El nacionalismo y la xenofobia que “prevalecen” en Europa tienen “profundas consecuencias”, como la incapacidad de ocuparse de la actual crisis de refugiados, dijo el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, durante la entrega de esos galardones. Carlos Gustavo y Silvia de Suecia presidieron la ceremonia de entrega de los Premios Nobel a ocho hombres y dos mujeres, que los recibieron de manos del rey ante unos 1.570 invitados.
Alfred Nobel “estaría probablemente triste al saber que el nacionalismo y la xenofobia que caracterizaron la última parte del siglo XIX cuando vivió, aún prevalece en la Europa de hoy con profundas consecuencias, por ejemplo la incapacidad de las sociedades europeas para ocuparse de la actual tragedia de refugiados”. Nobel era “firme creyente en los valores humanos fundamentales. Probablemente habría reaccionado fuertemente a las amenazas que podemos ver hoy contra el racionalismo y las interacciones pacíficas entre personas de diferentes culturas”, aseveró además Heldin, quien no fue el único en hablar de refugiados.
El presidente del Comité Nobel de Literatura, Per Wästberg, que presentó a la galardonada, la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, aseguró que sus relatos “perturban” a sus lectores, “especialmente en este año de flujo de refugiados, cuando sus historias sobre la tenacidad y el valor de los desamparados son más apropiadas que nunca”. La ceremonia había empezado minutos antes en la Sala de Conciertos de Estocolmo, tras la entrada de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, acompañados por la princesa heredera Victoria y su esposo, el príncipe Daniel.
Los laureados recibieron de manos del monarca la medalla, el diploma y el certificado monetario, tras salir al centro del escenario y hacer una reverencia al rey, a los académicos y al público. En una ceremonia salpicada de interludios musicales en los que por primera vez en los Nobel la Orquesta Filarmónica de Estocolmo estuvo dirigida por una mujer, Anna-Maria Helsing, los logros de los premiados fueron glosados por expertos de la Academia Sueca.
Una taquígrafa en un alto tribunal
Así, Wastberg se refirió a la obra de Alexiévich Voces de Utopía diciendo que es su “obra maestra literaria y moral”, en la que traza “la historia mental de los ciudadanos soviéticos que ella asocia a una tumba, a un baño de sangre y a un diálogo interminable entre verdugos y víctimas lo más oculto posible”. En palabras de Alexiévich “el grito ahogado de Rusia” acerca de una pasado que “no debe volver, un ahora que no puede ser aceptado, un futuro que no ofrece esperanza”, señaló el académico. La autora de Voces de Chernóbil es “como una taquígrafa en un alto tribunal, enumera las injusticias (...) Aquí están las palabras de cientos de testigos por primera y única vez. Sin ella, nunca habrían visto la luz”.
En una sala decorada con flores en tonos pastel que evocaban la primavera, recibieron también el Nobel de Física el japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald, por descubrir que los neutrinos tienen masa, lo que es “crucial para nuestro entendimiento de la estructura del Universo”. El descubrimiento de nuevas terapias para enfermedades parasitarias por el irlandés William Campbel, el japonés Satoshi Omura y la china Tu Youyou, premiados en medicina, ha supuesto un “beneficio inconmensurable para la Humanidad”.
Los nobel de Química, el sueco Tomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco Aziz Sancar, consiguieron “realmente un gran logro” al descubrir los mecanismos con los que se repara nuestro ADN. El nobel de Economía, el británico-estadounidense Angus Deaton, confronta “lo que creemos con lo que podemos” y con sus análisis sobre consumo, pobreza y bienestar “domina cada detalle de los datos existentes e inventa otros nuevos a través de nuevas medidas”.
Los Premios Nobel están dotados con ocho millones de coronas suecas (855.000 euros) por categoría. El himno nacional sueco Du gmala, du fria (Tú antigua, tú libre) marcó el final del acto y la salida de los reyes y los príncipes de la Sala de Conciertos. En esta ocasión, la reina de Suecia eligió un diseño en rojo carmesí y una tiara de nueve puntas, mientras la princesa heredera vistió un diseño en tono berenjena en gasa de seda, con juego de transparencias y la tiara Connaught. La familia real, los premiados e invitados se dirigieron después al Ayuntamiento de Estocolmo, para un banquete con el que se cerrarán las celebraciones.