Decía un cronista radiofónico, el domingo pasado, que en un acto de la campaña electoral catalana José Luis Rodríguez Zapatero había “tildado” a Salvador Illa como un “líder que estabiliza España” y que es capaz de “persuadir” al independentismo. “Tildado”, tal cual, tal como lo escuché, tal como lo lees.
Tildar, según la tercera acepción del Diccionario de las academias, es “señalar a alguien con alguna nota denigrativa”, luego es incompatible con ese elogio que le hacía Zapatero a su correligionario socialista Illa.
Entre otros muchos males contemporáneos, en el periodismo español tenemos uno especialmente preocupante, la abundancia del periodismo declarativo, que se agrava además con un uso inadecuado de los verbos declarativos. Llamados también verbos de comunicación o verbos dicendi, los verbos declarativos son los que usamos para decir que alguien ha dicho algo.
El periodismo declarativo ha colonizado la información política hasta cotas hasta ahora desconocidas. Este martes se hablaba más en buena parte de la prensa de las distintas frases, canutazos, declaraciones, entrecomillados, argumentarios, ruedas de prensa o discursos varios que nos colocaron unas horas antes los políticos de hechos tan noticiosos como el récord de más de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, el rechazo del Banco Sabadell a la oferta del BBVA o los nuevos bombardeos de Israel sobre Rafah.
La desolación del lector, escuchante o telespectador debe de ser total si le añadimos a esta abundancia de la palabrería política otros fenómenos laterales como la escalada de insultos y descalificaciones y la abundancia de desinformaciones y mentiras flagrantes en boca de líderes que aún se consideran a sí mismos como respetables.
Lo de “tildar” usado mal que arriba refería no es un caso aislado, ni mucho menos. El uso de falsos sinónimos abunda entre los periodistas. Los medios de comunicación estamos utilizando multitud de verbos declarativos de modo erróneo. Si estos días vemos ây me temo que lo veremosâ un titular que diga “Illa reconoce que el PSC ganará las elecciones”, plantémosle cara. Alguien puede reconocer “un error o falta” (el entrecomillado es del Diccionario), reconocer algo que en el fondo le perjudica o con lo que en principio no estaba de acuerdo. Mejor sería: “Illa asegura…”, o “Illa confía en que el PSC gane…”. Y si alguien titula “Illa confiesa que tiene un gran proyecto para Catalunya”, pies en pared. Mejor “se jacta de”, “presume de”, “alardea de”… Confesar es, por lo general, admitir algo negativo para el que lo cuenta: pecados en el confesionario, delitos ante un juez, errores ante la opinión pública...
Entre los verbos declarativos se advierten distintos grupos, y no conviene que se mezclen entre sí:
Uno de verbos neutrales, sin cargas semánticas positivas o negativas: decir, afirmar, hablar, manifestar, exponer, expresar, contar, manifestar, enunciar, asegurar, aseverar, sostener…
Otro en el que quien habla dice algo que es negativo para él: confesar, reconocer, admitir, revelar, desembuchar, cantar…
Un tercero en el que quien habla se atribuye aspectos positivos: alardear, presumir, jactarse, vanagloriarse, fanfarronear, ostentar, pavonearse, ufanarse, alabarse…
Un cuarto en el que quien habla traslada atributos o percepciones negativas sobre otro: tildar, denigrar, difamar, vituperar, tachar, infamar, desacreditar, humillar…
En la inmensa mayoría de los casos, los verbos de cada grupo pueden intercambiarse como sinónimos entre sí, pero no con los del resto de los grupos. Salvo los del primero, los verbos neutrales, más fácilmente intercambiables con verbos de los otros grupos.
Aunque, ya puestos a mejorar, quizás de lo que habría que empezar a huir es del periodismo declarativo. Por oxímoron: o periodismo o declarativo.