El Mundial de Fútbol de Qatar puso en el foco los derechos laborales en los países del Golfo Pérsico, donde la mayoría de los trabajadores son migrantes y están expuestos a explotación y abusos. Tal y como reveló una investigación del diario The Guardian en 2021, al menos 6.500 trabajadores murieron en los trabajos de construcción y preparativos del torneo entre 2010 y 2020.
Las condiciones laborales no mejoraron durante la pandemia, ni a un año de su inauguración, ni cuando rodaba el balón por el verde, según las denuncias de distintas organizaciones.
Ahora, seis meses después del campeonato etiquetado como “mundial de la vergüenza”, las autoridades qataríes y la FIFA se niegan a contribuir a un fondo para compensar a los trabajadores por los daños que sufrieron y a las familias por la muerte de muchos de ellos.
“Ya han pasado seis meses desde que concluyó el torneo, pero ni la FIFA ni Qatar han ofrecido aún un programa efectivo y accesible para permitir que los trabajadores que sufren abusos reciban la justicia y la compensación que se les debe”, afirma Steve Cockburn, director de Justicia Económica y Social de Amnistía Internacional (AI).
La ONG recoge en una nueva investigación la situación de los trabajadores de la empresa de seguridad privada qatarí Teyseer Security Services, durante el Mundial y el periodo previo. Estos trabajadores tuvieron que pagar tarifas de contratación y otros costes, así como hacer declaraciones falsas sobre sus condiciones de empleo.
Según han dicho los trabajadores a AI, una vez acabados sus contratos temporales no tuvieron otra opción que marcharse de Qatar, lo cual les priva de cualquier derecho a recibir una reparación o indemnización.
Pagar para trabajar
La organización habló con 22 hombres de Nepal, Kenia y Ghana, que estaban entre las miles de personas contratadas por Teyseer Security Services, que ejercieron de responsables o guardias de seguridad en el Estadio Internacional Jalifa, los recintos de la FIFA para los aficionados, el paseo marítimo de Doha y la estación de metro Souq Waqif.
Los trabajadores llegaron a Qatar a mediados de octubre de 2022 y fueron contratados por un periodo de tres meses. Se quejan de que ellos mismos tuvieron que cubrir parte de sus gastos por estar allí en contra de lo prometido. De los 22 entrevistados, 16 dijeron que habían pagado más de 200 dólares (unos 183 euros) y los otros cuatro, más de 600 dólares (unos 550 euros), esto es, más de un tercio de sus ganancias previstas. Entre los gastos que cubrieron los trabajadores estaban las tasas de las agencias de contratación, exámenes médicos, pruebas de la COVID-19 y comprobaciones de antecedentes penales. Algunos tuvieron incluso que costearse programas de formación en sus respectivos países.
“Tuve que pedir un préstamo para pagar los gastos de viaje para trabajar en Qatar durante la Copa del Mundo. Aún lo estoy pagando, y lo que gané no basta”, dice Marcus, ghanés de 33 años, quien pagó casi 400 dólares de costes de contratación.
Otro ciudadano de Ghana, Richard, de 24 años, lamenta que ha salido perdiendo: “Pagué casi 700 dólares antes de ir allí. No recibí más que unos 1.500, así que mis ganancias fueron sólo de 780. Habría ganado más que eso si me hubiera quedado en Ghana. Por marcharme perdí el trabajo, así que volví con poco dinero y sin trabajo”.
En las cartas de empleo a las que ha tenido acceso Amnistía Internacional, la empresa se comprometía a pagar los gastos relacionados con la contratación, pero la gran mayoría no han sido reembolsados. Además, los trabajadores denuncian que los representantes de Teyseer y los agentes de contratación les hicieron falsas promesas, como sugerirles que podían ocupar puestos de más categoría y ganar 275 dólares adicionales al mes, bonificaciones o la posibilidad de quedarse en Qatar una vez acabado el Mundial.
Abusos y amenazas
“Era un trabajo difícil porque había una [estación de] metro en la zona y demasiada gente. Tenía que estar de pie entre 10 y 12 horas al día [...] apoyando solo la espalda en las barricadas. A veces teníamos miedo, porque había muchísima gente y la multitud empujaba”, relata Kiran, nepalí de 26 años, que trabajó en la estación de metro Souq Waqif como responsable de seguridad.
Más de un tercio de los entrevistados afirman que su jornada era de 12 horas al día y que trabajaron hasta 38 días seguidos, sin descansos ni remuneración extra, incumpliendo así la legislación qatarí. Debían estar de pie muchas horas sin sentarse y tratar con grandes multitudes después de los partidos, sin formación ni apoyo adecuados, según el informe de Amnistía.
Por ello, numerosos trabajadores de Teyseer protestaron mientras estaban en Qatar y se quejaron a través de la línea telefónica establecida con ese fin durante la Copa del Mundo, pero no obtuvieron respuesta. Asimismo, uno de los entrevistados dijo a la ONG que un directivo amenazó con despedirlos a él y a otros como represalia por quejarse.
Días antes de que vencieran sus contratos en enero, cientos de responsables de seguridad organizaron una protesta pidiendo lo que se les debía, las horas extras no pagadas y las bonificaciones prometidas. Después de la protesta, tanto Teyseer como el Gobierno de Doha prometieron compensarles pero aún no han recibido ningún tipo de pago.
Los entrevistados afirman que los representantes de la empresa amenazaron con emprender “acciones” contra ellos si no abandonaban Qatar en vuelos organizados por la empresa o les dijeron que tendrían que pagar un nuevo billete de avión, por lo que se vieron obligados a marcharse y se quedaron sin ningún tipo de compensación.
Amnistía destaca que “los abusos soportados por los guardias de seguridad forman parte de un patrón de daños sufridos por los trabajadores migrantes en Qatar desde que la FIFA eligió el país como anfitrión de la Copa Mundial en 2010”.
“Cientos de miles de trabajadores migrantes pagaron tasas ilegales de contratación o sufrieron retenciones de sus salarios, sin haber recibido ninguna reparación” por ello. Además, “muchos trabajadores que ayudaron a construir estadios e infraestructura o trabajaron para ayudar a la celebración del torneo murieron, y sus familias aún no han recibido una indemnización adecuada, e incluso ninguna indemnización”, denuncia la ONG.
Aunque Qatar haya introducido mecanismos de denuncia, los trabajadores deben estar en ese país para acceder a los tribunales y a cualquier tipo de compensación. Los que fueron obligados a salir de Qatar no tienen la posibilidad de presentar quejas a distancia desde sus países, ni los familiares de las víctimas tampoco.
“El mecanismo de reparación existente en Qatar no es adecuado para su objetivo, y ha privado a miles de trabajadores de la compensación por los abusos que han sufrido”, señala Cockburn. “Aunque han transcurrido seis meses desde la Copa Mundial, la FIFA aún no ha investigado de forma efectiva la cuestión, ni ha proporcionado remedio. Los trabajadores llevan demasiado tiempo esperando justicia”, concluye.
La FIFA ha reconocido en una respuesta a Amnistía Internacional que había “diferentes percepciones y opiniones” sobre la experiencia de los trabajadores en Teyseer y ha prometido que buscará una aclaración completa, pero no se ha comprometido a intervenir para proporcionar reparación.