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INVESTIGACIÓN

Aviones españoles guían a los guardacostas libios para interceptar y devolver pateras en el Mediterráneo

La operación europea Sophia colabora habitualmente con los guardacostas libios para interceptar migrantes.

Pol Pareja / Zach Campbell / Daniel Howden / Apostolis Fotiadis

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La Unión Europea coordina desde el aire a los guardacostas libios para que intercepten a los migrantes en el Mediterráneo y los devuelvan a Libia, a pesar de que la normativa internacional, los tribunales comunitarios y la propia Comisión Europea señalan que retornarlos a este país es ilegal puesto que no es seguro, está en guerra, y en ese Estado no se respetan los Derechos Humanos. 

En el operativo participan aviones españoles que, como se puede comprobar en este audio del 29 de marzo de 2019, también actúan coordinados con la Guardia Costera Libia. La aeronave se comunicaba con un petrolero que acababa de rescatar a una patera y les confirmaba que, según los guardacostas libios, tenían permiso para devolver los migrantes a Tripoli, la capital del país. 

Según correos electrónicos y grabaciones de radio obtenidas por eldiario.es, The Guardian y Mediapart, los aviones europeos de la operación Sophia y de Frontex -el organismo comunitario de control fronterizo- se encargan de guiar desde el aire a los guardacostas libios para que puedan interceptar a los migrantes en el mar y devolverlos al mismo país del que trataban de huir.

Las pruebas obtenidas por este periódico suponen la primera evidencia de algo que vienen alertando las ONG que operan en el Mediterráneo: la Guardia Costera Libia no solo está financiada por la Unión Europea -algo que es público- sino que desde el aire Bruselas se encarga habitualmente de asistir a este organismo. 

La documentación obtenida por este periódico demuestra que la connivencia con estos guardacostas no es un hecho aislado sino que forma parte de la rutina de los aviones europeos que sobrevuelan el Mediterráneo en el marco de la operación Sophia.

Esta operación fue una misión naval que patrulló el Mediterráneo centro-sur desde 2015 y que participó en miles de rescates. A partir de marzo de 2019 se retiraron los buques y solo quedaron aviones en la operación, convirtiéndose en lo que desde la UE llamaron una “misión naval sin barcos”. Los Estados miembros decidieron a principios de este 2020 dar la misión por cerrada.

A parte de las grabaciones publicadas en este reportaje, la coordinación con la Guardia Costera de Libia ha sido confirmada gracias a correos electrónicos de los guardacostas libios y a mensajes entre altos cargos europeos obtenidos por este periódico. Fuentes internas de la UE también han confirmado la cooperación desde el aire con los guardacostas de Libia, un cuerpo financiado por Bruselas pero que en principio opera de manera autónoma.

La noche del 26 de marzo de 2019

La noche del 26 de marzo de 2019, dos pequeñas embarcaciones salieron de Libia hacia el norte por el Mediterráneo. Las pateras eran endebles y estaban en mal estado. Llegar a Europa a bordo de ellas sería prácticamente imposible.

Desde el norte se aproximaba un avión de doble hélice de la fuerza naval de la Unión Europea. Desde el sur, la guardia costera del país del que acababan de huir andaba en su búsqueda. 

El primero en encontrarlos fue el avión europeo, pero eso no iba significar que la UE pretendiera rescatarlos. La aeronave se puso inmediatamente en contacto con los guardacostas libios para que encontraran la patera. Los guardacostas, sin embargo, tenían problemas para localizar la embarcación.

“Ok señor, mi radar no va bien, no va bien. Si te quedas [encima de la patera] te seguiré”, le dice el guardacosta libio al avión, según la grabación de radio recogida por un barco cercano. 

El avión, llamado Seagull-75, tenía bandera de Luxemburgo y pertenecía a la operación europea Sophia.

La aeronave se puso a volar en círculos encima de la patera. “Nos quedan aproximadamente cinco minutos de combustible”, advierten desde el avión a los guardacostas libios. “Nos pondremos encima de la patera y encenderemos las luces de aterrizaje [para que la podáis localizar]”. Los libios, sin embargo, no encontraban la embarcación.

El avión sigue guiando a los patrulleros libios. Finalmente la aeronave se retira a la base porque no le queda gasolina. Antes, sin embargo, avisa a los guardacostas: “Nos pondremos en contacto con vosotros a través de la base de operaciones”.

Unas horas antes del intercambio de mensajes entre el Seagull-75 y los guardacostas libios, un avión español -también de la operación Sophia- había entrado en juego. Un petrolero acababa de rescatar a otra patera y tenía intención de llevar a los migrantes de vuelta a Libia. El avión español sobrevolaba el petrolero y se puso en contacto con su tripulación. 

“Nos estamos coordinando… estamos bajo la coordinación de la Guarda Costera Nacional de Libia”, dice el avión español, llamado Cotos. “Pueden dirigirse hacia Trípoli”, les dice a la embarcación, en el audio publicado al principio de este reportaje.

La UE niega la coordinación

“Nuestro personal no está integrado en la Guardia Costera libia ni forma parte de sus procesos de tomas de decisión, tampoco tiene derecho a ejercer ningún control sobre su personal”, sostiene Peter Stano, portavoz del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, comandado por Josep Borrell. “Los medios aéreos [de la UE] no ejercen ninguna coordinación de los buques libios durante las operaciones de rescate. No existe un programa de reconocimiento”, insiste. Desde el Ministerio de Defensa no han respondido a las preguntas de eldiario.es.

Según expertos en Derecho consultados, trabajadores humanitarios y fuentes de la UE que trabajan en asuntos migratorios, la estrategia comunitaria se ha basado en dibujar a la Guardia Costera libia como un cuerpo autónomo que solo recibe financiación y entrenamiento de Bruselas. De esta manera, no se responsabiliza ante los tribunales internacionales de las devoluciones de migrantes a un país donde se les encierra en centros de detención -algunos de ellos dirigidos por señores de la guerra- en los que se cometen “graves violaciones de los derechos humanos”, según documentación de la propia UE publicada el pasado noviembre.

“Nunca habrá repatriaciones a Libia desde los barcos europeos. Esto lo hemos excluido de forma explícita porque va contra nuestros valores y el derecho internacional”, declaró en julio de 2018 Natasha Bertaud, entonces portavoz de inmigración del Ejecutivo comunitario.

El doble rasero de la UE con Libia

Libia está en guerra desde 2011. En la zona operan tres grupos armados que reivindican el poder en el territorio. Algunos analistas describen el país como un “bazar de armas” cuyo poder está en manos de guerrilleros y mercenarios.

Según el enviado especial de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados en el Mediterráneo Central, Vincent Cochetel, nadie en la comunidad internacional puede obviar lo “peligroso” que se ha convertido el país. “Ningún activo de un tercer país -naval, aéreo o de inteligencia- debe ser utilizado para facilitar el retorno de las aguas internacionales a Libia”, señala en conversación con este periódico.

Desde la Comisión aseguran que, si se comparte información con los guardacostas libios, es porque son la autoridad competente y se hace siguiendo los protocolos de búsqueda y rescate. 

En virtud de la ley del mar, los pilotos y sus coordinadores están obligados a ponerse en contacto con el buque que esté en mejores condiciones para ayudar a los barcos en peligro. Las ONG que operan en el Mediterráneo, sin embargo, aseguran que a ellos nunca les contactan para encontrar pateras, incluso cuando son las embarcaciones mejor situadas para rescatarlas.

Añaden que está demostrado que la Guardia Costera libia, a pesar de los esfuerzos de la UE para legitimarla, está en manos de antiguos traficantes que actúan con violencia contra los migrantes y han sido responsabilizados por numerosas agencias internacionales de torturas y desapariciones. Al mismo tiempo, las pocas ONG que trabajan en la zona han sido objeto de una campaña de hostigamiento por parte de los propios guardacostas libios.

“A nosotros no nos avisan nunca porque saben que los intentamos llevar a Europa”, señala Riccardo Gatti, jefe de misión de la ONG Open Arms. “A veces somos los que estamos más cerca y aún así avisan siempre a los guardacostas libios”.

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