Este septiembre, la imagen ha sido recurrente: dos o tres refugiados tiran con sus manos de un alambre lleno de cuchillas para crear un pequeño hueco que facilite el paso del grupo de compañeros que quedó atrás. Es la valla húngara en su frontera con Serbia que intenta evitar que los refugiados y migrantes entren en su territorio. Esas concertinas salieron de España, concretamente de la empresa malagueña European Security Fencing (ESF), también proveedora del Gobierno español en las vallas de Ceuta y Melilla.
El pasado 11 de septiembre, en plena crisis de refugiados, el día que el primer ministro de Hungría anunció que la policía detendría a cualquier persona que intentase entrar de forma irregular en su territorio, la empresa española ESF compartió en Twitter un comentario que levantó numerosas críticas. “¡De aquí al resto de Europa! El 100% de de las #concertinas elaboradas en Europa proceden de nuestras fábrica”, decía el tuit.
La empresa, perteneciente al Grupo Salazar, se congratulaba de la expansión del negocio por el viejo continente y de su posición líder en el mercado. En su página web, indican que son el único “fabricante europeo de alambre dentado tipo concertina” y que tienen presencia en más de 20 países, entre ellos: Hungría, España, Marruecos, Túnez y Mauritania. Los productos son variados: “Concertina, concertina electrificada, despliegue de barreras, rotor anti escalada y accesorios para la instalación de concertina”.
La compañía confirmó a el diario El Mundo que las concertinas habían salido de sus fábricas: “Únicamente hemos suministrado el material, no realizado la instalación”. A las preguntas de eldiario.es sobre la venta del alambre de cuchillas a Hungría, la empresa intenta escurrir el bulto. “Tenemos clientes en Hungría pero desconocemos la finalidad de los proyectos”, afirma su portavoz.
Sin embargo, no desmienten las informaciones publicadas en las que admiten la fabricación de las concertinas que restringen el paso a miles de refugiados durante estos días.
También intentan borrar el rastro de su polémico tuit. Este martes, ni el comentario ni el perfil de Twitter de la empresa (@ESF_concertina) existían. Tras la publicación, muchos usuarios arremetieron contra la compañía española y algunos usuarios comenzaron a denunciar la poca sensibilidad de la empresa con la etiqueta #boikotesf.
Hungría ha cerrado del todo la frontera con Serbia y este martes entró en vigor una nueva ley contra la inmigración irregular que castiga con penas de hasta cinco años de cárcel las incursiones de personas que hayan dañado el material del perímetro fronterizo. Hasta el miércoles, las autoridades húngaras han detenido a 519 migrantes y refugiados.
Material de ESF utilizado para expulsiones ilegales
ESF, que comercializa sus productos en todo tipo de perímetros de seguridad, también privados, abastece de concertinas a las vallas de Ceuta y Melilla, como confirmó la empresa a eldiario.es el año pasado. El grupo malagueño fue el beneficiario de los contratos para reforzar el perímetro fronterizo con más obstáculos, como el despliegue de una malla 'antitrepa' en las vallas de las dos ciudades autónomas.
Su material, además, fue utilizado para bajar a varias personas de la valla de Melilla, como publicó este medio, que permanecían aferradas en lo alto de la alambrada. Posteriormente, estas personas fueron devueltas 'en caliente', de manera irregular, a territorio marroquí tras descender de las grúas facilitadas por el Grupo Salazar. En esa ocasión, no se trató de un servicio contratado sino “de un favor”, explicó un portavoz de ESF a este medio.
[Vídeo: Teresa Palomo]
Hungría, a través de su embajadora en Madrid, ha comparado su valla con las que mantiene España en Ceuta y Melilla. “Hablar de valla en España se entiende bastante bien y no hay que explicarlo”, dijo Eniko Gyori esta semana.
Ante las críticas a la compañía sobre las heridas que provocan las concertinas a los inmigrantes y refugiados en las fronteras de España, la empresa respondió a la agencia EFE que el fin de las concertinas “no es cortar”. Según Antonio Mora, gerente de ESF y del grupo empresarial Mora Salazar, las concertinas de la parte superior de Melilla tienen un “efecto psicológico y visual de que hay unos filamentos que si accedes te puedes hacer daño”.
Las ONG y los reporteros gráficos que trabajan en las ciudades autónomas han dejado constancia en varias ocasiones de los cortes que producen las concertinas. La última muerte documentada por causa directa de las cuchillas fue en 2009, cuando una persona murió desangrada en la valla de Ceuta por un corte.