Risto Mejide coqueteó con ser espía a lo James Bond, “aunque probablemente hubiese acabado siendo Mortadelo”, se hizo el jurado de talentos más popular de la televisión y ahora regresa con sus entrevistas en “Viajando con Chester”, grabadas en el tiempo libre que le deja su profesión, la publicidad.
“Soy un mercenario de la comunicación”, asegura Mejide cuando se le pregunta si estaría dispuesto a publicitar a cualquier partido, y añade: “Siempre que la campaña esté dirigida a mayores de edad, vendo lo que haga falta”.
Lo que nunca anunciaría es juguetes: “Manipular a un niño para que le pida algo a sus padres debería estar penado”.
Risto Mejide (Barcelona, 1974) vuelve ahora con su sofá Chester en una segunda tanda de entrevistas, o más bien “conversaciones”, a un grupo de personajes relevantes de la sociedad española que se iniciará este domingo en Cuatro (21.30 horas) con los periodistas Luis del Olmo y Pedro J. Ramírez.
El primero, pese a que su hijo le aconsejó que no participase en el programa, sorprenderá con confesiones sobre las numerosas ocasiones que ETA intentó atentar contra su vida, y el segundo aportará “cosas muy interesantes sobre su futuro profesional”, tras dejar la dirección de El Mundo, explica Mejide.
El publicista y presentador estudia “a fondo” la trayectoria vital de cada invitado, para después iniciar una conversación que suele comenzar con un ¿cómo estás? y en la que no hay preguntas guionizadas; así lo hará con invitados como Pau Gasol o el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo.
“La mejor improvisación es la que se prepara, como me enseñó Luis del Olmo”, apunta Mejide, que se ha visto sorprendido esta temporada por personajes como Luis Rojas Marcos, “que nos hace una confesión sobre su infancia que sorprenderá”, o con “momentazos” como el del exseleccionador nacional José Antonio Camacho hablando de la homosexualidad en el fútbol.
También destaca el capítulo sobre el peñón de Gibraltar, en el que aparecen testimonios “nada habituales en los medios nacionales”.
“Después de este programa igual me tengo que ir del país”, anticipa el presentador, quien asegura que en su programa nadie le ha “puesto la tijera” para censurar los contenidos.
“Saben que si lo hubieran hecho lo diría, como cuando se me censuró en 'G-20' (un programa de Telecinco) para no sacar un vídeo de Ana Rosa Quintana, y lo dije en directo. Si algo tengo es que soy un bocachancla, y un bocachancla no se calla nunca”, explica.
La buena acogida de “Viajando con Chester”, el mejor estreno de un espacio de entretenimiento en Cuatro desde febrero de 2013, con una cuota de pantalla del 7,2 % y 1.484.000 espectadores, le ha permitido a Risto una “segunda oleada de fama” y un “nuevo público” que le sirve para mantener su auténtica vocación, la de escribir
“Escribía mucho antes de ser famoso, y escribiré toda mi vida. La diferencia es que ahora me publican, y de lo que más orgulloso me siento es de los cinco libros que tengo publicados”, asegura.
Años atrás, sin fama ni trabajo, Mejide optó en 2000 a una plaza del Centro Nacional de Inteligencia en la que solicitaban españoles que supieran chino, idioma que había estudiado durante tres años.
“Envié un currículum y me llamaron, pero dos años después nos pude asistir a las últimas pruebas, estaba ya trabajando en otras cosas, pero estuve una temporada coqueteando con ser James Bond, aunque hubiese acabado siendo Mortadelo, porque con este afán de protagonismo que tengo...”, explica.
Ahora que ha probado con las entrevistas en Cuatro, no sabe si volvería a hacer de jurado de talentos: “No digo nunca jamás, también dije que no volvería a hacer televisión y mira.... Depende del proyecto”.
Parte de su público echa en falta ahora su acreditada dureza como jurado, pero él tiene claro que en “Viajando con Chester” no está “para juzgar a nadie”.
Con una cuenta de seguidores en Twitter en la que acumula 1,7, Risto Mejide se muestra partidario de que los usuarios de las redes sociales se “identifiquen” para poder pertenecer a ellas.
“Las redes sociales no deberían ser una guarida de cobardes, que se escudan en una falsa identidad para decir barbaridades”, señala el publicista, quien, no obstante, cree que para atajar las opiniones que puedan hacer apología del terrorismo o la violencia, “está el Código Penal”.