París, 20 oct (EFE).- Blanca Li tomó este miércoles asiento en la sección de coreografía de la Academia Francesa de Bellas Artes, convirtiéndose así en la primera dentro de esta rama recién inaugurada por una de las instituciones culturales más antiguas de Francia, en un acto oficial donde sorprendió con su talento y alegría.
Li, de nacimiento Blanca Gutiérrez (Granada, 1964), es además la undécima mujer entre los casi sesenta miembros de la Academia de Bellas Artes, una de las cinco agrupadas dentro del Instituto Francés, cuyo elegante edificio y conocida cúpula dominan la orilla izquierda de París, al sur del río Sena.
“Es muy increíble que sea la primera vez que la danza entra en la Academia Francesa, y que entre de mi mano, es muy emocionante”, reconoció Li a EFE tras el acto.
Vestida con una falda larga y chaqué bordado con los motivos de la Academia, en un diseño hecho por Chanel a su medida, y llevando en la solapa sus distinciones oficiales de Francia y España, Li se mostró natural y alegre durante toda la ceremonia, a la que acudió acompañada de su marido y sus dos hijos.
Además, no quiso hacer su presentación en solitario e invitó a varias decenas de bailarines, entre ellos el bailaor cordobés Rubén Molina, que combinaron flamenco, danza clásica y contemporánea ante la atenta mirada de los académicos, poco acostumbrados a este tipo de espectáculos en su interior.
“Esta Academia se está abriendo mucho. Están entrando artistas muy diferentes, han incluido el cómic, ahora la danza, se han dado cuenta de que esto tiene que moverse con gente que esté en activo”, opinó la coreógrafa, a cuya sección en la institución se unirán próximamente otros tres bailarines: Carolyn Carlson, Thierry Malandain y Angelin Preljocaj, nombrados después de ella.
“TODAS LAS DANZAS”
Tradicionalmente, los nuevos miembros pronuncian un discurso en honor a la persona a la que reemplazan dentro de la institución, pero en el caso de Li, al tratarse de un nuevo asiento, dedicó sus palabras a la danza.
Ahora, dijo Li, la Academia será la casa de coreógrafos, que serán invitados para hablar de su trabajo actual.
“Para mí, existe la danza, todas las danzas. Desconfío de los cenáculos y las exclusiones; abrazo la danza en su diversidad, sin jamás encontrar mi sitio en una casilla predefinida”, añadió Li, que fue presentada por el exministro de Cultura Frédéric Mitterrand, sobrino del antiguo presidente socialista François Mitterrand.
En la sala, eran proyectadas imágenes de la infancia de Li en Granada, ciudad que ocupó buena parte del discurso de Mitterrand, así como extractos del trabajo anterior de la coreógrafa.
Mitterrand citó las múltiples influencias que han convergido en la carrera de Li, desde el hip-hop que vio nacer en la calles de Nueva York, siendo alumna de Martha Graham en los 80; la música en sus años de la Movida con el grupo Xoxonees; y más adelante su trabajo con su compañía independiente, creada en París en 1993.
Desde entonces, en la carrera de Li ha habido todo tipo de coreografías, largometrajes, música clásica y en los últimos años un escarceo con las últimas tecnologías, al incluir realidad virtual en su último espectáculo, “Le bal de Paris”, estrenada en Madrid y en la capital francesa.
Instalada en París desde 1992 junto a su marido, el matemático francocoreano Etienne Li, y sus dos hijos, Li vive con un pie en Francia y otro en España, especialmente tras ser nombrada en 2019 directora artística de los Teatros del Canal, en Madrid.
“Yo siempre he tenido mi propia forma de hacer las cosas, nunca he seguido los moldes. He sido fiel a mis necesidades de artistas a pesar de que muchas veces iba a contra corriente. Lo que sentía hoy es que un artista tiene que ser sincero consigo mismo y con su propia carrera. Y a veces llegas a sitios insospechados”, defendió Li en la entrevista.
Su intención ahora como académica será seguir rompiendo esquemas y llevar la danza a las escuelas, para que no sea un arte que las personas descubran a los veinte años, sino que se “impregnen desde pequeños, porque es muy liberador y muy importante para el intelecto”.
Por María D. Valderrama