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La tele que critica a la tele

El verano no está siendo nada tranquilo para la televisión británica en general y para la BBC en particular. El paradigma de la televisión pública y de calidad está protagonizando encendidos debates políticos y sembrando dudas sobre la viabilidad de su modelo por los planes de futuro del Gobierno británico, que quiere poner fin a su modelo de financiación actual.

La cadena que alumbró a esa institución llamada Doctor Who o se ha ganado el corazón de los seriéfilos con Sherlock, Jonathan Strange y el Señor Norrell, The Honourable Woman, Wolf Hall… solo por hablar de algunas de sus últimos estrenos, afronta un futuro en la que podría acabar convertida en una cadena servicio público en la definición estricta del término.

BBC no es perfecta y muchas veces tendemos a idealizarla, pero los planes del Gobierno de Cameron no parecen una buena idea para cadena que emitió W1A, una serie de la BBC que se reía de la BBC. W1A (disponible en DVD) es del mismo equipo que alumbró Twenty Tewlve, un falso documental que en dos temporadas ironizó con los entresijos de la organización de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

A W1A, W1Aun título que hace referencia al código postal en el que se encuentra la mítica sede de la BBC, va a parar Ian Fletcher (un Hugh Bonneville en bicicleta y lejos de los códigos clasistas de Downton Abbey), un personaje que en Twenty Tewlve era el jefe del comité organizador de los JJOO y aquí es contratado como “Head of Values”. Un puesto que Fletcher no sabe como describir y que en la BBC no saben cómo explicarle en qué consiste. Al protagonista se le van uniendo algunos conocidos de la época de Twenty Twelve y sobre todo problemas para luchas externas e internas que forman el día a día de la BBC. Una serie que podría parecer hecha por su peor enemiga pero que es el mejor ejemplo de autocrítica.

Episodes (Movistar+) es mucho más festiva, más superficial (porque sabe cómo hacerlo) pero tiene la misma dosis de mala leche. Empezó siendo la serie en la que Matt LeBlanc se interpretaba a sí mismo pero, con el paso de las temporadas, se ha convertido en un gran manual de cómo funciona la industria en Hollywood y una serie imprescindible para los aficionados que semana a semana siguen los índices de audiencias, los demográficos y hacen quinielas sobre cancelaciones y renovaciones de la ficción televisiva de Estados Unidos.

Matt LeBlanc ha ido acumulando nominaciones a los Emmy y a los Globos de Oro, y Episodes sigue ensañándose con esos dos guionistas británicos que pensaron que iban a triunfar con el remake de su serie en Estados Unidos, tuvieron que ver como la cadena (sospechosamente parecida a NBC) la destrozaba y de paso aprender a base de traiciones, hipocresía y palmaditas en la espalda que Hollywood es la meca del cortoplacismo.

Después de cuatro temporadas Episodes (una coproducción de BBC y Showtime) está en su mejor momento y aunque no mete el cuchillo hasta el nivel de W1A, transforma el sueño americano de dos guionistas ingleses (Tamsin Greig y Stephen Mangan) en pesadilla sin perder la ironía.

El verano no está siendo nada tranquilo para la televisión británica en general y para la BBC en particular. El paradigma de la televisión pública y de calidad está protagonizando encendidos debates políticos y sembrando dudas sobre la viabilidad de su modelo por los planes de futuro del Gobierno británico, que quiere poner fin a su modelo de financiación actual.

La cadena que alumbró a esa institución llamada Doctor Who o se ha ganado el corazón de los seriéfilos con Sherlock, Jonathan Strange y el Señor Norrell, The Honourable Woman, Wolf Hall… solo por hablar de algunas de sus últimos estrenos, afronta un futuro en la que podría acabar convertida en una cadena servicio público en la definición estricta del término.