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La RAE irrumpe en la política colombiana al documentar una palabra inventada en redes sociales

Felipe G. Gil

12 de septiembre de 2021 20:57 h

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La corrección lingüística y los entornos digitales suelen tener una relación complicada. La herencia de las contracciones provenientes del lenguaje SMS y la informalidad o las expresiones coloquiales que impera en muchos de estos espacios (desde Twitter hasta Whatsapp) hacen complicado mantener las normas a raya. Lo que es menos usual es que una palabra inventada en redes sociales involucre a un caso de presunta corrupción en Colombia y a la RAE. 

En muchas ocasiones se sigue haciendo una distinción entre lo que sucede en entornos digitales frente a lo que sucede en los presenciales. Como ya hemos visto con los memes que terminan siendo pancartas en manifestaciones, la realidad es más terca y las relaciones entre ambas esferas son mucho más complejas. ¿Cómo termina un representante político usando en el Plenario de la Cámara de Representantes la expresión “no me abudinee la palabra”? ¿Qué significa abudinear y cómo surge?“. El origen está en el apellido de la, hasta hace poco, ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Karen Abudinen.

La política colombiana perteneciente al partido liberal Cambio Radical, que forma alianza con el partido conservador Centro Democratico del actual presidente Iván Duque (envuelto a su vez en otra polémica en la Feria del libro de Madrid), llevaba meses envuelta en una polémica y antes de su reciente dimisión iba a afrontar una moción de censura en el Congreso. El origen de la polémica es que su ministerio adjudicó a la empresa Unión Temporal Centros Poblados un contrato de 1,07 billones de pesos (260 millones de dólares) para conectar a Internet a 7.000 colegios de zonas rurales y ésta presentó garantías bancarias falsas. Además de estas irregularidades denunciadas por varios periodistas, la empresa recibió un pago por adelantado de 70.000 millones de pesos (unos 19 millones de dólares) que siguen sin aparecer.

Las redes sociales comenzaron a usar las palabras “abudinear” y “abudinar” a finales de Agosto. “El crecimiento del uso del término parece orgánico. Ha habido unas voces que dijeron que fue coordinado. Desde nuestra organización encontramos que la primera mención que hay y parece un bot, por lo que existe la teoría de que hubo un inicio articulado. Pero lo que no se puede negar es que luego se desarrolló de forma orgánica”, comenta Carolina Botero, directora de la Fundación Karisma, dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos en Internet. La producción de contenidos fue imparable durante los días siguientes, llegando a generar todo tipo de memes. O la conjugación completa del supuesto verbo.

Como suele ser habitual en estos casos, las redes sociales  continuaban la fiesta-protesta con alegría y profusión, como cada vez que se unen crítica y humor. El hype eclosionó cuando un usuario decidió hacer una consulta a la RAE acerca de los verbos ABUDINAR o ABUDINEAR. Y la institución contestó: “Documentamos las formas «abudinar» y «abudinear» en textos de redes sociales como verbos de reciente creación, usados en el habla popular de Colombia con el sentido de ‘robar, estafar’”.

“Estaba claro que era una parodia que se usaba como forma de protesta ante la insistencia del gobierno en apoyar a la ministra frente a las críticas. Pero cuando la RAE contestó...fue como gasolina sobre fuego. Se volvió viral y encima ella se ofendió, lo cual generó un efecto Streisand”, comenta Botero. Karen Abudinen no solo se ofendió, sino que en medio de esta convulsión digital y política, tomó una decisión arriesgada: se dirigió en Twitter a la RAE a través de un hilo en el que se quejaba la institución había sido usada “por las jaurías digitales para incubar la falsa creencia de que mi apellido fue adoptado por ellos como verbo que significa ”robar o estafar“ en Colombia”.

La RAE ya había precisado previamente en su cuenta de Twitter en respuesta a otro usuario que que documentar “en absoluto implica su reconocimiento oficial ni mucho menos su inclusión en el diccionario académico”. Lo que ocurre es que algunos medios asimilaron “documentar” como “aceptar” y eso generó mucho más ruido: “La RAE es neutra para el género...pero aquí no se dieron cuenta de que se estaban metiendo en una disputa política”, comenta sorprendida Botero. De hecho, resulta llamativa la diferencia entre la generosidad con la que la RAE se ha pronunciado para reconocer que esto estaba sucediendo frente a la firmeza con la que suele intervenir cuando se trata de su postura con respecto al masculino genérico y al uso de la letra “e” como marcador de género inclusivo. 

Muchas palabras terminan por ser aceptadas en el diccionar a raíz de su popularización. No es algo nuevo. En algunos casos sucede con apellidos que terminan siendo adjetivos (dantesco) o sustantivos (sadismo). Lo que es un poco menos habitual es que un apellido termine por conformar un verbo. Por ejemplo, tanto “linchar” como “guillotinar” comparten una historia similar a la de “abudinear/abudinar” con respecto a su origen. Charles Lynch fue un terrateniente y revolucionario estadounidense que encabezó un tribunal irregular en Virginia para castigar a los pro-británicos durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Su nombre dio origen al término “linchamiento” y al verbo “linchar”. El cirujano francés Joseph Ignace Guillotin, diputado en la Asamblea Nacional recomendó el uso de una máquina decapitadora durante la Revolución Francesa. De ahí los términos “guillotina” y “guillotinar”.

El jueves por la mañana Karen Abudinen dimitía asegurando en un vídeo mientras leía un comunicado que había actuado con honradez y transparencia. “Desde luego no puede decirse que las redes sociales fueron quienes tumbaron a la ministra. Porque hubo investigaciones periodísticas y presiones políticas. Pero sí ha contribuido de forma significativa”, zanjaba Carolina Botero. O como dijo un ciudadano colombiano en Twitter: “Tristán Tzara el maestro DADA soñaba con que algún día el lenguaje tuviera el poder de un puñetazo, unos siglos después la conjugación de un verbo (Abudinear) tumba una Ministra corrupta, al fin las palabras son las cosas”.