“Dima ya está en casa pero queremos sacar a todos los menores de las cárceles de Israel”
Su rostro ha cambiado, parece como si tuviera diez años más. Aquella niña palestina que apareció en las noticias hace algo más de dos meses y medio, vestida con su bata del colegio, tirada en el suelo boca abajo, esposada con unos precintos de plástico mientras era custodiada por unos soldados israelíes, hoy parece otra.
El domingo 24 de abril, las autoridades israelíes ordenaron la puesta en libertad de Dima al-Wawi, de tan solo 12 años de edad. Ese día, en el control militar de Yibara, en Cisjordania, territorios palestinos ocupados, Dima corrió hacia los brazos de su madre, sorteando una multitud de periodistas que acudieron a cubrir la liberación de la prisionera más joven en cárceles israelíes. Y lloró.
Un cámara captó el rostro de una Dima asustada, una Dima diferente, que refleja todo y más: miedo, rabia, melancolía, alegría. Contradicciones que bien muestran la conflictiva situación entre israelíes y palestinos. Contradicciones que incluyen tratar a una niña igual que si fuera una adulta.
La detención de Dima
“El 9 de febrero abrí Internet y me topé con la fotografía de mi hermana tirada en el suelo, detenida por unos soldados israelíes”, cuenta vía telefónica para eldiario.es Ahmad, hermano mayor de Dima. En estado de shock llamé a mi madre a casa, no me contestó. Luego llamé a mi padre y me dijo que Dima había sido detenida, que la Shabak (servicio de inteligencia interno) israelí le había llamado y convocado a un interrogatorio“.
La madre de Dima, Sabha al-Wawi, también ha relatado por teléfono cómo vivió esos momentos: “Yo había salido a la tierra de mi hermano. Quería coger coliflor para cocinar maqlubeh”, explica la madre. “Mi hija me estaba buscando. Cerca de la tierra hay una barrera de control donde está el guardián del asentamiento Karmei Tzur. Es un antipático que nos conoce y con quien nos peleamos siempre. El guardián dijo que ella tenía un cuchillo debajo del uniforme, aunque luego los medios israelíes dijeron que el cuchillo estaba entre sus libros. El guardián ató los brazos a Dima detrás de la espalda y la tiró al suelo. Le gritó a la niña ‘¡tú has venido a matar a judíos!’. Y ella, solo por fastidiar, le dijo que sí”.
La familia rápidamente buscó un abogado para Dima a la que en esos momentos los soldados israelíes trasladaban a Kiriat Arba, un asentamiento de colonos situado en Hebrón. Según Ahmad, nueve israelíes interrogaron a Dima durante un día entero.
Su madre cuenta cómo, de nuevo, el atrevimiento de la niña le llevó a decir que simpatizaba con Hamas: “En el interrogatorio le tiraban de la oreja y le preguntaban si ella era de Hamás o de Fatah. Lo repitieron hasta que ella dijo que era de Hamás”.
El segundo día de arresto, los israelíes llevaron a Dima al juzgado militar israelí de Ofer, en territorio palestino ocupado. De ahí, fue trasladada a la cárcel de Hasharon, no muy lejos de la capital israelí, Tel Aviv. Durante dos semanas, la menor tuvo seis sesiones en un juzgado.
“En la segunda sesión, el abogado de Dima dijo que es ilegal que la niña hubiera sido interrogada sin la presencia de sus padres o abogado, así que el juez ordenó que se repitiera el interrogatorio en Kiriat Arba, y convocaron también a mis padres”, afirma Ahmad.
“Fuimos a Kiriat Arba para estar presentes en la repetición del interrogatorio, según la decisión del juez, pero nos interrogaron a nosotros dos, padre y madre, por separado”, describe la madre de Dima. Tras esto, los israelíes le retiraron el permiso de trabajo al padre de la niña, que trabaja como obrero en Jerusalén. Dima fue condenada a cuatro meses de prisión y 8.000 shekels de fianza (unos 1.800 euros) y, si durante un año la niña cometía algún delito, pasaría cinco años más entre rejas.
En 6 meses, 1.400 menores palestinos detenidos por Israel
La familia de Dima señala que la niña ha sufrido malos tratos. El primer día que estuvo prisionera en Hasharon, fue recluida en confinamiento solitario y después la metieron en una celda junto a prisioneras adultas. Su madre solo consiguió verla pasados los 45 días de arresto.
“Gracias a la campaña que se llevó a cabo por su liberación ahora Dima está en casa”, reconoce su hermano.“Está cansada y necesita tiempo para recuperarse, pero nosotros queremos que los esfuerzos continúen para poder sacar de la cárcel al resto de menores palestinos detenidos por Israel”, explica.
“Somos un pueblo bajo ocupación. Los israelíes quieren expulsarnos de nuestra tierra y plantar colonos. Han fabricado esta historia con mi hija para impedirnos ir a nuestra tierra, parte está ya confiscada por el asentamiento. Una vez, los colonos nos arrancaron olivos y nos golpearon, y varias veces nos han arruinado la cosecha”, declara la madre.
Amani Sarahneh es jefa del departamento de Comunicación de la ONG 'Club del Prisionero Palestino', una organización de acción jurídica y popular creada en 1993. Asegura a eldiario.es que la detención de niños y niñas palestinas es una herramienta que Israel utiliza “para dar un golpe a la sociedad palestina”. “Desde octubre de 2015 hasta finales de marzo de 2016, Israel ha detenido a 1.400 niños. En estos momentos hay 400 niños y niñas en las cárceles israelíes”, informa Sarahneh.
Octubre de 2015 marca el inicio de una oleada de protestas palestinas contra las autoridades israelíes. El aumento de construcción de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén-Este, las restricciones de entrada en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén o el asesinato de la familia Dawabsha, calcinada en su casa por colonos israelíes, son algunos de los factores que prendieron la mecha.
A las protestas se añaden los ataques con cuchillos a israelíes. El gobierno israelí dio luz verde a una serie de medidas como disparar a matar al atacante en el mismo lugar de los hechos y castigar a toda la familia con la demolición del hogar. Los palestinos afirman que todo se tranquilizará cuando la ocupación israelí llegue a su fin. Pero mientras el vicioso círculo de violencia se eterniza, los israelíes no dudan en detener a palestinos sin importar su edad, en violación flagrante de los convenios internacionales.
Una ley para menores israelíes y otra para palestinos
“Desde octubre hasta hoy no ha pasado ni un solo día sin que al menos un niño o una niña palestina sea detenida en Jerusalén”, indica Sarahneh. “En Cisjordania, las detenciones de menores no son diarias pero suceden a menudo. Hay otros casos de niños que están bajo detención domiciliaria en Jerusalén, que no pueden ir a la escuela”, explica.
El Club del Prisionero denuncia “el racismo y la segregación que practica Israel”, ya que niños palestinos e israelíes son procesados bajo un sistema judicial diferente. La organización Defense for Children International (DCI) en Palestina destaca que la sola diferencia de nacionalidad o de etnia marca el sistema legal bajo el cual será tratado el o la menor.
“La ley militar israelí se aplica a la población palestina, mientras que los colonos israelíes que viven en Cisjordania están sujetos al sistema civil”, apunta DCI. “Israel es el único país del mundo que automáticamente enjuicia a niños y niñas en cortes militares con ausencia de las garantías judiciales básicas”.
El Derecho Penal israelí prohíbe las penas de prisión contra menores de 14 años, algo que no se aplica a los menores palestinos. En noviembre de 2015, el Parlamento israelí pasó una serie de enmiendas para incluir sentencias de 10 años de prisión por arrojar piedras u otros objetos a vehículos en movimiento, así como para privar de prestaciones sociales a niños condenados por actividades “nacionalistas” o “terroristas”.
“El Parlamento israelí aprueba leyes específicas para perfiles de niños palestinos”, evidencia Sarahneh del Club de Prisionero Palestino, que afirma duramente: “Israel es un Estado racista”. En febrero de 2015, otra menor palestina, Malak al-Jatib de 14 años, fue puesta en libertad tras haber sido detenida por soldados israelíes cuando volvía a casa del colegio. Fue condenada por lanzamiento de piedras, intento de lanzamiento de piedras y posesión de un cuchillo. La familia negó todos los cargos.