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La impotencia por querer llegar a Europa sin jugarse la vida en una patera: “Aquí los visados son para ricos”

El año pasado, Mamadou Saliou Diallo –55 años, casado y con cuatro hijos– pidió dos veces un visado en la embajada de Alemania en Dakar, Senegal. Cuenta que quería viajar allí por dos motivos: visitar a su prima que vive en el país europeo y cuyo marido, portugués residente en Alemania, está en coma en el hospital, e intentar comprar dos o tres camiones para ampliar la flota del negocio que tiene en Senegal.

Su prima le envió una carta de invitación oficial expedida por las autoridades alemanas, adjuntó un documento del hospital donde está ingresado el marido de su hermana, el certificado de matrimonio, dos seguros médicos –uno en Alemania y otro en Senegal–, fotocopias de sus dos tarjetas Visa y la reserva del billete con fecha de retorno tres semanas después, entre otros papeles que le pedían.

No se lo concedieron. Una semana después, le enviaron un documento escrito en alemán donde se señalaba entre los motivos de denegación que podría ser “un peligro para el orden público” y que  la documentación entregada era falsa. La embajada no se creía las razones por las que Mamadou solicitaba viajar a Europa, según el escrito. Tampoco confiaba en su palabra de regresar a Senegal llegada la fecha de expiración de su visado.

“Todos estos son los argumentos habituales de las embajadas para rechazar visados. Si llego a saber entonces que consideran que soy un peligro para el orden público hubiera ido a la Justicia por tal acusación”, señala Diallo, indignado tras escuchar la traducción de lo que indica el documento. No lo hizo en su momento porque, dice, “estaba muy desanimado, creía haber dado todos los argumentos necesarios para un sí”. A pesar de ello, escribió una carta al cónsul alemán, sin lograr su objetivo.

El caso de Diallo es un ejemplo de la realidad que viven los ciudadanos de África occidental que tratan de viajar al extranjero a través de los consulados. Pedir un visado es el modo de llegar a Europa de manera regular, pero conseguir su concesión se percibe como una lotería. Según un informe de 2015 de la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), la mayoría de los países de África occidental y el Sahel tiene las tasas más altas de rechazos de visas en comparación con otras regiones del mundo. Países como Guinea, Malí, Senegal, Nigeria, Camerún o Ghana tienen unas tasas de rechazo de entre el 30 y el 40% de las solicitudes para el espacio Schengen. 

En el caso concreto de Senegal, el año pasado fue rechazado un 64% de los visados solicitados, según las cifras más recientes de la Comisión Europea. De acuerdo con datos de la Agencia de la ONU para los refugiados (Acnur), las personas de origen senegalés están entre las principales nacionalidades de los migrantes que han atravesado este año las rutas del Mediterráneo occidental –la séptima– y central –la duodécima–para llegar a suelo europeo. 

Son muchos los jóvenes que piden un visado intentando evitar la vía irregular para llegar a Europa a través de la ruta terrestre que cruza el desierto hasta llegar a Libia o Argelia con Italia como destino final. O bien, embarcándose en una patera desde Marruecos, o saltando la valla de Ceuta o Melilla. Pero otros muchos ni intentan conseguir el permiso porque están convencidos de que será rechazado. En este sentido, Frontex señala que “el perfil predominante de los solicitantes de visados rechazados corresponde con el perfil de migrantes que llegan a la UE a través de canales irregulares”, es decir, hombres jóvenes.

Es lo que le ocurrió a Halifa. Tiene 32 años y perdió a su hermano mayor en 2006 cuando este intentaba llegar a España en una patera. Halifa también quería tratar de alcanzar las costas españolas de este modo para buscar trabajo, pero solicitó el visado a petición de su madre, que no quería perder a otro hijo. Fue rechazado. El caso de Mor es similar. Tiene 35 años y dice que soñaba con Europa desde que era pequeño y escuchaba a Julio Iglesias, Elton John o Charles Aznavour. En 2007, pidió el visado para ir a Francia y Portugal. En 2008, lo intentó con Turquía. Ningún país lo aceptó.

“Todos me decían lo mismo, que el expediente no estaba completo”, explica. Decidió entonces, en 2008, intentar llegar a España desde Marruecos, pero la patera nunca salió porque les pilló la Marina marroquí. Regresó a su casa y en 2012 volvió a intentarlo comprando un visado portugués por 1,5 millón de francos CFA, es decir, 2.280 euros. Aterrizó en Lisboa, pero la policía en el aeropuerto descubrió que el visado era falso. “¡No! ¡He llegado al paraíso y me envían el mismo día al infierno!”, pensó en aquel momento.

España denegó el 45% de los visados a senegaleses

Desde el consulado de España en Dakar argumentan que hay un “exceso de demanda” de visados para el escaso personal que hay para gestionarlos. Además, indican que en los países emergentes hay una “enorme demanda” para viajar a Occidente que es “mucho mayor” que lo que un consulado y un país pueden resolver. Según datos de la Comisión Europea, de los 7.170 visados solicitados en 2017 en el consulado español en Dakar, 3.230 fueron denegados, un 45%. 

Rodrigo Aguirre de Cárcer, cónsul general de España en Senegal, sostiene que “en el imaginario colectivo de la mayoría de la población de los países en desarrollo en África y otros continentes, Occidente, y más concretamente Europa, es como El Dorado, donde creen que sin dificultad van a tener automóvil, trabajo remunerado, colegios, casa, sanidad gratuita, agua corriente...”. “Se tiene una imagen irreal y excesivamente positiva de Europa y por eso hay un comprensible anhelo y obsesión por lograr entrar a ese paraíso”, reitera en declaraciones a este medio. 

Aguirre de Cárcer defiende que a pesar de “comprender el deseo de venir al consulado e intentar colarnos lo que sea, los consulados reciben una tasa muy alta de documentos falsos” y que, como cónsul, dice, tiene que asegurarse de que el visado se solicita “por motivos genuinos –trabajo, estudios...– y sobre todo de que van a regresar a su país”, recalca. “El riesgo de que no vuelvan es altísimo y es lógico, porque una vez que entran a Europa intentan quedarse todo el tiempo posible”, subraya. 

En esta línea, han sido controvertidos los rechazos que ha sufrido el personal local que trabaja con ONG españolas, invitado a España para participar en coloquios y conferencias. Cumplen los requisitos exigidos, pero el fantasma de la duda se extiende más sobre quienes proceden de África subsahariana.

Un caso sonado en Senegal fue el de Bousso Dramé, que en 2013 ganó un concurso en el Instituto Francés de Dakar y el premio era una formación en la capital gala. Tras considerar que el trato que recibía en la embajada francesa para tramitar el visado era vejatorio, decidió renunciar a la beca. eldiario.es se ha puesto en contacto con la embajada de Francia en Senegal, que declinó conceder una entrevista a este medio.

“Sin contactos no logras el visado”

Por su parte, Diallo considera que “el sistema no funciona bien porque invitan a migrar de manera forzosa” por el mar o cruzando el desierto. “Hay que facilitar el visado para la gente que tiene los documentos y el dinero”, señala, aludiendo a que volverá a solicitarlo. Las organizaciones especializadas han reclamado en numerosas ocasiones a los Gobiernos que faciliten mecanismos legales y seguros para que estas personas no se vean empujadas a poner su vida en riesgo en el mar o a recurrir a redes de traficantes para poder pisar suelo europeo.

La vía más segura para llegar a Europa es siempre el avión y de la mano de un visado. Por esta razón, se ha generado un mercado clandestino de visados. Según varias personas entrevistadas, se pueden conseguir por cantidades que van desde uno a cuatro millones de francos CFA (1.520 a 6.080 euros) e incluso cinco millones (7.600 euros). 

Mor se pregunta por qué los europeos pueden venir a su país “tan fácilmente” y por qué ellos no pueden hacerlo de ese modo a Europa. Cuestiona también que las autoridades europeas envíen dinero a su gobierno para llevar a cabo proyectos con los jóvenes y darles empleo. “El Gobierno se lo guarda en el bolsillo y se compran coches caros”, critica.

Repite una frase que está en boca de muchos jóvenes que quieren intentar llegar a Europa: “Si no tienes un contacto en la embajada, o eres amigo o familia de alguien que trabaje en el Gobierno no logras conseguir un visado. Aquí son para los ricos, los políticos y los artistas”. En cuanto logre reunir el dinero necesario, Mor lo intentará por la vía irregular, jugándose la vida, una vez más.