y la educación, junto a la cooperación con agentes sociales diversos”.
Sin embargo, añaden, “en pleno siglo XXI, la tendencia a instrumentalizar los centros culturales parece ser un mal endémico” y aparecen síntomas del “repunte de una política cultural corporativa y parroquial que aspira a monopolizar el debate público, utilizando los museos como escaparate y propaganda partidista”.
A esta situación “se suma la creciente captura regresiva de las políticas culturales por las guerras identitarias” y unos recortes en los presupuestos culturales públicos de los últimos siete años que “han profundizado la precariedad estructural que está asfixiando la posibilidad de sostener proyectos institucionales significativos y transformadores”.
Mencionan como ejemplos negativos “el reciente cambio en la dirección del CCCB por cargos de partido; y el golpe de mano en el MACBA, dado con nula transparencia.
También las convocatorias de concursos para la dirección de museos y centros de arte, en las que se privilegia de manera inequívoca el perfil local del director y cuyos jurados, de composición dudosa, son meramente consultivos y dejan las decisiones finales en manos de los cargos políticos, siendo ahora el MACBA el último ejemplo escandaloso“.
Los firmantes dicen no querer ser “cómplices de la desertización cultural de Barcelona” al considerar que “el capital cultural público acumulado está siendo dilapidado” e instan a recuperar las instituciones salvándolas de “la regresión, del control partidario y del abandono”.