El 29 de junio comenzará la gran cita teatral de Europa, el Festival de Aviñón. Desde hace dos años lo dirige el director portugués Tiago Rodrigues quien ha decidido que cada año haya una lengua invitada. Aviñón apuesta por un mundo “unido a través de las lenguas, en vez de dividido por las fronteras y las nacionalidades”, dijo en una presentación el pasado 3 de abril. El año anterior fue el inglés, en 2024 será el español. Tres obras de Argentina, dos de Uruguay, una de Chile y cuatro de España más dos lecturas dramatizadas, según se ha detallado este jueves en Madrid, en un acto en el Institut Français.
La presencia española nunca había sido tan fuerte. Angélica Liddell inaugurará el festival con El funeral de Bergman en la Corte de los Papas, nueva creación tras su espectacular Vudú. Estará también la coreógrafa La Ribot con Juana ficción, que es la primera vez que asistirá al festival; “era un delito histórico” esta ausencia, según el director.
Además, por primera vez el Centro Dramático Nacional (CDN) estrenará una producción propia fuera de su sede, será La gaviota de Chéjov, dirigida por la peruana Chela de Ferrari. El montaje estará interpretado por actores con discapacidad visual, “el CDN es ya un referente en Europa por su política cultural de inclusión, algo que también es primordial para Aviñón, trabajamos con nuestros partners a través de las afinidades y es lógico que hayamos acabando colaborando con este proyecto”, explicó Rodrigues. Además, el CDN presentará dos lecturas dramatizadas de GRRRL, de Sara García Pereda y El bar que se tragó a todos los españoles de Alfredo Sanzol.
Clausura de Sílvia Pérez Cruz
El INAEM aporta 35.000 euros para el fomento y la divulgación de la dramaturgia española en Aviñón. A su vez, se ha firmado un convenio por el que se darán seis funciones de La gaviota para lo que Aviñón aportará un total de 55.000 euros.
Además, estará el premiado en España Història d'un senglar (o alguna cosa de Ricard), interpretado por Joan Carreras y dirigido por el uruguayo Gabriel Calderón. Clausurará el festival la cantante Sílvia Pérez Cruz con su espectáculo Toda la vida, una vida. Estas dos últimas propuestas surgen, según explicó el director del festival, de la buena relación y admiración hacia Francesc Casadesús, director del Festival Grec de Barcelona.
Antes de que Rodrigo García abriera las puertas del festival a comienzos del siglo XXI, España vivió de espaldas a este certamen. Aparte de Lluís Pasqual, que llegó a inaugurar el festival con El caballero de Olmedo de Lope de Vega en 1992, la presencia española en Aviñón había sido residual. La ocasión lo ameritaba y por ello este jueves se ha presentado el festival en Madrid en el Instituto Francés con la presencia del embajador de Francia en España, Jean-Michel Casa, con la directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Paz Santa Cecilia, el director del Centro Dramático Nacional, Alfredo Sanzol y con el propio director del festival Tiago Rodriguez. El acto estuvo presentado por la periodista Marta García Miranda.
El camino abierto por Angélica Liddell
“Considero esta edición como un cierto homenaje a Jean Vilar que tanto luchó por dar conocer el teatro español en Francia, él mismo montó obras, por ejemplo, de Federico García Lorca”, dijo el embajador Jean-Michel Casa sobre el director francés que fundó el festival en 1947 tras la Segunda Guerra Mundial.
Paz Santa Cecilia, directora del INAEM, quiso afirmar la “alegría” que suponía la celebración de esta edición y recordar la relación del INAEM con el festival que se afianzó en el año 2010 cuando se estrecharon lazos: “Hace 15 años, formando parte de la dirección del INAEM, teníamos claro que alguno de los creadores más influyentes de España tenían que ir a Aviñón. En aquel equipo liderado por Félix Palomero lo tuvimos claro y recuerdo que aquel proyecto acabó con la primera presentación de Angélica Liddell con La casa de la fuerza y El año de Ricardo y con la primera presentación de Israel Galván y su El final de todas las cosas”. A partir de ese momento, ciertamente, la presencia española ha sido mayor, Rocío Molina, Mal Pelo, Niño de Elche o El Conde de Torrefiel son algunos ejemplos de las compañías que han estado presentes en los últimos 10 años.
De Latinoamérica estarán presentes creadores bien conocidos en España y que tienen sus circuitos ya habilitados en Europa, como la uruguaya Tamara Cubas o los argentinos Lola Arias y Mariano Pensotti, ambos ya presentes en otras ediciones. Los dos únicos artistas menos conocidos son el argentino Tiziano Cruz que presenta Me Soliloquio (me desperté y golpeé mi cabeza contra la pared) obra sobre la estigmatización de los cuerpos racializados, la aporofobia y la heterocentralidad; y el chileno Malicho Vaca Valenzuela que presenta Reminiscencia, una autobiografía del creador relacionada con su ciudad Santiago de Chile y que usa herramientas digitales para avivar la memoria. Ambas obras insertas en las temáticas más en boga por la creación contemporánea.
Una programación, la dedicada a la lengua española, que deja en el aire varias preguntas como son el riesgo, el discurso entre centralidad y periferia y el estado de la creación contemporánea escénica en español. La anterior dirección del festival, si obviamos la más tradicional que dirigió el actor Oliver Py de 2014 a 2022, estuvo en manos de Hortense Archambault y Vincent Baudriller desde 2003 a 2014. Durante esos años la dirección apostó por el artista asociado, una figura que ayudó a cambiar la mirada de un festival demasiado apegado al texto y la tradición teatral de la mano de creadores como Jan Fabre, Romeo Castellucci o Thomas Ostermeier. Tiago Rodrigues ha creado la figura de “creador cómplice”, que este año recae en el coreógrafo francés Boris Charmatz. Rodrigues está intentando de algún modo recoger la fuerza de renovación y riesgo que supuso la dirección de Archambault y Baudriller.
Pero quizá trabajar solo con el CDN y el Festival Grec en España, y focalizarse en reconocidos creadores de Argentina y Uruguay, dos de los países en el que el teatro tiene una mayor proyección internacional, hace que se pueda caer en un eurocentrismo centralista del que en principio se quería huir. Rodrigues es el primer director no francés de Aviñón y su voluntad de aglutinar diversidad es manifiesta. En el primer decenio del siglo XXI Aviñón dio a conocer y catapultó a figuras como Rodrigo García, Ricardo Bartis, Federico León o la propia Angélica Liddell. La gente peleaba por entradas para ver sus obras, se llevaban todas las buenas críticas y la atención de los medios. La programación de esta edición dedicada a la lengua española no parece que vaya a conseguir algo parecido. El momento histórico es diferente, pero también lo es que cuando Aviñón llevó a Rodrigo García a Francia, el director de La Carnicería estrenaba en la Cuarta Pared.
Para acabar, unos números que dan buena fe de la dimensión del Aviñón y la distancia todavía con la realidad cultura nacional. El presupuesto de Aviñón es de 17 millones de euros. Alrededor de cuatro millones están dedicadas a la programación. Tienen 750 trabajadores que cuando el festival está en marcha se convierten en más de 1.500, y recaudan más de tres millones de euros en entradas.