Cada año, desde el 2007, se celebra el 25 de Abril el Día Internacional de la lucha contra la Malaria o Paludismo. En este año 2014, además, se cumplen 50 años de la declaración de erradicación de la Malaria en España, después de una importante intervención sanitaria, obteniéndose desde 1964 la calificación de país libre de Paludismo.
La malaria es una enfermedad que lleva amenazando desde hace milenios a las poblaciones de todo el mundo. Los restos de DNA del parásito causante encontrados en la momia del faraón Tutankamón, confirman que la enfermedad pudo ser una de las causas de su prematura muerte. Y es que, a pesar de que siempre asociemos la Malaria a países en vías de desarrollo o a turistas que vuelven de viajes exóticos, nos olvidamos que también fue una pandemia en Europa y enfermedad endémica de la península Ibérica. El mismo emperador Carlos V murió en 1558 de esta enfermedad al ser picado por un mosquito infectado del parásito. Por aquel entonces el monarca reposaba en el Monasterio de Yuste, situado en un enclave idílico, y a su vez, una zona endémica de Malaria. Las aguas estancadas fueron el lugar idóneo para la reproducción del mosquito transmisor de la enfermedad.
Pero no hace falta ir tan lejos en el tiempo, hasta mediados del siglo XX, había en España centenares de miles de personas que murieron a causa de ella. Datos que sin duda llaman la atención y que hoy en día tan solo permanecen en la memoria histórica, pues estamos erróneamente acostumbrados a ver esta enfermedad de una forma lejana a pesar de tocarnos muy de cerca.
Actualmente, según datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, la media de los casos anuales declarados de Paludismo en España está entre 300 y 400, llegando a 500 durante el año 2012. Estos casos son catalogados como Paludismo introducido en el territorio o Paludismo importado, ya que suelen corresponder a casos traídos por viajeros provenientes de países endémicos. La gran mayoría de ellos son tratados a tiempo y la enfermedad remite con cierta facilidad. Ésta es la “cara positiva” de una enfermedad evitable y tratable en los países desarrollados.
Desgraciadamente la situación no es tan optimista en los 104 países dónde, aún en el año 2012, la malaria se presentaba cómo enfermedad endémica. Según datos de la OMS, se estima que a nivel mundial 3.400 millones de personas están en riesgo de contraer esta enfermedad. La mayoría de los casos (80%) y de los muertos (90%) ocurren en África, de estos últimos un 77% en niños menores de 5 años. A diferencia de la enfermedad en viajeros u otros casos aislados ocurridos en países desarrollados, en los países endémicos cada día mueren numerosas personas por malaria. Los motivos son generalmente la falta de acceso a la asistencia médica o la falta de recursos y es la ayuda de financiación exterior la que en muchos casos permite una cobertura sanitaria más amplia y segura.
Bien es verdad que a nivel mundial, entre el año 2000 y 2012, las tasas de mortalidad disminuyeron un 45%. Un progreso evidente y encaminado a cumplir la meta de la Asamblea Mundial de la Salud (AMS) de reducirlas en un 75% en 2015. Debido a la falta de recursos en los países con más incidencia de la enfermedad y la notada disminución del presupuesto internacional por parte de los gobiernos en los últimos años, la situación actual de dicha enfermedad y de las personas que la sufren se ha visto resentida.
A pesar de la gran necesidad y urgencia, los datos de 2012 demuestran que la financiación de los programas de malaria lamentablemente se redujo a menos de la mitad de los 5,1 millones de euros que se requieren a nivel mundial para combatir esta enfermedad y la distribución de redes mosquiteras se estancó entre los años 2011-2012.
Control, tratamiento y prevención
Debido a que es una enfermedad transmitida por la picadura de un mosquito, la lucha contra la enfermedad se debe llevar a cabo desde diferentes frentes de actuación: control, tratamiento y prevención. Todas aquellas acciones encaminadas a impedir dicha picadura serán positivas para evitar nuevos casos. El Uso de mosquiteras tratadas con insecticidas (MTI) y los rociados residual intradomiciliarios (RRI) son elementos esenciales para en el control del vector. Incluso con el incremento en la distribución de MTIs en los últimos diez años, se estimó en 2013 que sólo un 36% de la proporción de la población de la región del África subsahariana duerme bajo un MTI, siendo éste el valor de la población protegida de forma directa. Hay que tener en cuenta que las mosquiteras tienen una duración determinada entre 3 y 5 años y la sustitución regular es necesaria. La falta de cobertura de mosquiteras se traduce rápidamente en un mayor número de casos por picadura del mosquito.
En cuanto al tratamiento de la enfermedad, es muy importante sobre todo en las mujeres embarazadas y los niños ya que constituyen los grupos más vulnerables. Los tratamientos preventivos y los propios de la enfermedad ayudan a controlar la morbilidad y la mortalidad de la misma. Lamentablemente está habiendo un aumento de las resistencias conocidas del parásito frente a los fármacos disponibles, haciéndose cada vez más urgente la búsqueda de nuevas terapias.
La esperanza de la vacuna
El optimismo y la esperanza actual se centran en la aparente e inminente llegada de la vacuna RTS,S/AS01 desarrollada por el grupo de investigación dirigido por el investigador Pedro Alonso. Se prevé que la futura vacuna vea la luz y pueda ser comercializada en 2015, proporcionando cierta protección sobre todo al grupo vulnerable de niños menores de 5 años y pudiéndose disminuir la mortalidad en un 50%. Existe el compromiso de distribuir la vacuna a precio de coste, facilitando y posibilitando un precio aceptable por las comunidades más afectadas. No debemos olvidar que en muchos casos son los altos costes sanitarios los que impiden a los más afectados recibir el tratamiento adecuado en el momento oportuno, agravando la situación, retroalimentando el círculo de pobreza y enfermedad y condenado a su vez a estas sociedades a mantener e incluso empeorar su estado de desarrollo.
Junto a todo esto debemos recordar y resaltar el papel de la financiación del Fondo Mundial contra el Sida, Tuberculosis y Malaria y de organizaciones o fundaciones privadas como Bill & Melinda Gates Fundation que han sido y son esenciales para la investigación de esta enfermedad. No debemos olvidar tampoco el gran papel de todas aquellas organizaciones y ONGs, como Farmamundi que trabaja desde hace 20 años por la defensa de la salud universal y el acceso global a los medicamentos.
Pese al aparente lento avance, esperemos que la nueva vacuna ayude a mejorar la situación de los países más afectados, que se puedan cumplir los objetivos de la OMS de 2015 y que, cómo en el caso de España hace 50 años, en breve podamos recibir la noticia de nuevas catalogaciones de erradicación y de nombramiento de nuevos países libres de Malaria.