Soufian pidió este viernes libre en la finca de la fresa donde trabaja en Huelva para levantarse temprano y coger un autobús rumbo a Madrid. Desde que caducó su tarjeta de residencia, el joven marroquí espera con incertidumbre la respuesta a su petición de renovación del permiso de trabajo. No cumple con los complicados requisitos impuestos y sabe que la solución a su problema está en la reforma del reglamento de Extranjería, que pretende facilitar la inclusión laboral de estos chavales. Pero desde julio, la medida se encuentra en un cajón tras las trabas impuestas por el Ministerio de Fernando Grande-Marlaska a uno de los proyectos estrella del ministro de Inclusión, José Luis Escrivá.
Por eso él y otros 400 chavales, la mayoría de ellos llegados de distintos puntos del país, se han plantado este viernes frente al Ministerio del Interior para exigir el desbloqueo de una medida de la que depende su futuro en España. “¡Reforma ya!, ¡Reforma ya!”, han gritado cientos de jóvenes extutelados, acompañados por distintas organizaciones como Coordinadora de Barrios o Pueblos Unidos. “¿Quién recoge el tomate? ¡Sin papeles! ¿Quién recoge la fresa? ¡Sin papeles!”, han reclamado.
“¡Venimos a estudiar! ¡Queremos trabajar!”, cantaba Mohamed, de 20 años, junto al resto de compañeros. Él ha venido en autobús desde Granada, la ciudad en la que vive desde hace un año acogido con una familia española que le abrió las puertas de su casa tras vivir ocho meses en las calles de Alicante, una vez cumplidos los 18 años. Aunque los gobiernos autonómicos están obligados a regularizar a los menores extranjeros no acompañados que están bajo su tutela, estos no siempre cumplen dicho trámite. Lo que les empuja a una situación administrativa irregular una vez alcanzada la mayoría de edad. La reforma del reglamento de Extranjería también pretendía solucionar este tipo de situaciones.
“Necesito papeles para poder trabajar. Llevo tres años en España, pero no puedo trabajar. Lo necesito para conseguir un futuro”, dice Mohamed. “Desde el año pasado hablan de esta reforma, dicen que va a ser más fácil conseguir los papeles, pero no llega nunca”, añade, junto a su compañero Sala a quien ha conocido en el autobús en el que ha llegado a Madrid desde Granada. Él acaba de cumplir los 18 años, llegó a España hace un año y salió del centro de menores sin papeles. Mientras lo cuenta, algunos lemas entonados en la concentración hacen reír a los presentes: “¡Marlaska, salta la valla!”.
“En el campo solo nos hacen contratos temporales pero, para renovar la tarjeta de residencia y trabajo, me piden un contrato de más tiempo y muchos requisitos. A muchos compañeros ya le han denegado la renovación. Me da miedo que me pase a mí. ¿Qué haría?”, se pregunta Soufian. Su compatriota Ayoub acumula ya 1.400 horas de prácticas, pero aunque tiene papeles no tiene autorización para trabajar. “He venido a Madrid para pedir nuestro derecho, necesitamos esa reforma del reglamento de Extranjería para que cambien todos esos requisitos imposibles que frenan nuestro futuro”. Ayoub estuvo tutelado en Melilla durante dos años, alojado en el centro de La Purísima, por lo que podría haber obtenido la nacionalidad. Pero el Gobierno de la ciudad autónoma, del que dependía su protección, no se la gestionó, explica su abogada, Marta Sánchez-Brillas de la ONG Pueblos Unidos.
Khadija, de 19 años, también migró a Melilla cuando era manor sin ningún familiar que la acompañase. Ella no grita por ella, dice, pues ya ha conseguido los papeles y tiene permiso de trabajo, sino que ha venido hasta Madrid para apoyar a los muchos compañeros que, una vez alcanzada la mayoría de edad, están empujados a la irregularidad.
Antes de la concentración, Khadija, Soufian, Ayoub y otro joven extutelado mantuvieron una reunión con el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán. “Les he dicho que son necesarios. Esto sí quiero enfatizarlo. Hay gente que cree que los problemas de esta sociedad se arreglan con procedimientos quirúrgicos de expulsión de ciudadanos extranjeros. No es verdad. Los ciudadanos extranjeros ocupan los puestos de trabajo que los españoles hemos ido dejando a lo largo de los últimos años. Son necesarios”, ha recalcado el Defensor al término del encuentro. “Esta sociedad, si no tuviese un núcleo importante de ciudadanos extranjeros tendrían muchas dificultades. Por eso, ellos deben sentirse orgullosos. Lo que deberían hacer los españoles es resolver algunas cuestiones que dificultan su presencia aquí”, ha añadido Marugán, que ha pedido al Gobierno que arregle en breve el bloqueo de la reforma del reglamento de Extranjería, que incluye las recomendaciones realizadas por su institución desde hace años.
El Ministerio de Inclusión planeaba aprobar en julio la reforma del reglamento de Extranjería, que pretendía rebajar buena parte de los requisitos exigidos a los adolescentes extranjeros tutelados a través de la reducción de los plazos marcados para conseguir los papeles, la disminución de las exigencias económicas, la ayuda para su acceso al mercado laboral y el aumento de la vigencia de sus permisos de residencia.
El departamento dirigido por Escrivá calculaba que la reforma beneficiaría en un corto periodo de tiempo a 8.000 menores migrantes que llegaron solos a España y a alrededor de 7.000 jóvenes extutelados, de entre 18 y 23 años, que podrían acogerse a la nueva normativa de forma retroactiva, según el cálculo realizado por la Secretaría de Estado de Migraciones. No obstante, las reticencias planteadas por el Ministerio del Interior concluyeron en el aplazamiento de la aprobación de la medida. Según fuentes del Ministerio de Inclusión, el texto de la reforma se aprobará sin modificaciones. La fecha sigue en el aire.