¿Y si JFK hubiera podido seguir desarrollando su programa espacial?

Una estación espacial. Una familia de polizontes alienígenos. Científicos muertos. Decenas de objetos desparramados por los pasillos. Puertas bloqueadas con clave, explosiones, tu hermano Alex. Todo lo que creías que era real que de repente ya no lo es. Alguien se comunica contigo. Neuromods. Champán. Revistas. Tu nombre es Morgan Yu.

Prey ha llegado haciendo ruido. Le hacía falta: lleva el mismo nombre que dos proyectos gafados anteriores. El estudio 3D Realms se las vio y se las deseó para sacar a su primer antepasado con tres parones antes de completar producción en 2001, y salir al mercado cinco años más tarde, en el verano de 2006. Y mejor no hablar de Prey 2, un juego que se anunció dos veces en los años sucesivos y nunca llegó a ver la luz.

Por suerte, este Prey no tiene nada tiene que ver con sus antecesores, aunque conserve el lugar (espacio exterior), los enemigos (aliens) y siga manteniendo el mismo género FPS (First person shooter, juego de disparos en primera persona). Estamos en la Thalos 1, una estación espacial consecuencia de la prolífica carrera espacial fruto de la cooperación entre EEUU y la URSS.

El efecto mariposa de Prey

PreyEs el año 2032 y todo se lo debemos a John F. Kennedy y Nikita Khruscev. En esta realidad paralela, el presidente estadounidense no murió en aquel atentado y por eso ahora la humanidad disfruta los beneficios del programa espacial que emprendió en los 60 y que puso al primer ser humano en la Luna en julio de 1969.

Morgan Yu (que podrá ser hombre o mujer, según queramos) se despierta en su apartamento y se dirige hacia su nuevo puesto de trabajo, donde le espera su hermano Alex. Antes tendrá que hacerse una pruebas médicas. Durante el transcurso de las pruebas, un alien ataca al doctor, Morgan desfallece y despierta de nuevo en su habitación. La diferencia es que ahora su correo está inundado de mensajes advirtiéndole de que se vaya de ahí.

Prey puede arrancar alguna lágrima melancólica en los primeros compases de la aventura, sobre todo a aquellos que jugaron al primer Half Life y que iban con una llave Stilson matando cangrejos. Morgan Yu tiene que matar miméticos con la misma herramienta, unos aliens de la raza Tifón que cuentan con la particularidad de transformarse en cualquier objeto cercano. Moraleja: desconfía cuando veas dos objetos iguales juntos.

El videojuego de Arkane Studios no solo guiña al clásico de Valve, sino que también recuerda en esencia a Bioshock y a Dishonored, sobre todo, a la hora de las misiones. Para rizar más el rizo, Yu puede recoger prácticamente cualquier objeto que encuentre y guardarlo. Puede ser un puro apagado, una botella de champán, una cáscara de naranja o un cable pelado. Todo se recicla y se convierte en cubos de materia orgánica o inorgánica para crear munición, kits de salud u otro tipo de objetos. Nótese el guiño a Minecraft.

Hay Thalos 1 para rato

Los Tifón han matado a casi toda la tripulación de la estación espacial. Solo nos damos cuenta de esto después de las dos o tres primeras horas de juego, cuando realmente llegamos a la Thalos 1 y da comienzo la aventura. Estar encerrado en una nave no excluye a Prey de contar con la etiqueta “juego de mundo libre”, de esos en los que podemos movernos libremente por el escenario. Pero seguimos teniendo que cumplir una misión principal con la que resolveremos el juego en unas 20 horas y unas misiones secundarias con las que alargarle la vida hasta las 30 horas.

A Prey no le faltan maneras de acabar con los enemigos; Morgan Yu maneja un buen fondo de armario letal. Entre las armas más golosas están el cañon GLOO y el arma de portales. Un aspecto interesante es que decidir qué arma nos conviene depende más del contexto y de la cantidad de aliens antagonistas que de la clase de bicho al que nos enfrentamos. Por eso es necesario saber cómo funciona cada una.

Entre los aspectos de juego de rol, nuestro personaje tendrá que ir adquiriendo nuevas habilidades, que se canjearán por neuromods. Estos son unos neurotransmisores que, al ser inyectados en el ojo, otorgan de forma permanente la habilidad deseada. Hay varias ramas de habilidades, incluyendo la científica, la de ingeniería, seguridad, energía, telepática.

En cuanto a los aspectos más técnicos, en algunos momentos el juego puede tardar un poco en cargar, aunque en PlayStation 4 la diferencia no es tan reseñable como en PC. Esto se acusa más al ir de una zona a otra, lo que corta en cierta medida la acción del juego. La gráfica es excelente, colorista y cuidada, con un ligero toque cartoon. Y la banda sonora es uno de los grandes aciertos de Prey. A la hora de manejar a Yu es necesario practicar un poco. Aunque se puede ajustar la sensibilidad del joystick, con enemigos que requieren movimientos rápidos luchar se hace un poco complicado si vamos de nuevas.

Y la conclusión es...

Prey venía pisando fuerte y así se ha mantenido hasta el final. Arkane Studios ha resucitado con creces una saga que estaba, más que muerta, desconectada. Un must de 2017. Lo mejor: todos los guiños con los que cuenta, la enorme Thalos 1, muchas misiones secundarias y una gran banda sonora. Lo peor: algunos personajes secundarios son un poco simples, los tiempos de carga matan la acción, el control de Morgan Yu podría haber sido mejor.