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Así usa el Ejército de EEUU los cómics como propaganda contra “hackers rusos”

A simple vista, Dark Hammer puede parecer un cómic más de soldados, testosterona y acción. Pero tras todo el derroche gráfico, por debajo de las balas y los tanques, se encuentra el verdadero propósito de la publicación: concienciar sobre el peligro de futuras amenazas en el ciberespacio. Hackers, drones, vehículos autónomos… Tanto el ejército ruso como el norcoreano son antagonistas de unas historietas donde los estadounidenses aparecen como abanderados de la democracia y el orden mundial.

El organismo responsable de estas publicaciones es el Comando Cibernético del Ejército de los Estados Unidos, quien en un comunicado explica cómo están dirigidas a soldados y estudiantes para “reflexionar sobre los peligros del dominio cibernético”. Los relatos no son elegidos al azar, sino que están inspirados en “una investigación” destinada a identificar de qué forma la tecnología puede ser utilizada “para atacar a militares y civiles”.

Después de la evaluación, según el documento, contactaron con varios escritores e ilustradores para producir “historias de ciencia ficción basadas en tendencias futuras, tecnologías, economía y cambio cultural”. Como Black Mirror, pero del Ejército de los Estados Unidos. De momento ya se han publicado tres tomos, todos ellos con una estructura similar: una pequeña introducción, una amenaza, y la posterior resolución, que puede ser positiva o negativa.

“¿Qué medidas de seguridad vigilan las máquinas de las que dependemos?”, empiezan planteando en 11.25.2027, un relato trágico ambientado en el año 2027 donde unos portuarios de Seattle pasan por alto una peligrosa mercancía. Este despiste, permite a unos terroristas hackear toda la cadena de suministros y utilizar varios drones automáticos para activar armas mortíferas. Pequeños errores que acaban en catástrofe mundial.

“En la historia de la propaganda, la necesidad de tener un enemigo para llevar a cabo tus propios planes políticos es muy habitual”, explica a eldiario.es Miguel Vázquez Liñán, profesor de Teoría e Historia de la Propaganda en la Universidad de Sevilla. El docente continúa diciendo que, además, el cómic es un formato perfecto para esto porque “tienes la posibilidad de deformar al enemigo para ridiculizarlo o demonizarlo. Es decir, para convertirlo en un monstruo”.

Al contrario de lo que sucede con otro tipo de campañas, las distopías creadas por el Ejército de EEUU no solo reflejan la victoria de sus soldados. En Silent Run, por ejemplo, un batallón norteamericano es abatido por las fuerzas autónomas rusas en la frontera de Rumania y Moldavia. “Los tanques se vuelcan, las miras fallan, las armas se atascan y la dirección se rompe”, advierten en el cómic. Todo ello, para mostrar los peligros que puede tener la inteligencia artificial en las manos menos indicadas.

“Para qué quiero yo mayor presupuesto militar si no me encuentro amenazado. Hay que sentir que los rusos no solo están mandando noticias falsas por Internet, sino que están fabricando tecnologías que podrían vencer las nuestras”, considera el experto en propaganda sobre los efectos del relato. “Aquí hay un punto de partida esencial: los buenos somos nosotros y los malos son ellos”, matiza.

Por ello, también frecuente toparse con grandes contradicciones. En Dark Hammer, los estadounidenses se ven forzados a emplear un objeto ultrasecreto para hackear los sistemas de sus enemigos, los norcoreanos, y así conseguir la victoria. Esa misma estrategia, que parece una gran herramienta de defensa, se convierte en un arma peligrosa cuando la utilizan otros. “Todo lo que hagan ellos, incluso si es lo mismo que hacemos nosotros, estará mal porque son los malos. Aquí el principio lógico no funciona”, considera Vázquez Liñán.

Twitter y Hollywood: propaganda más allá de viñetas

“Esto puede tener un cierto alcance fuera del ejército, pero no lo veo como algo masivo”, asegura el profesor de la Universidad de Sevilla, para quien resulta “relativamente normal” que los militares se preocupen de las amenazas futuras, porque “ese es parte de su trabajo”.

Otra cosa bien diferente sería si esa sensación de amenaza constante no fuera solo de los soldados, sino que pasara al conjunto de la sociedad. De hecho, ya ha ocurrido. “Sí veo masiva la colaboración que el propio ejército tiene con la industria de Hollywood o del cómic”, añade el docente. No es extraño ver escenas de Spiderman, Hulk o Capitán América en plena Gran Manzana mientras, de repente, aparece la bandera de Estados Unidos.

Para el experto en propaganda, “la idea del superhéroe ha sido utilizada para simbolizar conceptos más generales, como el de patria”. Estos no solo nacen para vender cómics o entradas de cine, también como instrumentos propagandísticos de opiniones. Vázquez Liñán pone como ejemplo “la colaboración de Walt Disney con el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial”, en la que incluso el Pato Donald acabó teniendo pesadillas con los nazis.

Pero la propaganda no fue algo exclusivo de un periodo histórico ni de un bando específico. Todos emplearon técnicas similares para intentar mermar la moral de los adversarios y realzar los valores propios. ¿La mejor muestra de ello? La Guerra Fría. En este periodo, como apunta el especialista, “hay numerosos ejemplos de la Unión Soviética para ridiculizar al enemigo capitalista, al estadounidense, y al modo de vida norteamericano”

En plena era de Internet, de la instantaneidad y las redes sociales, las campañas también se adaptan a las nuevas sociedades, ya sea en forma de meme o de fake news. “Estamos todo el rato sometidos a un montón de mensajes y, cada vez más, a mensajes que están orientados a confundirnos”, sostiene Vázquez Liñán, quien asegura que con las tecnologías digitales tenemos “muchas más posibilidades de expresión”, pero que no siempre son lo que parecen. “Algunos gobiernos difunden el miedo a ser vigilados para que no usemos esa libertad. Ese es uno de los objetivos de la Ley Mordaza”, asegura.

Es también lo que ha ocurrido con la teoría de los hackers amparada por algunos medios de comunicación y el gobierno de Mariano Rajoy. La finalidad de esto no es otra que atacar al independentismo catalán, algo que el profesor tacha de “una exageración que pasa de ser propaganda rusa para convertirse en propaganda española”.

A pesar de todo, mantiene el docente, “no siempre tiene que haber un plan diabólico detrás de la propaganda”. Además, las personas también elaboran sus propios sistemas de protección. “Por un lado somos más vulnerables a determinados tipos de propaganda, pero al mismo tiempo también estamos cada vez más descreídos”, argumenta. Precisamente por ello, la mayoría de aficionados a los cómics no tendrán Dark Hammer o Silent Run como referencia.