A pesar de que la cuenta atrás sigue corriendo y el horizonte marcado para hacerlos realidad, 2030, cada vez es menos lejano, ningún país “está en camino de alcanzar” los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. En algunos casos, principalmente en los vinculados a combatir la crisis climática, el mundo va en la dirección “equivocada”. La lucha para que acabar con el hambre, reducir la desigualdad o lograr condiciones laborales dignas siguen siendo algunas de las asignaturas suspensas de la gran mayoría de los Gobiernos.
Desde este martes, Nueva York acoge el Foro Político de Alto Nivel, el epicentro de los debates sobre las tareas pendientes y los avances en la agenda para la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible cuyo cumplimiento fue rubricado por los dirigentes mundiales en 2015. Los resultados del balance anual de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN, por sus siglas en inglés), impulsada por la ONU, y la Fundación Bertelsmann, suponen un nuevo tirón de orejas que constata que los países miembros aún no están tomando suficientes medidas para cumplir con lo establecido en la Agenda 2030.
Este año, los expertos independientes de ambas organizaciones concluyen que muchos Gobiernos siguen sin dar “pasos decisivos” para lograr los ODS. En concreto, subrayan que hay que poner fin a la “brecha” que existe entre la retórica de muchos dirigentes que muestran su apoyo a los propósitos de la agenda y la acción de sus Ejecutivos. Para ello han analizado 43 países, incluidos los del G20 y y aquellos que cuentan con una población superior a los 100 millones de personas. 33 respaldan los ODS en sus declaraciones oficiales, pero solo 18 –entre ellos España– los mencionan, por ejemplo, en sus presupuestos nacionales.
El informe evalúa el nivel de cumplimiento de los ODS con un código de colores del semáforo que incluye el verde, si el país ha alcanzado un umbral del objetivo. Para lograr el aprobado, tienen que cumplirse todos los indicadores que componen cada objetivo. El amarillo se refiere a que hay avances pero no suficientes; naranja, si los progresos son escasos; y rojo, el peor escenario, en el que el país se encuentra lejos de la meta acordada. Sus resultados no son oficiales, pero ofrece uno de los análisis más profundos sobre el avance de la Agenda 2030 basándose en estadísticas nacionales e internacionales, como las publicadas por organismos como el Banco Mundial o la OMS, centros de investigación y las ONG.
La red elabora un ranking que clasifica 162 Estados en función de su nivel de cumplimiento de la Agenda 2030. Los países nórdicos –Dinamarca, Suecia y Finlandia– vuelven a encabezar la lista. “Sin embargo, incluso estos países se enfrentan a grandes desafíos a la hora de implementar uno o varios ODS”. Les siguen Francia, Austria, Alemania, República Checa, Noruega, Países Bajos y Estonia. España se sitúa en el puesto 21.
En esta edición, la SDSN llama la atención sobre las “alarmantes” tendencias en los objetivos que hacen referencia a las medidas contra la crisis climática y de protección la biodiversidad. De media, los países obtienen sus peores resultados en el ODS 13 (acción por el Clima), el ODS 15 (vida en ecosistemas terrestres) y el ODS 14 (vida submarina). Ninguno obtiene verdes en este último objetivo, que persigue la conservación de los océanos. “Las tendencias en las emisiones de gases de efecto invernadero y, sobre todo, en las especies amenazadas van en la dirección equivocada”, indican los autores.
“Estamos perdiendo terreno en muchas áreas”, opina a eldiario.es Guillaume Lafortune, director de proyectos de la SDSN. “Los cambios paulatinos en las políticas no son suficientes, el mundo necesita transformaciones profundas para lograr los ODS y el Acuerdo de París”, que fija el compromiso de contener el calentamiento global del planeta por debajo de los 2 grados, esgrime el coordinador del informe.
La red advierte además de que el uso de la tierra y la producción de alimentos “no satisfacen las necesidades de la gente”, y que la agricultura está “destruyendo la biodiversidad y los bosques, desperdiciando el agua y liberando” el 25% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
Por otro lado hacen énfasis en otro de los pilares fundamentales de la Agenda 2030: el impacto que tienen las acciones de los países ricos en los más empobrecidos, que debe abordarse a través de lo que se denomina la coherencia de políticas. La SDSN recuerda que la aplicación nacional de los ODS “no debe socavar la capacidad de otros países para alcanzar los objetivos”. Pone un ejemplo: la demanda mundial de aceite de palma y otros productos que “alimenta la deforestación” de los bosques tropicales.
También señalan cómo los paraísos fiscales acaban minando la capacidad de otros países para recaudar los fondos públicos necesarios para financiar el cumplimiento de los ODS. Igualmente, critican que la tolerancia hacia normas laborales deficientes en las cadenas de suministro mundiales perjudica a las personas más pobres, en particular a las mujeres. “Los países de altos ingresos generan impactos negativos en los accidentes laborales mortales, por lo general al importar productos y servicios de países de bajos y medianos ingresos con estándares y condiciones laborales deficientes”, sostienen.
Suspensos en malnutrición o desigualdad
En cuanto a los avances en la lucha contra el hambre (ODS 2), el mapa del mundo se tiñe de rojos y naranjas. Ningún Estado obtiene 'verdes'. El estudio recuerda que, a nivel global, 2.000 millones de personas tienen deficiencia de micronutrientes, 800 millones de personas pasan hambre, la obesidad se incrementa y el 33% de los alimentos se desperdicia.
“Por un lado, continúan los problemas de desnutrición en algunos países de bajos ingresos, especialmente en África subsahariana. A pesar de los avances en la reducción de la pobreza y el acceso a los alimentos en los últimos años, los conflictos pueden dar lugar a que se inviertan los progresos en estos ODS y la escasa resistencia de los sistemas agrícolas a fenómenos climáticos como las sequías en algunos países”, sostiene Lafortune. “Por otra parte, en los países de ingresos medios y altos, la desnutrición se ha erradicado prácticamente, pero la mayoría de los países se enfrentan a problemas relacionados con las crecientes tasas de obesidad y la agricultura sostenible”, añade.
Así, a la hora de comparar los cumplimientos de países ricos y empobrecidos, el informe añade más indicadores a los miembros de la OCDE que tienen que cumplir para obtener el aprobado. Es la forma que tienen los autores medir de forma más estricta los progresos de los países ricos. Estos por ejemplo, suspenden en el ODS 2 porque persisten los problemas en los indicadores de obesidad. Estos baremos diferentes explican también, por ejemplo, que Rusia cumpla el objetivo de fin de la pobreza (medido por dos indicadores: las tasas de población que vive con menos de 1,90 o 3,20 dólares diarios) frente a otros como Canadá, que deben cumplir un indicador más para alcanzar el ODS: los habitantes con ingresos por debajo de la media tienen que ser inferiores al 50%.
En general, más de la mitad de los países del mundo no están en vías de erradicar la pobreza (ODS 1). También siguen siendo un problema, en la mayoría de los Estados, las desigualdades de ingresos y riqueza (ODS 10) o las brechas en salud (ODS 3) y en educación de calidad (ODS 4) tanto en países ricos como en los empobrecidos. Solo un país, Noruega, aprueba el objetivo que hace referencia a la igualdad entre hombres y mujeres (ODS 5).
El Foro Político de Alto Nivel que da comienzo este martes se centrará en examinar el cumplimiento a nivel global de algunos de los objetivos que salen peor parados en el informe, como el que evalúa las medidas para luchar contra el cambio climático (ODS 13) o los progresos en reducir la desigualdad (ODS 10), así como el que persigue el trabajo digno (ODS 13) o establecer alianzas para lograr todas las metas (ODS 17). Un total de 47 países someterán a examen sus progresos de forma voluntaria.
La delegación española encabezada por la Alta Comisionada para la Agenda 2030, Cristina Gallach, y el secretario de Estado de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe, Juan Pablo de Laiglesia, estará presentes en Nueva York la próxima semana. Igualmente, miembros de la sociedad civil como las organizaciones agrupadas en Futuro en Común, acudirán a los actos de la ciudad estadounidense a partir del miércoles.
El evento, que se prolongará hasta el próximo 18 de julio, también se focalizará en el objetivo 16, que busca construir sociedades más pacíficas e inclusivas. Esta meta también obtiene malos resultados en el análisis de los expertos de SDSN, que destacan que los derechos humanos y la libertad de expresión “están en peligro en numerosos países”.
“Los conflictos en muchas partes del mundo siguen provocando retrocesos en el progreso del ODS 16”, recuerdan. Mencionan problemas que socavan la consecución de este objetivo, como la esclavitud moderna, la corrupción o los ataques a la libertad de prensa. Estos dos últimos están empeorando en más de 50 países. Son algunos de los resultados que, si no se toman medidas urgentes, ponen en peligro, para muchos, la posibilidad de alcanzar un mundo más sostenible y menos desigual en 2030.