Cuando Francesc Mateu i Hosta se preguntó dónde habría nacido el niño Jesús en 2024, tuvo demasiadas opciones: Sudán, Ucrania o Myanmar; o, como años anteriores, Jesús habría podido nacer en Gaza, o siendo el hijo de dos personas sin hogar, de una “kelly”, en medio de un desahucio o en la valla de Melilla. Este año, el activista y exdirector de Oxfam Intermón en Catalunya se inclinó por los centros de internamiento para migrantes construidos por Italia en Albania, porque, dice, “esta Europa que cada vez mira más hacia la ultraderecha, debe recordar que los seres humanos, vengan de donde vengan, son seres humanos y es imprescindible tratarlos como tales”.
En 2024, la Unión Europea se ha abierto a replicar el polémico experimento del Gobierno ultra de Giorgia Meloni para enviar a migrantes rescatados en el Mediterráneo a centros de identificación y repatriación en suelo albanés. Sin embargo, la iniciativa de Meloni ha hecho aguas, con varapalos judiciales que han impedido a la primera ministra salirse con la suya. Meloni asegura que “seguirá adelante” con su plan, que ha desatado una lluvia de críticas de juristas expertos en inmigración y asilo y asociaciones especializadas y también mucha suspicacia por los costes de la medida.
En 2024, en el tradicional pesebre con muñecos de Playmobil de Mateu i Hosta, Jesús nace de camino a uno de estos centros. “No puede ser que en Europa ocurran estas cosas”, dice el activista. En su opinión, “el mejor regalo de Navidad” sería poder aportar con su belén para impedir que “iniciativas inhumanas e injustas” como esta se repitan.
En su recreación, José y María encarnan a las miles de personas que arriesgan todo por un futuro mejor. “Han decidido embarcarse en una patera para llegar a Europa. Están esperando un hijo, pero saben que no hay futuro en su país. En mitad del mar, su embarcación se queda sin motor. Cuando ya habían perdido la esperanza, son rescatados por un barco que los lleva a Italia, pero al llegar son detenidos y encerrados en un centro de detención”, dice el texto del relato con el que el excooperante siempre acompaña sus pesebres.
Después de días en el centro, prosigue, “se les comunica que serán trasladados a Albania, la primera vez que Italia toma esta medida. José y María temen lo que pueda pasar. María, embarazada, comienza a sentirse mal, pero las autoridades ignoran su estado y los obligan a embarcar”.
Durante el trayecto hacia Albania, María se pone de parto. Una mujer con experiencia en partos la asiste. “El viaje, que debía ser un infierno, pasa volando con el alboroto del nacimiento. Al llegar, envuelven al niño en una toalla y lo colocan sobre un palet seco. La criatura ya llora”.
“Una vez en tierra los llevan a un centro de reconocimiento. Allí, los servicios sanitarios certifican lo que acaba de ocurrir y deciden comunicar a las autoridades que no acepten el ingreso de los extraditados porque no se cumplen las condiciones establecidas para ello. Las autoridades albanesas confirman la información y devuelven casi todo el grupo a Italia. La prensa apenas se hace eco del regreso”, dice el escrito.
Al desembarcar “los han dejado en libertad para evitar más escándalos”. “Entre todos deciden que el niño se llamará Jesús –que significa 'el salvador'–, porque les ha salvado de la extradición. La familia del policía, que a la partida había intentado evitar que embarcaran y extraditaran, los acoge en su casa hasta que la madre se recupere”.
Según el belén de Mateu i Hosta, “el 6 de enero, un juez ha declarado ilegal el mecanismo de extraditar a centros en el extranjero”, una decisión que el cooperante recuerda que “ya ocurrió en Reino Unido”, haciendo referencia a la intención del Gobierno británico de deportar de migrantes a Ruanda, frenada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.