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Rachel Cusk: “Si naces mujer, no naces libre”

Barcelona —

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Barcelona, 28 oct (EFE).- Tras el éxito de la trilogía “A contraluz”, la escritora Rachel Cusk ha hablado este jueves en Barcelona de su último título, “Segunda casa”, donde aborda lo que ha denominado el “fracaso de la feminidad” y profundiza en las dinámicas que sostienen las relaciones humanas.

Después de trabajar en obras calificadas de autoficción, ahora ha vuelto a la novela con una historia, cuya clave es, según ha indicado, “el problema moral, el fracaso de la feminidad, el de la mujer que intenta superarse, llegar a algo, sin conseguirlo”.

A su juicio, el problema es que “si naces mujer, dentro de lo que es la feminidad, no naces libre, y a lo largo de la vida tienes que liberarte de esa falta de libertad, en un proceso de desarrollo personal que depende de la sociedad y de las personas que te rodean, porque es muy difícil poder hacerlo sola”.

Publicado por Libros del Asteroide y en catalán por Les Hores, el libro refleja lo que ocurre cuando una mujer invita a un prestigioso pintor, L, a pasar una temporada con ella y su familia en una segunda casa de invitados que acaban de construir junto a su hogar en una aislada marisma de la costa inglesa.

Abducida por la obra del artista, la protagonista buscará que la mirada de ese hombre ilumine su existencia, pero acabará viendo lo difícil que es ser auténticamente libre o las distancias que hay entre la realidad y las ficciones que cada uno construye.

Cusk, nacida en Canadá en 1967, residente un tiempo en Los Ángeles y, posteriormente durante muchos años en Inglaterra, aunque ahora vive en París, ha desvelado que primero le costó “encontrar la forma adecuada para expresar las ideas que tenía en mente, relacionadas con las últimas fases de la feminidad, la fase posfamilia o la fase posvida sexual”.

Sin embargo, topó con un libro que versaba sobre estas cuestiones, escrito en la década de 1930, “Lorenzo en Taos”, de Mabel Dodge Luhan, en el que se narra lo que pasó cuando esta mujer invitó en su casa de Taos, en Nuevo México, al escritor D.H. Lawrence.

De esta obra le interesó, especialmente, “cómo esta mujer, que no encontraba su propia capacidad para expresarse, encontraba una expresión propia a través del arte de los artistas que tenía alojados en su casa”.

“Fue como una especie de retorno a un uso legítimo de la ficción, como una máscara para mí misma, porque después de la trilogía alcancé el silencio y me daba cierto temor, reparo, superar ese silencio y, ahora, a través de este drama he encontrado la manera de ir más allá”, ha precisado.

Cusk ha señalado que en vez de optar por un protagonista escritor quiso que fuera un pintor porque “tengo la impresión de que el comportamiento de los artistas visuales es bastante peor, más drástico que el de los escritores hombres, optan por un abuso de poder o por comportamientos más extremos”.

No ha escondido tampoco que cuando escogió el título, “Second place” en inglés, no se dio cuenta de que en la traducción se podían perder matices porque esta expresión “significa tanto no saber estar en la parte alta de una carrera para llegar primero como segunda residencia”.

Desconocía cómo lo enfocarían los traductores en los diferentes países donde se ha publicado y “prácticamente todos han ido por la segunda acepción, pero no estoy muy convencida porque la clave del libro es el problema moral, el fracaso de la feminidad”.

Riendo al afirmar que cree que el amor no es su “especialidad”, ha sostenido que es dentro del amor “donde se formulan las preguntas sobre las libertades de la mujer”.

Tras confesar que escribir para ella es “como la ley, en el sentido de que su función, su labor, es la de corregir”, Cusk no ha dejado pasar que su identidad está muy moldeada por el hecho de haber nacido en un lugar de Canadá, haber llegado a Reino Unido en la segunda parte de su infancia y vivir ahora en Francia.

Estas circunstancias le han supuesto la oportunidad “de tomar conciencia y conocimiento de lo que tiene poder o autoridad sobre cada uno, sin ser conscientes de que lo son el lenguaje, la identidad nacional o incluso la ropa”.

En cuanto al hecho de haber estado en la lista larga del Premio Booker 2021, pero no haber superado el corte, ha rememorado que “nunca he quedado finalista del Booker, así que me da una buena sensación haber dejado Inglaterra, porque es un poco una herida abierta”.