María Lejárraga, la autora de éxito que escribía las obras que firmaba su marido

La desconocida para el gran público María Lejárraga (La Rioja, 1874-Buenos Aires, 1974) fue sin duda la dramaturga española más prolífica de todos los tiempos y una de las mujeres más sobresalientes de la cultura española del siglo XX. Pero lamentablemente la gente no supo de su talla ni de su maestría hasta que se confirmó, en fechas bastante recientes, que la autora de Canción de cuna, del libreto de El amor brujo o de docenas de obras teatrales y de libretos musicales había escrito en realidad esas piezas que firmó su marido, el director y productor teatral Gregorio Martínez Sierra.

Descubierto poco a poco el fraude literario, la inmensa figura de Lejárraga se ha ido abriendo paso en la historia cultural, pero restaba que la fascinante vida de la dramaturga subiera a escena. Por ello, el Centro Dramático Nacional (CDN) encargó a la escritora Vanessa Montfort (Barcelona, 1975) Firmado Lejárraga, una pieza que se ha estrenado este 23 de abril en el teatro Valle Inclán, de Madrid.

En un descanso de los ensayos de la obra, Montfort no vacila al afirmar, en charla con eldiario.es, que nunca se había encontrado con un personaje tan fascinante como la escritora y política feminista María Lejárraga. “Soy consciente”, comenta la dramaturga y también novelista, “que el legado de ella permite que mi nombre aparezca hoy en un cartel del CDN. Por ello, el equipo que ha estrenado Firmado Lejárraga ha querido que el apellido de esta autora aún sumergido, fuera visible desde el mismo título”.

Nacida en una familia acomodada y liberal que le facilitó una educación de élite para una mujer de fines del XIX y principios del XX, Lejárraga comenzó a destacar desde muy joven. A partir de su matrimonio con el director, escritor y productor teatral Gregorio Martínez Sierra, la pareja se convierte en un tándem de éxito, en una marca cultural cuyas obras triunfan en los escenarios y renuevan el panorama teatral con las nuevas corrientes modernistas.

En el ambiente de las élites culturales del primer tercio del XX, el matrimonio entabla amistades y relaciones profesionales con la flor y nata del teatro, de la música y de la literatura de la época como los músicos Manuel de Falla y Joaquín Turina o los escritores Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca. Pero María siempre aparece públicamente a la sombra de su marido porque escribe en la intimidad de su domicilio las obras, libretos o cuentos que firma Martínez Sierra.  

“Hoy en día”, sostiene Montfort, “ya no cabe ninguna duda de que ella era la autora y él quien dirigía y producía las obras. Es cierto que resultó una fructífera colaboración, pero autor es quien escribe y nadie más. Está también descartado por los investigadores que escribieran a cuatro manos como hicieron en el teatro los hermanos Álvarez Quintero”.

La dramaturga y narradora catalana, que acaba de publicar la novela El sueño de la crisálida (Plaza&Janés), ha reunido una amplísima documentación, ha hablado con familiares de Lejárraga y ha entrevistado a historiadores, como Patricia W. O'Connor, expertos en la autora de Canción de cuna, una obra muy famosa que ha sido llevada al cine en varias ocasiones.

Además, Montfort  se ha servido de la autobiografía de la dramaturga, Gregorio y yo, medio siglo de colaboración, que sorprendentemente no fue publicada en España hasta el año 2000 y donde se desvela la verdadera autoría. Para responder a la incógnita de si María Lejárraga fue autora, coautora o una colaboradora ocasional de su marido, el montaje del CDN sitúa en escena a cuatro investigadores que representan las distintas posturas de quienes la estudian y cuyos personajes se desdoblan también en Falla, Turina, Juan Ramón Jiménez o el propio Martínez Sierra. Todos ellos en contraste con el fantasma de la mismísima María Lejárraga en una fantasía metateatral que permite los saltos entre el presente y el pasado en un espacio escénico formado por un despacho-biblioteca repleto de libros, documentos, muebles y objetos personales del matrimonio.

Más allá de las asombrosas peripecias vitales de una escritora que llegó a centenaria, Firmado Lejárraga supone un viaje por la situación de las mujeres en nuestro país. Fundadora de instituciones clave en el progreso de las mujeres como el Lyceum Club en los años veinte, María Lejárraga se implicó en la política y en el feminismo a partir de la instauración de la República, ya separada de su marido, hasta el punto de que se afilió al PSOE y fue elegida diputada por Granada en 1933.

El comienzo de la Guerra Civil la sorprendió en el extranjero y el Gobierno republicano la nombró para cargos diplomáticos en Suiza. A partir del final de la contienda, Lejárraga marchó camino del exilio en Francia, México, Estados Unidos y finalmente Argentina, donde falleció en 1974.

Durante la Guerra Civil y los años cuarenta, la escritora cesó en su actividad literaria que retomaría en los cincuenta con dos relatos autobiográficos, el citado Gregorio y yo y Una mujer por los caminos de España, ya firmados con su nombre.

Entretanto, su marido había fallecido en Madrid en 1947 tras años de convivencia con la actriz Catalina Bárcena, con la que tuvo una hija. “Nunca antes”, explica Vanessa Montfort, “he escrito una obra teatral en la que fuera tan importante construir el contexto del personaje”.

Los tres exilios de Lejárraga

“Al feminismo actual podría parecerle contradictorio el discurso político y de igualdad de Lejárraga con la forma en que vivió. Ahora bien, hay que situarse en aquella época y ni he querido ocultar las contradicciones de la escritora ni tampoco demonizar al marido, que fue un excelente productor teatral, en juicios maniqueos. Como siempre ocurre hay más preguntas que respuestas”, añade la dramaturga.

En cualquier caso, Firmado Lejárraga supone la primera obra de ficción sobre aquella escritora en un montaje que ha sido dirigido por Miguel Ángel Lamata e interpretado por Cristina Gallego, Eduardo Noriega, Jorge Usón, Alfredo Noval y Gerald Fillmore, que permanecerá en cartel entre el 23 de abril y el 5 de mayo en Madrid con la posibilidad de una gira posterior.

A la hora de preguntarle a Vanessa Montfort por una palabra que defina la intensa y agitada vida de su personaje no duda en señalar la de exilio. “La autora”, señala su contemporánea colega, “vivió tres exilios. El emocional en Niza, adonde se retira para huir de los rumores sobre la crisis de su matrimonio; el de la guerra que la obliga a recalar en varios países hasta que se asienta en Argentina y mientras sus libros y su firma son prohibidos en España; y, por último, el exilio de la memoria, ese limbo que tanto me interesaba y en el que ha permanecido injustamente hasta ahora. Pero creo que María Lejárraga ha vuelto por fin para quedarse”.