Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Un hecho histórico (que no es el apagón)

Esta semana hemos vivido un hecho histórico en nuestra comunidad autónoma y no, no fue el gran apagón que provocó que toda la Península se fuera a negro durante horas por la pérdida súbita del suministro eléctrico, aunque alguna relación sí que tiene: el hito que marcaremos en rojo en la historia de esta autonomía —a la espera de comprobar si vuelve a repetirse o queda como un fugaz recuerdo— fue ver a María José Sáenz de Buruaga (PP) asumiendo íntegramente sus responsabilidades como presidenta de Cantabria, alejada del discurso agrio y partidista, y poniéndose al frente de la crisis para afrontar los problemas desde las competencias que puede y debe ejercer como máxima representante del Ejecutivo autonómico que lidera.
Quizás fue solo una cuestión de timing o descoordinación con Génova por los problemas de comunicación derivados del apagón. Las líneas telefónicas no funcionaban correctamente, las aplicaciones de mensajería móvil estuvieron caídas en las horas fatídicas de la emergencia, no había posibilidad de ver la televisión ni leer los periódicos digitales, era casi imposible escuchar la radio sin un transistor a pilas y la correa de transmisión de argumentarios del Partido Popular que tan bien funciona en otras ocasiones sufrió interferencias o no llegó con claridad a Peña Herbosa en la tarde del lunes. Pero vamos a obviar todas esas circunstancias y, en un ejercicio de buena voluntad, otorgaremos a Buruaga y a su Gobierno un margen de confianza.
A diferencia de lo que hicieron cobardemente otros ejecutivos autonómicos del PP de forma sincronizada, el Gobierno de Cantabria se mantuvo al frente de la crisis derivada de la falta de suministro eléctrico, informó con toda la diligencia que pudo y trató de transmitir calma y serenidad
A diferencia de lo que hicieron cobardemente otros ejecutivos autonómicos del PP de forma sincronizada, —siguiendo todos ellos la estrategia de confrontación que siempre abandera Isabel Díaz Ayuso para marcar el paso a un Alberto Núñez Feijóo cada día más desdibujado y desnortado—, el Gobierno de Cantabria se mantuvo al frente de la crisis derivada de la falta de suministro eléctrico, convocó a los órganos competentes en el Centro de Coordinación Operativa (CECOP) tantas veces como fue necesario, informó con toda la diligencia que pudo y trató de transmitir calma y serenidad, cuando no sabíamos aún cómo de grave o de prolongado podía ser el blackout. Y se agradece, la verdad.
Se agradece, sobre todo, porque hemos visto cómo en otras circunstancias no ha sido así. Algunas de las poquísimas veces en las que Buruaga se ha dignado a comparecer ante los medios desde que asumió esta legislatura un poder que no siempre quiere ejercer estaban relacionadas directamente con órdenes de arriba. Es decir, de sus superiores en Madrid y como parte de una estrategia nacional de desgase contra La Moncloa. Ha convocado declaraciones institucionales —sin preguntas de la prensa, un clásico— para hablar de la Ley de Amnistía en Cataluña, por ejemplo. Ha rechazado acogerse a la quita de deuda para las comunidades autónomas en apenas unos minutos y sin estudiar siquiera las condiciones. Sus consejeros han dado plantón a ministros en reuniones clave de coordinación territorial para asuntos de todo tipo si así lo decidían en Génova 13.
“Hay que ser coherente y, después de describir la evolución de la situación que he descrito, en este momento no tendría ningún sentido solicitar la activación del nivel 3 de emergencia nacional. En todo momento hemos llevado el mando y la situación ha estado encauzada y controlada. No nos hemos sentido desbordados”, subrayó Buruaga cuando se le preguntó en la sede del Centro de Emergencias 112 sobre la posibilidad de ceder las competencias al Estado durante el apagón, como hicieron otros territorios gobernados por el PP como Madrid, Andalucía, Extremadura, La Rioja, Murcia, Galicia o Comunitat Valenciana. Es cierto que lo dijo unos minutos antes de que sus homólogos salieran en tromba para trasladar la responsabilidad a Pedro Sánchez y sus ministros, pero pudo lavarse las manos y no lo hizo. Hubiera tenido que rectificarse a sí misma, de acuerdo, pero cosas más raras hemos visto.
Para salir de dudas sobre si fue casualidad o buena voluntad, tan solo unas horas más tarde reincidió en su mensaje positivo. Con la situación ya plenamente controlada, con una “normalidad social” que aún no habían recuperado otros territorios, con los centros sanitarios y educativos “a pleno rendimiento” y los transportes públicos sin incidencias reseñables —más allá de las que nos tienen acostumbrados—, la presidenta de Cantabria anunció el inicio de la desescalada con un discurso institucional que alejó los fantasmas del pasado: “En nuestro caso, la coordinación con el Estado ha sido muy correcta y ha funcionado muy bien. Yo creo que Cantabria ha sido un ejemplo de previsión, coordinación, entendimiento y eficacia”. Ojalá escuchar en más ocasiones declaraciones de ese estilo. Ojalá cunda el ejemplo. Y ojalá que no sea una excepción e iniciemos también una desescalada retórica sin discursos incendiarios que buscan siempre al culpable en las filas del adversario político. Ojalá, aunque cueste ser optimista.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
1