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Corrupción policíal y chivos expiatorios

Las serie británicas dominan como pocas el formato antología y han convertido su modelo, una historia diferente cada temporada, en una marca de identidad al margen de modas y tendencias, como la que vive ahora la ficción de EEUU.

Entre las ventajas de este tipo de estructura es poder contar la historia que se quiere contar, en un número limitado de capítulos sin cansar a su audiencia y atraer a esos espectadores que no están dispuestos a atarse a una historia que se estira, a veces no de la mejor manera, en el tiempo. Cada temporada es una reinvención. Los espectadores que se quedan desarrollan una curiosa familiaridad con una historia que guarda conexiones con las que le precedieron y los nuevos seguidores se suben al carro de la serie sin tener que preocuparse por haberse perdido algo si no han visto la anterior entrega.

Todo esto es aplicable a Line of Duty, una serie policial al más puro estilo de la etiqueta BBC, con todos los elogios que eso conlleva, y una de las mejores series que la ficción europea ha dado en los últimos años. Line of Duty, disponible en Movistar+, siempre ha defendido un estilo y un ritmo propios, que han permitido a sus creadores ir dando forma a sus tres temporadas, y una cuarta que llegará en 2017, en un plazo en seis años.

El caso policial que centra cada temporada son los propios policías. Aquellos que deberían ser el lado correcto de la ley y que sin embargo podrían ser los corruptos con menos escrúpulos. Los encargados de darle caza son un grupo de policías, tampoco modelos en algunas áreas de su vida, pero comprometidos, en algunos casos con la tarea que han elegido y en otros la que les ha sido asignada. Frente a un sistema que ampara determinados desmanes y podría justificar otros, el trabajo de quien tiene que espiar a sus propios compañeros se complica y hasta el juicio que se va formando el propio espectador se cuestiona.

Los protagonistas son los miembros de la unidad anticorrupción de la policía de Birmingham. A lo ingrato de su trabajo, se suma que en cada temporada de la serie tiene que cerrar la investigación o por lo menos eliminar cualquier sombra de duda sobre algún policía considerado modelo de conducta entre sus compañeros pero al que uno de sus casos ha puesto en tela de juicio su integridad profesional. Algo que le da a Line of Duty un toque de originalidad frente a otras series de su género y una perspectiva siempre novedosa en el arranque de sus temporadas.

Otras de las razones para engancharse a Line of Duty es un reparto que parece un compendio de la ficción británica de los últimos años y que ayuda a dar por buena la buena labor actoral de la que pueden presumir unas series que se disfrutan todavía más en VOS.

Las serie británicas dominan como pocas el formato antología y han convertido su modelo, una historia diferente cada temporada, en una marca de identidad al margen de modas y tendencias, como la que vive ahora la ficción de EEUU.

Entre las ventajas de este tipo de estructura es poder contar la historia que se quiere contar, en un número limitado de capítulos sin cansar a su audiencia y atraer a esos espectadores que no están dispuestos a atarse a una historia que se estira, a veces no de la mejor manera, en el tiempo. Cada temporada es una reinvención. Los espectadores que se quedan desarrollan una curiosa familiaridad con una historia que guarda conexiones con las que le precedieron y los nuevos seguidores se suben al carro de la serie sin tener que preocuparse por haberse perdido algo si no han visto la anterior entrega.