Quince países no van a poder pagar las vacunas más nuevas dentro de un año, aunque su situación económica sea ahora más holgada. Todavía cuentan con el colchón de las subvenciones que otorga la Alianza para las Vacunas (GAVI), pero al haber superado el umbral del PIB permitido, el privilegio tiene fecha de caducidad. Consecuencia: miles de niños corrarán el riesgo de contraer enfermedades si no tienen acceso a la inmunización recomendada.
Esta es una de las muchas conclusiones que se extraen de un informe presentado por Médicos Sin Fronteras en el cual se analiza la situación del opaco mercado de las vacunas, y el impacto que tiene en los países en vías de desarrollo. ¿Pero si su economía ha mejorado, podrán pagar ellos solos las vacunas? “No, porque esa mejora no se destina a la sanidad”, señala un experto de la organización médica. Ahí radica el problema.
Un ejemplo basta para entenderlo. Un niño hondureño que nazca en junio tiene que recibir a primeros del próximo año la vacuna del neumococo, según el calendario de vacunación. Una evidencia que ahora está en el aire. Y es que Honduras es uno de los 15 países que dentro de un año perderán el apoyo que brinda la Alianza GAVI, una institución trasnacional que agrupa a gobiernos, farmacéuticas, ONG, la Fundación Gates y otros grandes donantes, y que tiene entre sus líneas de actuación subvencionar las vacunas de los países con menos recursos. Al menos hasta ahora.
La organización revisa cada temporada si los países han superado el umbral del PIB fijado como límite, y por consiguiente, si hay que dar el paso de retirarles la ayuda. “Quince países lo superan y el año que viene se van a ver en la tesitura de tener que elegir si vacunar a menos gente o comprar menos vacunas y así llegar al mismo número de gente”. Lo explica Henry Rodriguez, experto en este tema que trabaja para Médicos Sin Fronteras. “Que hayan mejorado económicamente no quiere decir que las plusvalías acaben en la sanidad”, apostilla.
Expone un ejemplo gráfico sobre el panorama que se acecha si se mantiene la tendencia: Haití será el único país de toda sudamérica que seguirá beneficiándose de la asistencia de GAVI. Pronostica, que muchos gobiernos, aún celebrando su crecimiento económico, no van a contar con margen suficiente para acceder a las vacunas contra el neumococo (neumonía bacteriana ), el rotavirus (diarrea grave) y contra el virus del papiloma humano (transmisión sexual), que absorben el 86% de todo el presupuesto destinado por los países a la compra de vacunas.
La lista de países afectados viaja a lo largo y ancho de la Tierra. Desde Angola, a Bolivia, pasando por Indonesia y terminando en Moldovia. Así hasta 15 estados, que al perder las ayudas otearán como son “incapaces de pagar las vacunas si se mantienen los precios originales”. Sin las subvenciones, Angola pagará un 1.523% más, Bolivia un 703% más, Indonesia un 1.574 más y un 724% en el caso de Moldovia.
Sin embargo, desde la Alianza Global para las Vacunas y la Inmunización (GAVI) se niega la mayor. “No, eso no es así. Varios fabricantes se han comprometido a continuar proporcionando a los países benefactores de GAVI las vacunas que se introdujeron gracia a nuestra labor”, cuenta un portavoz del organismo por correo electrónico. Rodriguez lo pone en duda: “Lo que dicen es relativo. Ojalá todos fueran tan filantrópicos”, remata. Existe solución, señala, pero la voluntad depende casi exclusivamente de las farmacéuticas: “Deben ver más salud y menos negocio”.
Uno de cada cinco no recibe vacunas
Uno de cada cinco niños no recibe todas las vacunas que necesitaría antes de cumplir su primer año de vida. Una estadística que esconde una doble lectura aún más inquietante: miles de niños en países pobres podrían morir por enfermedades —como el sarampión o la neumonía— si no se reduce el precio de las vacunas. Especialmente, las que se han puesto en circulación recientemente, como la del neumococo, responsables de que el coste del paquete completo se haya multiplicado por 68 solo en la última década.
Es otras de las conclusiones que se se desgranan y contextualizan en la segunda edición del informe 'La mejor vacuna: por un acceso sin barreras a vacunas asequibles, y adaptadas' elaborado por Médicos Sin Fronteras. Un centenar de páginas que sirven para hacer estallar el secretismo sobre el negocio de las vacunas, y que de paso, arrojan luz sobre uno de los principales obstáculos para la inmunización, que no es otro que el elevado precio de las vacunas.
Pero, ¿por qué son tan caras las vacunas? Un primer análisis, según la organización médica, apostaría por la falta de una lógica clara entre las farmacéuticas a la hora de negociar con los mercados. El ejemplo de Marruecos y Francia es descriptivo: el país alauíta, con una renta mucho menor, paga cinco euros más por una dosis de la vacuna neumocócica que la administración gala. “Los beneficios van por delante que la salud pública”, lamentan Henry Rodríguez, y añade; “Solo con lo que ganan en sus negocios con los países ricos podrían ayudar a los países más necesitados”.
La transparencia es otra de las respuestas que manejan. La opacidad que reina en el mercado de las vacunas, dicen, facilita que la ocultación de precios se haya convertido en una práctica común. De esta forma, la negociación deja de ser a partes iguales, perjudicando sobretodo a los países con menos margen que, suelen ser, los más pobres. Ante esto, la ONG lanza una recomendación: que sigan los pasos del Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud y se cierren pedidos conjuntos para abaratar costes.
Un mercado sin competencia. Es la última conclusión que Médicos Sin Fronteras plantea para intentar poner negro sobre blancos en lo relativo a las astronómicos precios que las vacunas llegan a alcanzar. Y es que las más nuevas y más caras (neumococo, rotavirus y virus del papiloma humano) están controladas por tres compañías: Pfizer, GSK y Merck, las dos últimas grandes multinacionales norteamericanas con mucho músculo en el sector. A ellas, principalmente, se dirigen las reivindicaciones formuladas por la ONG en su informe.
Unas insinuaciones de las que se defienden las multinacionales. Desde Pfizer aseguran que la vacuna contra el neumococo, denominada Prevenar 13, que hechos han patentando ha conseguido “salvar vidas, algo imposible antes de su aparición”, y apuesta por mantener un diálogo abierto sobre cómo lograr un entorno sostenible de acceso. Por su parte, desde GSK resolver la polémica de los precios asegurando que “muchas” de sus vacunas son “muy complejas y requieren una impotente inversión de capital inicial para producirlas y distribuirlas”.