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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Las series británicas no son para espectadores impacientes

Las ficciones británicas habitan su propia isla seriéfila. En Reino Unido no entienden de temporadas largas, ni de series que se extiendan a lo largo de varias temporadas (si no contamos casos excepcionales como Doctor Who). Su estándar de calidad, con una media mucha más alta que otras latitudes, impone casi como una norma temporadas cortas compuestas por capítulos a los que les gusta aproximarse a la hora de duración.

Su ritmo de emisión también dista mucho del calendario, por ejemplo, que manejan las series estadounidenses, tan puntuales en sus citas de la temporada de otoño, la midseason y la tanda de novedades veraniegas, que en los últimos años han dejado de ser consideradas como estrenos de segunda fila. Las series británicas que se ciñen más o menos a un calendario fijo suelen regalar a sus fans una ración extra en Navidad en forma de capítulo especial, y hay otras producciones que se permiten hasta el lujo de poner dos años de espera entre sus temporadas o incluso finalizar temporadas por todo lo alto sin confirmar próximas entregas.

El ejemplo más sufrido por los fans es Sherlock. La primera temporada se estrenó lejos de la expectación que genera ahora, con el gancho de ser una actualización del famoso personaje de Conan Doyle y estar en manos de Steven Moffat, que se acababa de hacerse cargo de Doctor Who. Ganó notoriedad gracias a su calidad y a las carreras paralelas de sus dos protagonistas. Martin Freeman era el más conocido pero el despegue posterior de Benedict Cumberbatch ha sido espectacular.

La consecuencia que sufren los fans es que el tiempo de espera entre temporadas se ha elevado hasta los dos años. Pasó entre la segunda y la tercera, su emisión ha sido uno de los acontecimientos seriéfilos de 2013, y se repetirá entre la tercera y la cuarta. Sherlock volverá en Navidad de 2015 con un capítulo especial y más adelante lanzará los tres que conformarán su cuarta entrega. Para aliviar la espera, esta semana BBC lanzó la primera imagen promocional, que también ha sido noticia por un fallo de edición fotográfica. Recuerda al que sufrió hace unos meses Downton Abbey con una botella de agua demasiado moderna para 1920.

Los fans de Luther, como recogíamos en un post de la semana pasada, aprendieron a ser pacientes pero sobre todo habían asumido que la serie terminó en su tercera temporada. Había rumores de una película precuela o similar pero fue toda una sorpresa que BBC anunciara que en 2015 Luther (disponible en diciembre en Movistar Series) volverá con una cuarta temporada condensada en dos capítulos de 60 minutos cada uno. Es un caso parecido al de Wallander (también disponible en Movistar Series en diciembre) que en 2015 volverá para despedirse en su cuarta temporada. Como las anteriores estará compuesta de tres capítulos de 90 minutos.

Otra que se ha apuntado a los capítulos especiales es Black Mirror. No es una serie al uso, sus dos primeras temporadas están compuestas por tres capítulos completamente independientes. Su regreso navideño (en TNT el 29 de diciembre) es un capítulo de noventa minutos, con un reparto encabezado por Jon Hamm y Oona Chaplin, que calmará (o no) la impaciencia de los fans hasta la llegada de la tercera temporada, que está prevista pero sin fecha de emisión.

Las ficciones británicas habitan su propia isla seriéfila. En Reino Unido no entienden de temporadas largas, ni de series que se extiendan a lo largo de varias temporadas (si no contamos casos excepcionales como Doctor Who). Su estándar de calidad, con una media mucha más alta que otras latitudes, impone casi como una norma temporadas cortas compuestas por capítulos a los que les gusta aproximarse a la hora de duración.

Su ritmo de emisión también dista mucho del calendario, por ejemplo, que manejan las series estadounidenses, tan puntuales en sus citas de la temporada de otoño, la midseason y la tanda de novedades veraniegas, que en los últimos años han dejado de ser consideradas como estrenos de segunda fila. Las series británicas que se ciñen más o menos a un calendario fijo suelen regalar a sus fans una ración extra en Navidad en forma de capítulo especial, y hay otras producciones que se permiten hasta el lujo de poner dos años de espera entre sus temporadas o incluso finalizar temporadas por todo lo alto sin confirmar próximas entregas.