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Petrodólares a pedales

Los patrocinios son fundamentales para cualquier deporte, pero hay algunos en los que su necesidad es más que apremiante. Sin entradas que pagar por parte de los aficionados y con unos derechos de televisión a años luz de otras modalidades -a excepción de casos puntuales-, el ciclismo es uno de ellos.

Muchos equipos y carreras se las ven y se las desean cada temporada para conseguir unos ingresos que garanticen su supervivencia, por lo que abrir nuevos mercados se ha convertido en su tabla de salvación. Es ahí donde desde hace unos años ha entrado en escena el dinero de Oriente Medio, con estados que a su vez buscan promocionarse y demostrar su poderío.

Ellos, a golpe de talonario, han atraído a su tierra algunas de las principales competiciones del mundo o han situado su nombre en camisetas o juntas directivas de conjuntos de primer nivel. Primero fueron deportes como el fútbol, el atletismo, la natación, el balonmano, el golf, el tenis o el motor los que despertaron su atención, y ahora parece que el ciclismo se ha convertido en uno de sus últimos objetivos.

Desembarco en el pelotón

Esta temporada 2017 la máxima categoría del ciclismo mundial cuenta con dos equipos con el sello de los países del Golfo Pérsico: el Bahréin-Merida y el UAE Abu Dhabi. El primero de ellos, de nueva factura, tendrá al italiano Vincenzo Nibali como estrella indiscutible, mientras que en el segundo, heredero del Lampre-Merida, destacan nombres como los del portugués Rui Costa o el colombiano Darwin Atapuma.

El corredor de los Emiratos Árabes Unidos Yousif Mirza Alhammadi, en las filas del UAE Abu Dhabi, es la única y testimonial presencia de un integrante de estos países, lo que corrobora la escasa tradición del ciclismo en estas tierras. Poco importa, pensarán muchos, mientras los petrodólares mantengan estos dos conjuntos UCI WoldTeam en la élite. Y quizás tengan razón tal y como está el panorama en Europa.

Febrero árabe

Pero antes de desembarcar en equipos profesionales, los países de Oriente Medio lo hicieron en el calendario de carreras. La primera fue el Tour de Qatar, allá por 2002, pero luego le siguieron muchas más. La pasada semana se disputó la tercera edición del Tour de Dubai y este mes de febrero son más las competiciones ciclistas de primer nivel que acoge el Golfo Pérsico: del 14 al 17 el Tour de Omán -nacido en 2010- y del 23 al 26 llega el turno del Tour de Abu Dhabi, cita con tres años de antigüedad y que ya forma parte del UCI WorldTour junto a las grandes vueltas por etapas o las clásicas más míticas.

En este alarde de medios para acoger carreras importantes no hay que dejar de mencionar la disputa el pasado año del Campeonato del Mundo en Doha, la capital de Qatar. Poco importó para su celebración modificar las fechas habituales, diseñar un recorrido poco atractivo o atraer a un escaso público. Estaba claro que el dinero manda y la  Unión Ciclista Internacional (UCI) lo entendió muy bien.

De hecho, buena parte de la culpa del auge de estas competiciones y de la creciente influencia de los países de la Península Arábiga en el ciclismo la tiene la vieja Europa, ávida de ampliar mercados. No sólo la UCI ha apostado por este modelo, sino que también lo han hecho los propios organizadores de carreras. En concreto, ASO, la empresa que controla el Tour de Francia y la Vuelta a España, es la impulsora del Tour de Qatar y el Tour de Omán, mientras que RCS Sport, responsable del Giro de Italia, está detrás del Tour de Dubai y el Tour de Abu Dhabi.

¿Hasta cuándo?

En la lista de competiciones en suelo árabe para esta temporada ha fallado precisamente la pionera de todas ellas: el Tour de Qatar. Estaba previsto esta semana, concretamente del 6 al 10 de febrero, y por primera vez dentro del UCI WorldTour, pero una presunta ‘falta de patrocinadores’ supuso su cancelación hace sólo unas pocas fechas. Sus organizadores han asegurado ya que volverá en 2018, aunque no hay nada en firme aún.

Esta anulación trae a la cabeza el fallido nacimiento del Doha Cycling Team, un proyecto de primer nivel que se anunció el pasado 2016 y que finalmente no llegó a ver la luz. ¿Es una señal del cambio de interés en al menos uno de estos países? Es muy pronto para saberlo, aunque el hecho de que equipos y carreras dependan de las decisiones personales de jeques, emires, sultanes o príncipes no aporta certezas ni a corto plazo.

En cualquier caso, los máximos dirigentes del ciclismo mundial no las tienen todas consigo con los petrodólares y desde hace un tiempo ya tienen fijado otro gran objetivo: China. La UCI y el gigante Wanda Sports han acordado que las próximas tres temporadas el nuevo Tour de Guangxi forme parte del WorldTour.

Esta carrera por etapas cerrará el calendario 2017 y a su finalización el país asiático acogerá también la Gala Ciclista de la UCI, que se celebró los dos últimos años en Abu Dhabi. Sólo el tiempo dirá si se trata de un hecho puntual o que el ciclismo mundial moverá su foco de atención de Oriente Medio al lejano Oriente.