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La denuncia de 143 mujeres contra Dinamarca por colocarles anticonceptivos a la fuerza: “No pueden esperar más”

Òscar Gelis Pons

Copenhague —
14 de marzo de 2024 22:22 h

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Un grupo de 143 mujeres groenlandesas han emprendido recientemente una acción legal contra el Gobierno de Dinamarca por lo que consideran la violación de los derechos humanos de miles de niñas y jóvenes de la isla ártica hace poco más de 60 años. Las mujeres alegan que se les colocó un dispositivo intrauterino (DIU) en contra de su voluntad e incluso sin su conocimiento, en uno de los episodios más oscuros del pasado colonial del país escandinavo. Piden a los tribunales una indemnización colectiva de 43 millones de coronas (alrededor de 5,7 millones de euros) y que se las escuche, ya que el Gobierno danés aún no ha respondido a una primera reclamación que iniciaron 67 mujeres por el mismo caso el pasado octubre. En la primera demanda, las víctimas pedían una indemnización de 300.000 coronas cada una (40.000 euros). Desde entonces, se han sumado más afectadas por el caso hasta impulsar la nueva instancia.

Algunas de las implicadas tenían tan solo 12 años cuando doctores y ginecólogos daneses les colocaron este sistema de anticonceptivo en contra de su voluntad, en un intento para reducir y controlar la población inuit en Groenlandia. Se calcula que, entre los años 1966 y 1970, hasta 4.500 mujeres estuvieron afectadas por las campañas de control de la natalidad, después que la isla ártica dejara de ser una colonia danesa y pasara a ser un distrito administrativo del país nórdico. 

Naja Lyberth, portavoz de las mujeres, fue la primera en alzar la voz en el año 2022 al denunciar que, cuando era adolescente, le colocaron la espiral anticonceptiva en un examen médico regular y acusó al Estado danés de llevar a cabo una campaña de esterilización concertada en el territorio ártico. En declaraciones a la cadena groenlandesa KNR, Lyberth ha dicho recientemente que el Gobierno danés está “alargando el tiempo” en la investigación del caso y en el pago de las compensaciones, ya que “algunas de las mujeres afectadas tienen ahora 80 años y ya no pueden esperar más”.

“Mientras vivamos, queremos recuperar nuestra autoestima y el respeto por nuestro vientre. No hay ningún gobierno que pueda decidir si debemos tener hijos o no”, afirmó Lyberth el día en que se presentó la demanda colectiva en el tribunal. “Si las mujeres tienen derecho a una indemnización, se tiene que hacer rápidamente, no pueden esperar a que se complete una investigación tras otra”, dijo en la cadena pública danesa DR el abogado de las mujeres, Mads Pramming. A juicio de este letrado, que anteriormente ha liderado otros casos de derechos humanos en el país nórdico, este episodio es “el fracaso más grande de los derechos humanos en la historia de Dinamarca”. 

Investigación periodística

El año pasado, el Estado danés y el Naalakkersuisut, el Gobierno de Groenlandia, iniciaron una investigación independiente sobre el caso de la colocación de DIU y otras prácticas para la prevención del embarazo llevadas a cabo en la isla entre los años 1961 y 1991, cuando el territorio autónomo ártico recuperó las competencias de la gestión sanitaria. Sin embargo, los resultados de la investigación no se sabrán hasta mayo del 2025: “El caso es profundamente lamentable y la investigación independiente tiene que llegar hasta el fondo del asunto”, respondió para la cadena KNR la actual ministra danesa de Sanidad, Sophie Løhde. 

El caso, conocido en Dinamarca como la “campaña de la espiral” fue destapado por la cadena de televisión pública danesa DR en una serie de pódcast de investigación publicados en 2022 bajo el título Spiralkampagnen. Allí, se escucharon por primera vez testimonios como los de Naja Lyberth, que relató que con 14 años le colocaron un DIU de manera forzosa, un sistema anticonceptivo que en aquella época no estaba diseñado para mujeres que no habían dado a luz, por lo que el dolor y el trauma perviven en su cuerpo cada vez que recuerda el momento. “Vi una bata blanca, una enfermera y un miedo que me paralizaba”, contó Lyberth.

Otro de los testimonios recogidos en el pódcast es el de Inge Thomassen. La investigación periodística reveló que, como en su caso, muchas de las mujeres tardaron años en descubrir que llevaban puesto un DIU, tras sufrir dolores, infecciones y problemas para quedarse embarazadas, ya que en muchos casos se colocaron sin su conocimiento. “Durante años sufrí un dolor horrible en el abdomen”, dijo Thomassen. “Años después, mi marido y yo queríamos tener un hijo, lo intentamos durante mucho tiempo hasta que, en 1995, en un examen rutinario de vejiga, una radiografía mostró que tenía un DIU dentro, en ese momento me sentí muy ofendida”. 

Campañas de control de la natalidad 

Hoy, Groenlandia es un territorio autónomo dentro del reino de Dinamarca, pero no fue hasta 1953 cuando la isla ártica dejó oficialmente de ser una colonia. Durante la década de los 60, las autoridades danesas temían que la natalidad entre la población inuit fuera un impedimento para la modernización de la isla, ya que los servicios sociales, como los hospitales y las escuelas subvencionados desde Copenhague, resultaban más caros de mantener de lo que la administración danesa estaba dispuesta a pagar. Un informe del Gobierno danés de 1965 recogía que, cada año, nacían 500 bebés fuera del matrimonio en Groenlandia, de los cuales un tercio eran de madres menores de 20 años.

De esta forma, en 1966 empezaron las campañas forzosas de planificación familiar, hasta el punto de que se cambió la ley para que los médicos (venidos desde Dinamarca) pudieran recomendar la colocación de espirales DIU a menores sin el consentimiento de los padres. Estas campañas duraron hasta 1974, cuando, en una conferencia de las Naciones Unidas, el país escandinavo recibió fuertes críticas por las campañas de control de la natalidad en sus antiguas colonias. El Ministerio de Sanidad de Groenlandia calcula que, durante estos años, se aplicó el método anticonceptivo de la espiral a la mitad de la población fértil que tenía la isla ártica por aquel entonces. 

Maria Akhtar, del Instituto danés por los Derechos Humanos, subraya que las mujeres afectadas por el caso “eran muy jóvenes cuando se les colocó el DIU, algunas eran tan solo niñas, por lo que representaban un grupo aún más vulnerable”, dijo. Akhtar también añadió que “las cifras de casos que se están revelando destapan que se trataba de una práctica muy sistemática y que se repitió en el tiempo”. 

En una visita a la isla ártica en junio de 2023, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, pidió públicamente disculpas por los abusos históricos que Dinamarca había cometido en Groenlandia, en lo que calificó “uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia que se tiene que desvelar”.

El 'caso de la espiral' no es el único episodio en que el Estado danés ha sido recientemente acusado por violaciones de los derechos humanos en su antigua colonia. Hace un año, 26 groenlandeses que habían crecido como huérfanos en la isla ártica demandaron a Dinamarca por haber violado sus derechos en un caso relacionado con el derecho de la paternidad legal. Este caso se suma a uno de los mayores escándalos del pasado colonial del país, que ocurrió en la década de 1950. El Estado danés de entonces impulsó un “experimento social” en el que decenas de niños inuit fueron separados de sus familias y trasladados a vivir a Dinamarca, donde sufrieron un proceso de desnaturalización para adoptar la lengua y las costumbres de la metrópolis. En ambos casos se llegó a un acuerdo entre los demandantes y el Estado danés, por el que se compensó con una indemnización a las víctimas y, por lo tanto, los casos nunca terminaron en los tribunales. Sin embargo, en el 'caso de la espiral' hasta ahora no ha habido ningún acuerdo entre las víctimas y Dinamarca.