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Cien pasos para recorrer cinco siglos en el kilómetro cero de Las Palmas de Gran Canaria

Solar Norte de la Catedral de Santa Ana. Las Palmas de Gran Canaria.

Gara Santana

21 de diciembre de 2024 14:54 h

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Hay estudios científicos que prueban que el cerebro humano con tres líneas dibujadas sin unir entre sí, consigue ver un triángulo y rellenar los espacios. Dicen que es un mecanismo de supervivencia de cuando vivíamos a la intemperie para reconocer el rostro de posibles depredadores escondidos entre la maleza. En la mente de los arqueólogos opera este mecanismo; donde un paisano solo ve restos de muros, tierra y sacos de escombros, ellos ven sustratos de historia de lo que pudieron ser, por ejemplo, el transcurso de cinco siglos de una ciudad, sus calles más antiguas y las personas que allí vivieron o malvivieron, incluso aquellas personas que no figuran en los libros de historia con nombres y, mucho menos, apellidos.

Este reportaje comienza en lo que se conoce como Solar Norte de la Catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria. Para los que pasan diariamente por allí es una incógnita, un espacio en blanco en el mapa de la ciudad, justo junto a uno de sus edificios más emblemáticos. Por todo esto, el arqueólogo Marco Moreno y su equipo de Tibicena están trabajando para rellenar los espacios en blanco de la Historia y que todo el mundo sepa que ese espacio pertenece a la ciudad y a ella se debe.

Hay unos 110.000 personas apellidadas Santana en España en este momento. El 70% está en la provincia de Las Palmas, un 3% en Santa Cruz de Tenerife, y un 2%, en Huelva. “Y todos ellos salen de aquí, de este suelo sobre el que estamos”, cuenta Moreno a esta redacción, sin soltar una carpeta azul que da cuenta de todo lo que explica. La cuna de expósitos (huérfanos entregagos a la beneficencia y caridad de la Iglesia), se crea en la ciudad en 1648, porque habitualmente se dejaban en la calle, en la puerta del Obispado y muchos aparecían mordidos por perros o por otros animales. Desde el momento en que se les acoge adoptan el apellido de la catedral anexa, Santa Ana, y su apócope Santana. 

Hay que remontarse a 1481. En ese año muere Martín González de Navarra, que en su testamento deja una manda pía; lega todos sus recursos, dinero, casas y demás, para la construcción de un hospital para pobres de solemnidad. Ese hospital sería el primero de Canarias de estas características y se atendería desde la Catedral.

Desde ese momento, la historia del Solar Norte parece estar condenada a un vaivén de ostracismo y vuelta a la luz, una dinámica que se arrastra hasta nuestros días y con la que Tibicena pretende terminar con paciencia. “Esto debe estar abierto al público, cuando estamos trabajando y abrimos la puerta Este, la gente se queda mirando cómo trabajamos”.

Gracias a un dibujo de Pedro Agustín del Castillo de 1668 adivinamos cómo fueron en 3D los restos que hoy obervamos del hospital, una iglesia, y varias estancias. “Sabemos que el hospital estaba dividido: había un edificio para hombres, un edificio para mujeres, pero a su vez también tenía una silla para el almacén de grano, un molino, una huerta, y un camposanto”.

A finales del siglo XVII la finalización de las obras de la Catedral tienen que pasar necesariamente por decidir el destino del Solar Norte con la realización de un crucero, y un detalle importante: “querían hacer una iglesia del sagrario, el lugar donde se guarda la eucarestía. Suele ser una capilla, que a veces funciona como parroquia. De hecho, en la catedral de Sevilla hay una parroquia interior que es la iglesia del Sagrario. Y este es el modelo sevillano y estaba prevista aquí”.

Es entonces cuando la Iglesia se hace con la propiedad del solar a finales del siglo XVIII. “Hay un pleito también de por medio entre dos ingenieros; el ingeniero sevillano Miguel Hermosilla y Carvajal, que viene aquí a ver la defensa de la ciudad y le encargan un plano de iglesia del Sagrario. Los eclesiásticos, digamos, interfieren en el planteamiento del ingeniero y este se se cabrea y se va”.

Entonces entra en escena Diego Nicolás Eduardo Villarreal, que era racionero horiundo de Los Realejos, y ya era parte de la curia de la Iglesia católica. Como curiosidad y bajando un poco el tono de voz, Moreno señala que “su plano se parece muy mucho al de Hermosilla” y que cree que el sevillano tenía razón de su cabreo. Pero, advierte que Diego Nicolás Eduardo “era bueno, él hizo la iglesia de Gáldar, un tipo que venía a hacer cosas importantes”. De modo que Diego Nicolás plantea un edificio en el solar norte, empieza la construcción, la termina, por decirlo así, pero se muere en 1798. Su obra la sigue, de alguna forma, el escultor Luján Pérez, que es quien, siguiendo el plano de Diego Nicolás, logra que se cierre todo lo que hoy vemos por fuera. Luján Pérez, a partir de esas trazas, se imagina una iglesia del Sagrario, pero la muerte, tozuda y por aquel entonces impalacable, le encuentra en 1815. 

El misterio de qué va a pasar con el Solar Norte, en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, trasciende a la prensa de la época y mientras tanto sirve como arsenal de la guerra de Cuba, como carpintería, taller de biología y hasta para albergar un zoológico.

En 1819, con la división de la diócesis de Canarias, entre la Nivariense y la Canariensis, hay una disminución de caudales para la fabricación de lo que viene planteado para terminar la Catedral. En 1821, inmersos de lleno en el Trienio Liberal, se prohíbe que las catedrales tengan parroquias asociadas por motivos económicos y el proyecto de la iglesia del Sagrario se abandona. 

El misterio de qué va a pasar con el Solar Norte, en la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX, trasciende a la prensa de la época y mientras tanto sirve como arsenal de la guerra de Cuba, taller de biología, un vivero y hasta se proyectó para albergar un zoológico.

Un siglo entero de propuestas no ejecutadas

Es en 1902 cuando el Padre Cueto pide retomar los trabajos para la realización de las obras de la iglesia del Sagrario. “En los periódicos de entonces se recogen las reclamaciones de los alcaldes, primero de Hurtado de Mendoza (1925) y de Federico León (1928) de dar un uso público, en este caso una plaza donde se aprovecharía todo aquel espacio”, explica Moreno. Más tarde, el solar sigue utilizándose de forma diferente, siendo arrendado como carpintería mecánica, “con incendio incluido”, destrozando parte de las vidrieras de la cara norte. “Incluso, el obispo Marquina viendo las necesidades y la situación económica de la ciudad durante la Primera Guerra Mundial, propone la construcción de doce viviendas con las que dar empleo a los necesitados de la ciudad.

Ninguna de aquellas ideas arraigó. En cambio, otras voces, como la de Fray Lesco, hablando en nombre de Néstor Martín de la Torre, proponía en 1928 la construcción de un claustro ajardinado, aprovechando las paredes existentes, que se complementaría perfectamente con el futuro museo diocesano, pero la economía de posguerra no estaba para aquellos trotes.

Tiene que llegar el año 1953 para que Secundino Suazo, que había recalado en la ciudad años antes para crear un nuevo plan de ordenación urbana, es invitado por el Ayuntamiento a ampliar la capilla del sagrario, con la construcción de un baptisterio y un archivo. Habría que esperar a 1962 para que se levante un “sucedáneo” de la obra inicial de Suazo, que se paralizó tras una dura contestación social, encabezada por el periodista Benítez Inglott, quien, en un ataque frontal, llama “El adefesio” a la fábrica recién levantada.

"Fábregas, ya sabía que iban a aparecer los cimientos construidos por Diego Nicolás Eduardo de finales del siglo XVIII. Lo que no se esperaba era el resto. La excavación iniciada el 9 de julio de 2001, entre el repique de las campanas, modificó nuevamente el rumbo del Solar Norte", continúa explicando el arqueólogo

Marcos Moreno Arqueólogo de Tibicena

Tras la dictadura, en 1979 se aprueba la restauración de la Catedral a cargo de Salvador Fábregas quien dirige los trabajos hasta su finalización en 1998. “En este periodo de optimismo”, narra Moreno “es donde aparecen fondos y el interés por recuperar el viejo edificio catedralicio”. Francisco Caballero Mújica, Deán en ese momento, propone en 1987, la terminación de la Catedral, con miras al año de 1992. No obstante, no se plantea un edificio litúrgico, sino un centro sociocultural que diera servicios a la comunidad civil y religiosa. El arquitecto materializa su propuesta clasicista en una maqueta que es presentada públicamente en 1991. “Aquella señalaba el destino manifiesto del Solar, creando una especie de huella indeleble futura que había que cumplimentar. Ese era el destino del Solar y no otro”.

Sin embargo, a pesar de que la Caja de Canarias de enconces sufragaría la obra y que se disponía de los permisos, incluso con dos informes negativos en contra para su realización (de la ULPGC y de la Comisión Vegueta-Triana), la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, aprueba su realización, con todas las bendiciones de las administraciones intervinientes pero no contaron con poderoso detalle: los trabajos de excavación se iniciarían tal y como obligaba el cumplimiento de la nueva ley de Patrimonio, que por lazos del destino, se publicaba el mismo día que se aprobaba la realización del proyecto de Fábregas por el Gobierno de Canarias. “Fábregas, ya sabía que iban a aparecer los cimientos construidos por Diego Nicolás Eduardo de finales del siglo XVIII. Lo que no se esperaba era el resto. La excavación iniciada el 9 de julio de 2001, entre el repique de las campanas, modificó nuevamente el rumbo del Solar Norte”, continúa explicando el arqueólogo.

"Galdós en uno de sus cuentos hablaba de la Catedral Manca, nosotros creemos que no está manca, sino muda, o incluso amordazada".

Marco Moreno Arqueólogo de Tibicena

En 2007, siendo presidente del Cabildo el recientemente fallecido José Miguel Pérez, se logra que el Estado financie una gran excavación arqueológica a través del Ministerio de Cultura, con el objetivo de rescatar el lugar del olvido, recalibrando el proceso y teniendo ahora por protagonistas, “los mismos restos arqueológicos que otros vieron como un problema, coincidiendo, además, con la voluntad del obispo Cases. Las excavaciones realizadas en 2010 doblaron el interés histórico del lugar”.

El corazón de la ciudad

El Solar Norte esconde, aunque es imposible saberlo a simple vista, la memoria de cinco siglos en unos cincuenta pasos. Allí está, en palabras de Moreno “el kilómetro cero de la ciudad”, los edificios más antiguos de la ciudad, pero también restos funerarios, de santaneros sin nombre que jamás pensaron que la historia les permitiría trascender y, ahora, casi 14 años después, el Cabildo de Gran Canaria vuelve a tomar la iniciativa junto a Monseñor José Mazuelos, para dar el último empujón a este espacio, y transformarlo en un parque arqueológico urbano, que permita el conocimiento de la Catedral y de este Solar, y su relación con el devenir pasado de esta ciudad. “Galdós en uno de sus cuentos hablaba de la Catedral Manca, nosotros creemos que no está manca, sino muda, o incluso amordazada”, dice Marco Moreno, acogiéndose a esa máxima que ya es refrán popular cuando algo tarda en salir adelante “la catedral de Santa Ana, lo mismo está hoy que está mañana”.

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