Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.
Las miniseries han vuelto para quedarse
La miniserie no es un formato revolucionario pero es el que se ha puesto de moda. Los hábitos de consumo y costumbres de visionado de los espectadores están cambiando a una velocidad cada vez mayor y las cadenas están intentando seguirles el ritmo recuperado una fórmula que parecía de otro siglo. Hace décadas la miniserie brilló en la ciencia ficción (The Twilight Zone), parecía la idónea para las historias de misterio (Alfred Hitchcock presenta) consiguió retener parte de su razón de ser en las históricas (Hermanos de sangre, The Pacific, John Adams...) y ahora ha resurgido con fuerza gracias a la (r)evolución en la que ha entrado la forma de ver series de televisión.
Ahora mismo las que están de moda son las series evento, que antes de que alguien definiera exactamente qué significa el término se han desdoblado en historias antológicas y aquellas que intentan ganarse la atención mediática con el gancho de ser una historia cerrada, que si funciona deja una pequeña puerta abierta para tener una segunda temporada. De las primeras, las que han sacado más partido son True Detective, que prepara su segunda temporada a pesar de que HBO todavía no la ha confirmado de forma oficial, y Fargo, serie basada en la película de los hermanos Coen que ha sucedido a True Detective en los altares de los críticos televisivos. En el fondo guardan tantas similitudes, que dentro de poco que habrá que buscarle un nombre al subgénero que han conseguido crear con su éxito. Las dos son oscuras, están manos de un único guionista (en el caso de True Detective también de un único director) y exploran un lugar muy concreto de la geografía estadounidense. Es lo más cercano a las series de autor que ha llegado la televisión estadounidense en los últimos meses.
La gran impulsora de las series antológicas y su gran referente sigue siendo American Horror Story. Ya está preparando su cuarta temporada (que se podrá ver en otoño en Fox) y como es habitual parte de su campaña de promoción consiste en ir contando detalles de forma escalonada. Se titulará American Horror Story: Freak Show, estará ambientada en un circo en la década de los 50 y al grupo de actores que repiten cada temporada pero cambian de personajes (Jessica Lange, Sarah Paulson, Evan Peters, Frances Conroy…) se une Michael Chiklis.
La percha de miniserie/ serie evento también ha servido para resucitar series. Es el caso de 24 (Vive otro día) que ya está en la recta final de su novena temporada y será también el caso del regreso de Heroes del cementerio de series canceladas. Heroes Reborn se estrenará en EE UU en 2015 y aunque todavía no hay demasiados detalles sí que está confirmado que no contará con Milo Ventimiglia (Peter Petrelli) Hayden Panettiere (Claire Bennet) o Zachary Quinto (Sylar) y que, de momento, del reparto original solo estará Jack Coleman (Noah Bennet).
Una vez reabierto el camino y comprobado que la fórmula ha calado de nuevo, las miniseries serán todavía más numerosas las próxima temporada. A esto se suma, como explicaba hace unos meses Matthew McConaughey sobre su participación en True Detective, que muchos actores se muestran más dispuestos a trabajar en televisión porque no tienen que comprometerse durante muchos años con una misma serie. Steven Spielberg quiere llevar a la televisión All The Way, la obra de teatro que le dio a Bryan Cranston un premio Tony hace unas semanas, el Canal Historia está preparando Sons of Liberty, sobre la vida de George Washington, BBC y HBO se han asociado para The casual vacancy, basada en la primera novela de J.K. Rowling después de Harry Potter, y la última en unirse al club es la que quiere hacer la cadena NBC sobre los Beatles, que estará en manos del equipo que creó Los Tudors (disponible en Movistar TV a partir de agosto).
La miniserie no es un formato revolucionario pero es el que se ha puesto de moda. Los hábitos de consumo y costumbres de visionado de los espectadores están cambiando a una velocidad cada vez mayor y las cadenas están intentando seguirles el ritmo recuperado una fórmula que parecía de otro siglo. Hace décadas la miniserie brilló en la ciencia ficción (The Twilight Zone), parecía la idónea para las historias de misterio (Alfred Hitchcock presenta) consiguió retener parte de su razón de ser en las históricas (Hermanos de sangre, The Pacific, John Adams...) y ahora ha resurgido con fuerza gracias a la (r)evolución en la que ha entrado la forma de ver series de televisión.
Ahora mismo las que están de moda son las series evento, que antes de que alguien definiera exactamente qué significa el término se han desdoblado en historias antológicas y aquellas que intentan ganarse la atención mediática con el gancho de ser una historia cerrada, que si funciona deja una pequeña puerta abierta para tener una segunda temporada. De las primeras, las que han sacado más partido son True Detective, que prepara su segunda temporada a pesar de que HBO todavía no la ha confirmado de forma oficial, y Fargo, serie basada en la película de los hermanos Coen que ha sucedido a True Detective en los altares de los críticos televisivos. En el fondo guardan tantas similitudes, que dentro de poco que habrá que buscarle un nombre al subgénero que han conseguido crear con su éxito. Las dos son oscuras, están manos de un único guionista (en el caso de True Detective también de un único director) y exploran un lugar muy concreto de la geografía estadounidense. Es lo más cercano a las series de autor que ha llegado la televisión estadounidense en los últimos meses.