El 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión de los EEUU, se declaró en bancarrota. Se acababa la gran fiesta y la vida al límite de algunos brokers. La hipotecas subprimes, el dinero basura y fácil había saltado por los aires. Terminaba también la gran juerga para muchos otros que creyeron en el sistema capitalista más salvaje, aquel no necesitaba ningún tipo de regulación.
En aquel momento, hace justo diez años, no había ningún miembro de la familia Lehman en el consejo de administración del banco. Esta bancarrota fue como la metáfora familiar: de serlo todo a convertirse en la nada.
El banco había sido puesto en marcha por tres hermanos judíos alemanes emigrados a EEUU. Henry, Emmanuel y Mayer Lehman habían llegado desde Europa casi con una mano delante y otra detrás para buscarse la vida, como tantos otros en el siglo XIX. Querían emprender y montaron una tienda de productos como el algodón en Alabama. Obviamente, no se quedaron únicamente en estas materias primas. Pronto empezarían a negociar con la que elevaría su imperio y les convertiría en una de las familias más importantes del todo el país: el dinero.
Esta historia familiar, desde sus inicios hasta su derrumbe final, es la que cuenta la obra de teatro Lehman Trilogy, que se estrena este 24 de agosto en los Teatros del Canal de Madrid, y que es una adaptación del texto de Stefano Massini, estrenado por primera vez hace tres años en París. La versión española es de Sergio Peris-Mencheta, que también la ha dirigido, y cuenta en su reparto con Litus Ruíz, Darío Paso, Aitor Beltrán, Víctor Clavijo, Leo Rivera y Pepe Lorente.
Entre todos sostienen un relato que abarca más de 160 años y por el que pasan los miembros más importantes de esta familia que, como afirma el director, “estuvo en todas las salsas, desde la creación de la Bolsa, los fondos de inversión, la figura del intermediario, Hollywood y hasta la NASA”.
Empatía por los pioneros
Fue hace tres años cuando Peris-Mencheta se topó con este texto en la sala Villarroel de Barcelona. Se quedó fascinado y le asaltó la idea de llevarla él mismo a los escenarios aunque de forma diferente: quería que se convirtiera en un musical, donde la música va entrando a capella y acaba estallando con una gran banda. Como si fuera un gran carrusel. Como, de alguna forma, le sucedió al negocio de los hermanos.
Porque el retrato de los Lehman que ofrece esta propuesta busca alejarse del maniqueísmo. Los tres hermanos fundadores no son del todo los malos. “Al principio es normal que les tengamos cierto cariño. Todos llevamos un pionero dentro. Es un poco lo que sucede en El Padrino. Pero a medida que avanzan es cuando tienen que empezar a pegar codazos y se van desprendiendo de sus valores éticos y morales. La deshumanización es el gran tema de la obra”, comenta Peris-Mencheta.
Litus Ruiz, que además ha compuesto la música, encarna a Henry Lehman, el hermano mayor y el gran visionario. Está de acuerdo con las palabras de su director. “Es que él no es esa figura de los Lehman Brothers del siglo XXI. Él lo que busca es que la familia progrese. Lo hace por amor a su familia. Por eso empatizas con él”, comenta el actor, cuyo personaje todavía lleva la kipa de judío, elemento que desaparecerá en las generaciones posteriores de la familia.
La fiebre especulativa y el gran batacazo
De hecho, el gran cambio llega a comienzos del siglo XX con Philip Lehman, a quien interpreta Víctor Clavijo. En la vida real, Philip, que era hijo de Emmanuel, el hermano mediano, fue el que vio con claridad que el negocio no estaba en el algodón sino que la mejor forma de hacer dinero era invirtiendo dinero.
“Él está detrás de la emisión de acciones y de otros acontecimientos como la construcción del Canal de Panamá”, señala Clavijo, que también insiste en que es su personaje el que entra en la vorágine especulativa: “Es quien empieza a perder el contacto con los valores tradicionales de la familia”.
El crack del 29 hizo mella en los negocios, pero Bobby Lehman, de la tercera generación e hijo de Philip, capeó la crisis lanzándose hacia el capitalismo más salvaje y más deshumanizado. Con él, el edificio moral de sus abuelos se vino finalmente abajo.
“Es un dandy que estudia en Yale y lo tiene todo hecho, aunque siempre tuvo la presión de tener el éxito de la estirpe que lleva detrás”, apunta Darío Paso, actor que interpreta al gran tiburón de los Lehman. Él –y su dinero- ayudaron a crear una de las industrias que más han dado a conocer a EEUU: Hollywood. La fábrica de los sueños también está teñida de los dólares de los Lehman.
Bobby murió en 1969 y con él acabó la saga. No dejó herederos para la empresa, que no obstante siguió siendo una de las más importantes del país. Eso sí, abocada ya a esa carrera imparable de transacciones basura que ya sabemos cómo acabó. En la obra, esta etapa se narra como un epílogo.
Es el final de un cuento que, como dice el director Peris-Mencheta, “no muestra que el dinero sea, en principio, sucio. Puede hacer que la gente esté mejor. Pero cuando acumulas tanto, y tanto poder, se convierte en el anillo de Mordor”. Y te acaba estallando en las manos.