Un panel localizado en un yacimiento rupestre de Fuerteventura puede convertirse en una piedra “Rosetta” del alfabeto de los antiguos indígenas canarios, pues en él se inscribió a la vez en caracteres líbico-latinos y líbico-bereberes la misma expresión: “hijo de Makuran”.
La investigación se incluye en la ponencia científica “La cumbre escrita. El Cuchillete de Buenavista”, que presentaron María Antonia Perera y José Juan Jiménez en las Jornadas de Estudios de Fuerteventura y Lanzarote y cuyo resumen difunden en internet el Archivo General del Cabildo de Fuerteventura y Museos de Tenerife.
José Juan Jiménez, que es conservador del Museo Arqueológico de Tenerife, señala en una entrevista a EFE que la inscripción de este panel abre grandes posibilidades de comprensión alfabética y precisa que en él se ha grabado en líbico-latino “hijo de Makuran y de Timamasi, hija de Timamasi” y en líbico-bereber “hijo de Makuran”.
Los investigadores seguirán profundizando en esta investigación novedosa, pues se trata de la primera “genealogía de parentesco” descubierta hasta ahora de los antiguos habitantes de Fuerteventura y Lanzarote en un yacimiento rupestre en el que se escribieron en lengua líbica antigua nombres de personas emparentadas empleando dos alfabetos contemporáneos distintos.
Ello implica que en estas islas empleaban dos alfabetos y una misma lengua norteafricana, según se deduce de este descubrimiento arqueológico rupestre que constituye una aportación innovadora para la investigación del poblamiento antiguo de Canarias.
Según José Juan Jiménez, que también es doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna, la utilización conjunta de estas expresiones alfabéticas explica el poblamiento de las islas más orientales del Archipiélago al comienzo de nuestra Era por un mismo grupo tribal que quedó disociado tras ser desembarcado en cada una de ellas “expuesto a los condicionantes de la insularidad durante más de mil años”.
«Esta simultaneidad de escrituras destaca su procedencia de un ámbito líbico antiguo que tuvo contacto con alfabetos de raigambre latina difundidos en el norte de África merced a la romanización», señala el arqueólogo.
Esto se explica porque los descubrimientos rupestres insulares demuestran que manejaban dos alfabetos y empleaban una misma lengua líbica ubicada a inicios de nuestra Era en el entorno de la provincia romana de Tripolitania.
Para el científico, la escritura que R. Rebuffat encontró en el yacimiento de Gholaia (en la actual Libia) se asemeja a los caracteres descubiertos en Fuerteventura y Lanzarote, posteriormente considerados de ascendencia latina por W. Pichler.
Y su localización inicial cerca del limes Tripolitanus coincide con los emplazamientos defensivos situados para paliar los trasiegos de las tribus nómadas, como Tallibari y Gheriat el-Garbia, las granjas fortificadas de Suq el-Buzra, Qasr Banat y Gheriat esh-Shergia, en un ámbito territorial de romanización, señala el experto.
Según el conservador del Museo Arqueológico, «los caracteres alfabéticos se corresponden con palabras que denotan nombres de ascendientes, antepasados, apelativos étnicos, deidades y elementos astrales».
Y en cuanto a la técnica de ejecución añade que las inscripciones líbico-bereberes suelen aparecer piqueteadas o incisas, mientras las líbico-latinas se promovieron mediante rayados e incisiones dependiendo cada caso de una u otra isla.
Si bien no suelen aparecer superpuestas, algunos hallazgos reflejan la solapada influencia y «mayor frecuencia en Fuerteventura de la escritura líbico-latina frente a la líbico-bereber mientras en Lanzarote sucede lo contrario, como ha demostrado María Antonia Perera, añade el arqueólogo.
De momento, el alfabeto líbico-latino sólo ha sido descubierto en Fuerteventura y Lanzarote, mientras el líbico-bereber se encuentra presente en todas las islas del archipiélago canario con diversas variantes.