Dominique Strauss-Kahn era un político que lo tenía todo hasta mayo de 2011. Presidente del Fondo Monetario Internacional y una de las grandes figuras del Partido Socialista Francés era un hombre todopoderoso. Casi un dios. Hasta que una denuncia por una agresión sexual en un hotel de Nueva York presentada por la camarera guineana –y sin papeles- Nafissatou Diallo, acabó con su carrera. El caso se saldó con un acuerdo monetario, pero DSK tuvo que renunciar a todo. El dios se hizo humano y bajó de nuevo a la tierra.
Sin embargo, a partir de entonces, los artistas vieron en este hombre que hasta la fecha solo habitaba en los circuitos políticos y financieros, a un personaje extraordinario. Pronto saltó a las viñetas, al cine –Abel Ferrara dirigió Bienvenidos a Nueva York, basada en la historia, en 2014 y no sin polémica- y a la novela –el escritor Juan Francisco Ferré escribió Karnaval recreando su figura y obtuvo el premio Herralde en 2012- y ahora su turbia historia y su caída llegan al teatro de la mano de Víctor Velasco y Antonio Rojano en el montaje Dios K, estrenado en la cineteca del Matadero de Madrid.
“Es que lo que tenemos delante es como lo que sucedía en las tragedias griegas donde los hombres poderosos se enfrentaban a un destino trágico por un error cometido por los impulsos irracionales y pasionales. Nuestro Dios K está por encima de lo terrenal, considera que por su lugar en el mundo, está por encima y es capaz de abusar de cualquier ser humano”, comenta el dramaturgo Antonio Rojano a eldiario.es.
Por encima del bien y el mal
Precisamente esa superioridad y esa bajada a los infiernos terrenales hacían de DSK un personaje tremendamente jugoso. El escritor Ferré lo vio claro desde el primer momento y fue quien en el festival Frinje de hace dos años propuso un taller para dramatizar un fragmento de su novela. De ahí surgió este Dios K interpretado ahora por Alberto Jiménez en la figura de DSK y por Mona Martínez como todas las mujeres que le rodearon, desde su mujer a su amante, las prostitutas y la camarera guineana que le denunció.
Tanto para el novelista como para el dramaturgo, DSK aunaba todas las aristas del hombre contemporáneo en la crisis económica y moral reciente en la que a su vez entraban cuestiones como la desigualdad de género. “Ese comportamiento de abuso sobre una inmigrante de África que trabaja sin papeles en un hotel nos daba pie para hablar de la masculinidad. Concentra muchísimos temas que están hoy de actualidad y que de algún modo a raíz de esta figura nos ayudan a hablar de todo esto”, sostiene Rojano. De ahí que el montaje esté planteado en realidad como un caso de impunidad masculina ante el abuso sobre la mujer, más allá de ulteriores polémicas político-financieras.
El otro gran tema es la caída del poderoso. Es también lo que ha llevado a otros muchos artistas a interesarse por personajes que un día lo tuvieron todo. “Claro, es que este tipo de personajes cuando están arriba del todo no son interesantes, sino que lo son cuando se produce esa caída por cuestiones humanas, por cuestiones de alcoba e íntimas. Cuando están arriba del todo son figuras muy lejanas. Pero cuando se produce esa factura que tiene que ver mucho con lo humano, es decir, todos podríamos haber cometido algo así… Y el arte lo que trata es de comprender la realidad en la que vivimos usando a esta especie de personajes ejemplarizantes para bien y para mal”, comenta Rojano.
Bárcenas, el gran icono de la cultura popular
Precisamente, el gran icono pop de los últimos años en España ha sido el extesorero del PP, Luis Bárcenas. El teatro, el cine, el arte y la música se han dejado seducir por el causante de poner patas arriba a un partido a raíz de sus declaraciones ante el juez Ruz en julio de 2013. Ya en agosto de aquel año el artista Toño Velasco levantó polvareda con el lienzo ‘Sobre todo Bárcenas’, expuesto en la Muestra de Arte Contemporáneo de Arenas de San Pedro (Ávila) y que fue duramente criticado por la alcaldesa de la localidad, Caridad Galán, del PP, que todavía defendía al extesorero. El cuadro mostraba la cabeza de Bárcenas con la lengua a punto de lamer un sobre. Según afirmó entonces, el artista lo había hecho “como un revulsivo para hacer pensar, para generar debate” Aunque se ordenó la retirada de la imagen, el colectivo Añil, encargado de la exposición, se negó a quitar el cuadro.
En febrero de 2014, el artista Ausín Saínz expuso un lienzo en Salamanca en el que aparecía de nuevo Bárcenas con un excremento en la cabeza mirando de frente a Mariano Rajoy. En esta ocasión, la exposición sí fue cancelada por el ayuntamiento salmantino, también del PP, asegurando que no era apta para todos los públicos, además de ser escatológica. El artista se quejó y afirmó que era tan solo una exposición que incluso podría “ser divertida para un niño”. “Lo que busco es una reacción en el espectador. Mover conciencias. Por eso son obras con alto compromiso social. Actualmente la corrupción es uno de los problemas que más preocupa a los ciudadanos y a mí también”, añadió.
Aquel mes, la figura de Bárcenas llegaba por primera vez al teatro con la obra ‘Ruz-Bárcenas’ estrenada en el Teatro del Barrio. El texto de Jordi Casanovas estaba basado en la declaración que hizo el extesorero ante el juez Ruz. Pedro Casablanc y Manolo Solo eran los encargados de dar voz a estos personajes y en pocas semanas la obra se convirtió en un éxito de público, ya que ambos aparecían tal y como se les había visto los últimos meses en la prensa. No hubo ninguna crítica y de hecho la obra, que aún sigue estando en cartel, dio lugar después a la película B de Bárcenas, estrenada en septiembre de 2015 con los mismos actores. Eso sí, con el filme sí hubo problemas de distribución con varias salas.
Rodrigo Rato, Pujol, Fabra, etc
Otro gran personaje de la corrupción de nuestros tiempos e ídolo caído es Rodrigo Rato, ex ministro de Economía, ex director general del FMI y ex presidente de Bankia. Y, por supuesto, él también ha entrado en el Olimpo de la iconografía pop. En octubre de 2013, la compañía gallega Chévere le convertía en personaje de la obra Eurozone, estrenada en el Centro Dramático Nacional. Todavía no se conocía el escándalo de las tarjetas black, pero Rato era retratado como un hombre torturado por unos tipos que parecían la pandilla de Reservoir Dogs “por un atraco a la ciudadanía por parte de los principales líderes políticos y económicos con la complicidad de los bancos”, según proponían entonces desde la compañía. Sin pretenderlo, Rato se había convertido en carne de cañón para los artistas.
La exposición Querida corrupción, del colectivo Politicians for change en el espacio Trapezio de Madrid fue mucho más allá. Inaugurada en enero de 2015, en ella aparecían Jordi Pujol, Carlos Fabra, quien fuera presidente de la Diputación de Castellón y hoy en la cárcel y otros tantos políticos locales y autonómicos condenados por corrupción. La muestra estaba constituida por lienzos o instalaciones que mostraban de forma muy satírica a todos estos personajes. Algunos, como en el caso de Fabra, también con heces en su cara. “España es una basura y esta obra es su conmemoración, porque lo heroico es estar treinta años robando y que no pase nada”, señalaba en aquella ocasión Eugenio Merino, autor de un retrato sobre Pujol. Quizá porque ya era 2015 y las noticias sobre corruptelas eran el pan de cada día, la muestra no fue cancelada ni sufrió ninguna polémica.