Lecciones del incendio de la catedral de León para la restauración de Notre-Dame
El devastador incendio de la catedral de Notre-Dame de París que se desató este lunes recordó inmediatamente a todos los leoneses que en 1966 se podría haber perdido una de las joyas arquitectónicas mundiales del gótico y una de las mayores colecciones de vidrieras medievales del planeta, ya que sufrió un incendio muy similar el 29 de mayo de aquel año.
Mientras todo el mundo observaba alarmado en las redes sociales cómo las llamas consumían la techumbre de la seo parisina -junto a la Torre Eiffel el mayor icono turístico de Francia-, del pavoroso incendio que consumió la de la 'Pulchra Leonina' sólo quedan algunas fotografías, hemerotecas de periódicos de papel, y entradas en viejos blogs que explican cómo se detuvieron las llamas hace 53 años y se salvó, abriendo sus puertas seis días después con el susto en el cuerpo de todos los leoneses.
La catedral leonesa se libró de la destrucción total porque no se usó prácticamente agua y se dejaron consumir las brasas de la estructura de madera, que había sido reconstruida durante el medio siglo en que estuvo en obras desde que fue declarada Monumento Nacional en 1844 por un inminente peligro de derrumbe. El cantero Andrés Seoane, conocedor de la estructura arquitectónica y los materiales con los que se construyó y reconstruyó, advirtió rápidamente a los bomberos de León y venidos de Valladolid, Palencia, Asturias, Santander y otras provincias limítrofes que no la usaran para apagar las llamas, sino para evitar que se extendieran.
La diferencia entre el templo legionense y el parisino, del que sí han resultado dañadas al menos dos bóvedas cayendo los rescoldos al interior, estriba en que sobre el crucero de la francesa se erguía la 'flecha' (un pináculo de madera y plomo) que al caer sobre la fábrica de piedra pudo provocar su hundimiento.
Los restauradores de la Catedral de León habían retirado en el siglo XIX una cúpula añadida sobre el crucero que daba tantos problemas de estabilidad que de haber continuado allí, y más con un incendio, la hubiera derribado como un castillo de naipes.
Los tejados de los templos están dispuestos para proteger las bóvedas de las humedades. En los de los templos góticos son de crucería, un sistema de arcos que se cruzan desviando el peso de la parte superior a las columnas y, de éstas, saliendo a unos contrafuertes mediante los arbotantes. El mayor temor de los parisinos era que las bóvedas se hundieran y que, además de destruir las joyas del interior del templo, afectaran a todo el sutil entramado y desplomaran las torres y gran parte de los muros. Lo que al final no ocurrió.
Demasiada agua para apagar el fuego desplomaría las bóvedas
“Para que las bóvedas de una catedral gótica se sostengan, siendo tan compleja en sus contrarrestos arquitectónicos de equilibrio, se usa una piedra porosa, llamada toba calcárea, para que pese menos. Si se le echa agua en demasiada cantidad, coge peso y la aparente solución se convierte en un problema mayor; el incendio de León de 1966 fue un ejemplo de ello, al evitar Seoane que se utilizara más agua y dejar que se extinguieran los rescoldos”, explica la catedrática de Patrimonio Histórico y Documental de Historia del Arte en la Universidad de León María Victoria Herráez Ortega.
Esto explicaría lo inadecuado del tuit del presidente Donald Trump preguntándose si se podrían enviar medios aéreos para lanzar agua sobre el tejado ardiente de Notre-Dame. No sólo habría aumentado el peso de la piedra provocando el fallo estructural, sino que lo más probable es que el impacto de miles de litros habría provocado muchos derrumbes de inmediato.
“Estoy segura de que los expertos franceses en catedrales góticas han tenido en cuenta esta circunstancia, porque el sistema de construcción de las mismas es un complejo entramado de contrarrestos y equilibrios”, indicó Herráez Ortega, una de las mayores expertas de España en este tema.
La catedral de León es una de las joyas del gótico mundial, pequeña pero hermosa, por ello la llaman la 'Pulchra Leonina' (que en latín significa la 'bella leonesa'), levantada a imagen de las francesas de Chartres y Reims. Construida en el siglo XIII y sustituta de dos anteriores -una 'mozárabe de la que no se sabe casi nada y otra románica- fue casi completamente desmontada y restaurada durante el siglo XIX, por correr peligro de derrumbe y tener una espectacular característica: parece no tener muros que la sostengan.
La colección de vitrales que muestra su interior deja maravillados a los visitantes, que también la conocen como la Catedral de la Luz. Pero a la vez deja espantado a cualquier arquitecto, ya que se da cuenta de que es complicadísimo sostenerla. Incluso Gaudí, cuando realizaba las obras de la Casa Botines a primeros del siglo XX en León, la estudió maravillado a fondo, llegando a la conclusión de que el gótico erraba a la hora de usar contrafuertes y que su solución del arco parabólico era mejor: por eso no los tiene la Sagrada Familia.
“Una supermodelo del gótico en la UVI”
Sin embargo, la pesadilla no es ya sólo para los constructores por el delicadísimo equilibrio que debe mantener la seo legionense, “sino porque está situada sobre un terreno acuoso con muchos problemas y varias edificaciones anteriores y una cimentación muy deficiente que sigue moviéndose”, según explica el profesor de la Universidad de León César García Álvarez, autor del libro 'El Laberinto del Alma' sobre la misma. “Es un hito del equilibrio estructural, porque es uno de los edificios góticos con mayor superficie de vitral y eso se paga”, apuntó.
Así, de esta manera, el incendio de 1966 complicó la situación sesenta años después de haber sido casi desmontada y vuelta a montar. La restauración posterior al incendio se realizó instalando un armazón de hierro para sustituir al de madera en el techo, con lo que los pesos planteados según la técnica del 'recreador' del gótico en el siglo XIX –el arquitecto Viollet-le-Duc que también reconstruyó ampliamente Notre-Dame en aquella época– volvieron a dar problemas años después.
Por ello fue necesario abrir en el año 1992 una campaña popular para recaudar fondos para una nueva restauración llamada 'Salvemos la Catedral' porque el apoyo de las administraciones públicas siempre ha sido muy escaso.
Es sintomático que la restauración del rosetón principal de la fachada de la catedral de León, ahora mismo en proceso, vaya a costar medio millón de euros. Este dinero ha sido aportado por una de las familias herederas del Grupo Modelo de México (de la cerveza Corona), mediante la Fundación CEPA. Y eso, después de que se hayan ido cayendo varias gárgolas de la fachada a lo largo de últimos años. Los leoneses, que ya hacen la chanza de que “está tan mal que hasta las gárgolas se suicidan tirándose al suelo” creen que la Junta de Castilla y León y el Estado han abandonado a su suerte a su monumento más emblemático.
“Las catedrales son como un ser vivo, y en el caso de la de León es como un enfermo crónico. La 'Pulchra Leonina' necesita siempre cuidados permanentes”, explica García Álvarez, que indica también que “Notre-Dame ya ha pasado por varios ataques de sus propios vecinos, tanto en el siglo XV en la Edad Media, como en la Revolución Francesa, en la Comuna de París en la que prendieron fuego a sus bancos unos y la salvaron otros; y en la Primera Guerra Mundial cuyos bombardeos dañaron tambén las bóvedas”. La historia de las restauraciones de Notre-Dame es amplia y no es novedosa. Ésta será otra más, aunque ya tiene cientos de millones comprometidos para ello por varios ricos franceses y promesas del Gobierno de Macron.
“La Catedral de París es un icono del gótico inicial que pasa a clásico y al final, en menor medida al radiante, y es una de las grandes muestras de esa arquitectura al igual que la leonesa, Chartres, Reims y Amiens, y será restaurada como lo ha sido tantas veces; mientras, la Catedral de León sigue como una 'supermodelo' en la UVI”, concluye el historiador del Arte García Álvarez.